Política Abr 3, 2022

Una, dos, tres, muchas empresas nacionales de alimentos

El presidente Alberto Fernández dijo que no había ninguna propuesta concreta. Sin embargo, funcionarios y movimientos sociales impulsan que el Estado intervenga en el mercado. Un especialista va más allá y asegura que una sola compañía estatal sería insuficiente.

A mediados de febrero funcionarios del gobierno nacional y medios de comunicación de todo el país aseguraron que existía un proyecto para crear una Empresa Nacional de Alimentos. Incluso la portavoz presidencial Gabriela Cerruti lo confirmó en una de sus habituales conferencias de prensa. 

La iniciativa, que había sido planteada por dirigentes sociales con anterioridad, tomaba forma gracias a la elaboración de un pre proyecto -nunca presentado formalmente pero filtrado a los medios- del senador Martín Doñate (Río Negro) de común acuerdo con el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti.

Sin embargo, luego de unos días el tema pasó a un segundo plano. El domingo 27 de marzo, en el programa Desiguales de la TV Pública el presidente Alberto Fernández fue consultado al respecto y su respuesta fue llamativa: “Lo escuché mucho pero nadie me trajo una idea concreta”.

Inflación y alimentos

Según los últimos datos brindados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) la inflación en Argentina no sólo no se ha desacelerado si no que sigue creciendo. La última medición correspondiente a febrero de 2022 arrojó un aumento promedio de precios del 4,7% acumulando un 52,3% interanual. Pero en el rubro alimentos y bebidas, el incremento fue del 7,5%.

A pesar de los distintos programas como Precios Cuidados, Precios Máximos, Cortes Cuidados, etc., la política de acuerdo de precios no está dando resultado. 

Es que más allá del dato de inflación, un informe técnico del Indec analizó puntualmente la variación de precios de la canasta alimentaria, la que permite construir el índice de indigencia. Allí señalaron que durante febrero de 2022, “la variación mensual de la canasta básica alimentaria (CBA) con respecto a enero de 2022 fue de 9,0%, mientras que la variación de la canasta básica total (CBT) fue de 6,6%”. 

Más allá de la tendencia inflacionaria general y algunos factores estacionales, existen otras razones que explican el encarecimiento de productos básicos para la vida como son los alimenticios. 

“En Argentina el mercado de alimentos está hiperconcentrado como sucede en todos los países semidesarrollados; son menos de 10 compañías que tienen el 70% o el 80% del mercado”, explicó a Primera Línea el sociólogo y doctor en Desarrollo Económico, Rolando García. “Son conocidas: Molinos, Unilever, Arcor, conglomerados que en los ’90 y los 2000 se extranjerizaron y que hoy están dominados por empresas cuya operación a nivel internacional es en moneda extranjera”, añadió.

Una propuesta con antecedentes

Si bien en la actualidad la participación del Estado argentino en el mercado parece estar reducida a un puñado de empresas estratégicas como YPF o Aerolíneas Argentinas, a nivel local existen experiencias de distinto tipo. Es por ejemplo el caso de la planta láctea estatal Mamuu en General Pico, La Pampa, o el frigorífico de la ciudad de Beltrán, Río Negro.

“La idea de la Empresa Nacional de Alimentos surge de las experiencias previas, provinciales y municipales, que se desarrollan en nuestro país”, puntualizó a este medio Rafael Klejzer, director de Políticas Integradoras del Ministerio de Desarrollo Social y dirigente del Movimiento Popular La Dignidad. Y agregó que también tiene un largo recorrido el proyecto “que vienen llevando a cabo los hermanos bolivianos con la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa)”, desde 2007.

La compañía boliviana fue una respuesta del entonces presidente Evo Morales a la alta inflación que se vivía en su país. Según explicó la periodista Natalí Risso en Página/12, Emapa comenzó como operadora en el mercado de abastecimiento. Importaba trigo, azúcar y harina para luego venderla al por mayor y de forma directa al público. Luego pasó a interactuar con pequeños productores brindándoles insumos, bienes de capital y comprándoles los alimentos para facilitar su distribución y comercialización. 

En la actualidad posee seis plantas de acopio de arroz, maíz y trigo para afrontar situaciones de desabastecimiento o afectaciones climáticas. Asimismo cuenta con 44 locales de venta directa a la población y en paralelo se crearon tres empresas públicas productivas de almendras, lácteos y miel.

Supermercado de Emapa, la empresa estatal boliviana de alimentos

Con estas experiencias previas, nacionales e internacionales, Klejzer sostuvo la importancia de seguir ese camino a nivel nacional: “La justificación económica es la que vemos todos los días en los precios de las góndolas: mes a mes, semana a semana, los alimentos van aumentando y nuestro bolsillo queda cada vez más lejos de acceder a ellos”.

Por otra parte, comentó que “existe una propuesta concreta” pero todavía “no hay un proyecto de ley”. La iniciativa cuenta con el apoyo de la propia Dirección de Políticas Integradoras “junto a pequeños productores, cooperativas, las mismas empresas municipales y provinciales que producen alimentos y sectores PyMES”.

“En caso de crearse la empresa, las organizaciones, cooperativas, todos los pequeños y pequeñas productoras de alimentos, en el corto plazo, serían proveedores. Y en el mediano y largo plazo deberían poder integrarse al directorio o a la dirección de las distintas áreas”, completó.

¿Una sola empresa?

Rolando García consideró la propuesta de la Empresa Nacional de Alimentos como “una idea muy sencilla en su lógica, muy fácilmente defendible y a la vez muy potente en términos del impacto que puede llegar a tener en el precio de los alimentos”. No obstante advirtió que “el ámbito de los alimentos es súper amplio” ya que abarca productos frescos, de estación, importados que se comercializan todo el año y los que se exportan desde Argentina. “Por eso no habría que pensar en una empresa de alimentos, en todo caso un conjunto de empresas: centradas en la comercialización local, en la producción de algunos tipos de alimentos y en la exportación”, enumeró.

Desde su punto de vista, pensar en una sola empresa es una idea “algo antigua” por lo que habría que planificar “un conjunto de menor tamaño pero más eficientes y centradas en algún aspecto de la cadena productiva y comercial”.

Para el investigador, especialista en el sistema alimentario, una compañía centrada en la comercialización “podría promover la compra a productores locales, la distribución de empresas pequeñas y ayudar a la competencia de los actores de menor peso contra los grandes monstruos de la industria”. A su vez una exportadora “sería clave para entender mejor el comercio internacional” ya que hubo “una pérdida de saberes muy importante desde la privatización del comercio internacional en los años 90”.

Planta de la empresa provincial Mammu en General Pico, La Pampa

También resultaría importante desarrollar una que dote de mayor eficiencia a las compras de alimentos que realiza el propio Estado. Cabe recordar que, a comienzos de 2020, hubo un pequeño escándalo mediático por la supuesta compra de fideos con sobreprecio por parte del Ministerio de Desarrollo Social. En realidad no hubo ninguna irregularidad y se trató de un mecanismo habitual ya que esos productos se pagan con varios meses de demora, por lo que el precio incluye la inflación estimada.

“Básicamente los proveedores son una suerte de negocio financiero”, remarcó García. “Ofertan un precio mucho más caro porque saben que van a cobrar con mucho retraso, no hubo un caso de corrupción ahí sino que las empresas tienen un modelo donde compran alimentos, se los dan al Estado y los cobran mucho más caro pero varios meses después” agregó y sentenció que el Estado “convalida eso porque no paga nunca a término”.

En ese marco, una empresa estatal proveedora del propio Estado podría hacer más eficiente este procedimiento. “El Estado es un gran comprador de alimentos en Argentina porque tiene una política de manejo de estos productos, de gestión del hambre, que involucra la compra de toneladas anualmente”, sostuvo el especialista.

Finalmente consideró que es importante que el Estado tenga un porcentaje de participación en el mercado de alimentos para bajar los precios pero eso solo se puede lograr “eficientizando los costos, los salarios gerenciales (uno se imagina que no pagaría lo mismo que las empresas monopólicas a sus CEOs y gerentes) y porque no tendría que remitir utilidades en moneda extranjera, lo que le da una ventaja competitiva”.

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