El 11 de abril del año 2002 las noticias de la caída de Hugo Chávez recorrieron el mundo. El presidente venezolano, que había ganado las elecciones de 1998 y asumió al año siguiente, había sido derrocado. América Latina presenciaba el primer golpe de Estado del siglo XXI.
Las reformas impulsadas por el gobierno bolivariano habían inquietado a los sectores de poder. Desde la sanción de la nueva Constitución hasta las llamadas leyes habilitantes del año 2001. Entre ellas la de Hidrocarburos que tocaba intereses muy importantes porque buscaba recuperar el petróleo venezolano para su pueblo.
Fue así que los partidos tradicionales, la asociación patronal Fedecámaras, y algunos militares golpistas comenzaron a planear la interrupción del orden democrático.
Gonzalo Ramírez ya trabajaba en aquella época en el gobierno y venía de militar en el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR 200) fundado en la década del ‘80 por Chávez. Es poeta y ensayusta y desde hace años trabaja para la Presidencia como asesor y redactor de discursos. Por su parte, Reinaldo Iturriza era en 2002 empleado de la Defensoría del Pueblo. Años después llegaría a ocupar los cargos de ministro de Comunas y de Cultura.
Durante aquellas jornadas de abril ambos estuvieron en las calles de Caracas viviendo el vertiginoso devenir de los acontecimientos que terminaría en victoria popular.
Antes del 11 de abril
“En aquellos días había mucha confianza en la justeza de la lucha que estábamos iniciando. Había mucha confianza en la fortaleza popular, en lo que hoy llamaríamos la legitimidad de las demandas populares. Había un convencimiento muy profundo de que lo que estaba haciendo el pueblo venezolano era algo justo y que tenía que hacerse.
Lo que pasa es que estamos hablando de un momento en el que el pueblo irrumpió en la política, en la esfera pública. El chavismo significó verle el rostro por primera vez a millones de personas. Para muchas y muchos de nosotros, fue reconocernos en ese pueblo que estaba absolutamente invisibilizado, como lo estábamos nosotras y nosotros mismos de muchas maneras. Esa experiencia de encontrarse en la calle y reconocerse fue una experiencia demasiado poderosa
Para el 11 de abril veníamos de días muy agitados, de mucha movilización popular. Hay que recordar que unos meses antes se promulgaron lo que en Venezuela se conoce como las leyes habilitantes. Si bien fueron 48, fundamentalmente la de Hidrocarburos y la de Tierras eran las más importantes.
La oligarquía venezolana había respondido con un paro. Ellos tenían todavía en ese momento el control de la Central de Trabajadores, una central muy menguada, sin fuerzas. Realmente estaba muy desprestigiada y deslegitimada, pero tenían ese instrumento a su servicio. Además tenían básicamente todos los medios impresos y televisivos, que a comienzo de siglo tenían muchísima fuerza. Internet no era lo que es hoy en día, no existían las redes sociales.
Ya el ambiente se venía tensando, estaba muy agitado todo. Estaba PDVSA en el centro de la disputa, ahí estaba el conflicto político, lo que es una cosa casi obvia. Era un indicador de la seriedad del conflicto histórico. Nada más y nada menos que la columna vertebral de la economía venezolana. Recuerdo claramente que Chávez recién acababa de despedir públicamente a un montón de gerentes que estaban comprometidos con la conspiración”.
Reinaldo Iturriza
“Trabajaba en distintos espacios institucionales desde 1999, porque sentí un compromiso bien temprano con el proceso desencadenado a partir del 6 de diciembre de 1998 con la victoria electoral del comandante Chávez. Yo venía de lejos, venía del MBR 200 y por supuesto el compromiso era un compromiso de vida.
No hay que olvidar que el mismo comandante, al comienzo de su gobierno hablaba de la tercera vía, pero uno sabía que en algún momento esto iba a enseriarse y profundizarse. Y desde siempre me unió un vínculo de admiración con Chávez que, terminó volviéndose en mí historia personal un vínculo también afectivo.
Mí solidaridad con el gobierno era total. Y mucho más cuando durante todo el año 2001, con la ley de Tierras, la ley de Pesca, la ley de Hidrocarburos, y aquel conjunto de normas que reordenaban el mapa económico y social del país, uno veía que el gobierno empezaba a tomar una dirección cada vez más clara en sentido revolucionario”.
Gonzalo Ramírez
11 de abril de 2002
“Yo formaba parte, desde finales de marzo, de una red cívico-militar que comandaba el -nunca como se debe bien elogiado- Carlos Lanz. Por la responsabilidad que tenía a mí me toca estar en Puente Llaguno, como diría César Vallejo, a la hora del fuego y al año del balazo.
Sin ninguna clase de exageración o patetismo puedo contarte que estoy en Puente Llaguno y salvé mí vida por los pelos. Gracias al empujón de un amigo. Yo cargaba un radio en ese momento y estaba transmitiendo la información en vivo. El empujón de mi amigo Rafael Loreto me salvó la vida porque unos segundos después cayó un compañero muerto con el cerebro destrozado por la bala de un francotirador.
A mí me tocó estar y en el momento en que vivo toda esa cosa espantosa de ver caer muertos, el dolor terrible de que nos disparara la Policía Metropolitana, los francotiradores, por eso justifico plenamente lo que hicieron los compañeros que dispararon desde Puente Llaguno. Como dijera el comandante Chávez: ellos nos defendieron y fueron nuestros primeros milicianos.
Todas esas horas fueron vividas con mucha angustia, aunque yo tenía conocimiento por Carlos Lanz, que previó el golpe y nos había esbozado un vasto plan de contraofensiva. Había unidades militares comprometidas, subcomandantes, reservistas, gente que había estado en la guerrilla, entre otros. De todas maneras, aunque supiera esto, la angustia fue el pan amargo que comimos durante todo aquel día y cuando el comandante toma la decisión de ir a Fuerte Tiuna, a meterse en la boca del lobo, todo eso se acrecentó”.
Gonzalo Ramírez
“El 11 de abril rodeamos Miraflores, la sede del gobierno, defendiéndolo. En un lugar muy cerca había una persona que nos pintaba unas rayas rojas en la cara, que era la manera de identificarnos entre nosotros. Yo no sé de dónde salió esa iniciativa, fue una cosa muy espontánea, eso no es del partido. Esa no fue la orden de nadie, fue algo que surgió espontáneamente. Es una cosa muy del Caribe, tanto culturalmente como literalmente. Es algo de los pueblos originarios Caribes.
Ese día el antichavismo hace una movilización muy grande, tal vez la más grande que haya hecho en todos estos años, y toman la decisión de desviarse hacia Miraflores. Allí había centenares de personas reunidas, no sabría decir cuántas, pero eran muchas. Fue mucha más la gente que fue llegando cuando se enteró de que la movilización se dirigía hacia allá, del este de la ciudad hacia el centro.
Durante los días previos había bastante claridad acerca de la amenaza que significaba la movilización del antichavismo. No fue que nos agarró totalmente por sorpresa, eso estaba en el ambiente, pero en el momento en el que ocurre yo creo que no nos terminábamos de creer que eso era una posibilidad cierta, que los tipos se atrevieran porque hermano, era demasiado claro que esas dos masas humanas iban a chocar.
Recuerdo de ese día que nosotros sabíamos que había gente herida de bala, recuerdo haber escuchado hablar de francotiradores, vimos pasar algunos heridos, pero nosotros no llegamos a tener total certeza de la magnitud y gravedad de lo que estaba ocurriendo. Estábamos en el famoso Puente Llaguno, que está sobre la avenida Baralt donde estaban apostados los francotiradores disparando de un lado a otro. Claramente era un intento de Golpe de Estado, por no decir que ya era muy evidente, y la Policía Metropolitana disparaba con armas de fuego, con plomo. Era un clima muy cargado, sabíamos que había víctimas, que había muertos y muchos heridos, y nosotros estábamos desarmados.
Atravesamos Puente Llaguno y a los segundos comenzó la muy famosa e impresionante balacera. Gente que estaba situada en un extremo y en el otro comenzó a disparar con armas de fuego a la Policía Metropolitana, y a su vez la Policía Metropolitana disparando a mansalva contra la gente que estaba en el Puente. El amigo que estaba conmigo me dijo «comenzó la guerra en esta vaina.
Estuvimos allí defendiendo Miraflores. Nosotros nos retiramos del lugar cuando ya estaba anocheciendo. Fuimos a descansar un poco, y cuando estaba en mi casa una hora después, este compañero con el que estuve me llama para decirme ‘coño, ya es oficial, el Gobierno está caído’”.
Reinaldo Iturriza
“Hay un detalle: para quien supiera leer militarmente el mapa de Venezuela, los golpistas estaban dejando cabos sueltos. Cuando desde el Estado Zulia hacen su respectivo pronunciamiento dicen que tienen controlado todo menos Fuerte Mara. Para quien desconozca militarmente ese fuerte no le dice nada, pero quienes saben un tanto de la realidad militar saben que allí se concentra el mayor poder de fuego del Estado.
Viendo ese pronunciamiento de los golpistas de Zulia les dije a mis amigos: si no controlan Fuerte Mara no controlan un carajo. Esa fue la primera brisa de esperanza que sentí alrededor de la 1 de la mañana del 12 de abril”
Gonzalo Ramírez
12 de abril de 2002
“Cuando amaneció el 12 de abril ya sabíamos que el gobierno estaba caído, fue un día terrible. Mientras las televisoras y los manifestantes hacían fiesta en Plaza Altamira, en los lugares donde se concentraban celebrando la ‘caída de la dictadura’, estaba muy fuerte la campaña de persecución. Estaban persiguiendo y encarcelando gente con el gobierno ya caído. Estaba comenzando a implantarse una dictadura.
Al mediodía nos mandaron de nuevo a nuestras casas. Nos pidieron que no nos quedáramos en el trabajo. Yo me fui a mi casa en San Antonio de los Altos, fuera de Caracas, y ahí estuve con mi familia. Yo tenía una niña muy pequeña, tenía menos de dos años.
De ese día hay cosas que dejaron marcas. Una es la declaración del Fiscal General Isaías Rodríguez, un gran amigo al que admiro, diciendo que se había cometido un Golpe de Estado, porque había un rumor de que Chávez había renunciado. Era una cosa demasiado difícil de creer, y uno tampoco es pendejo. Había una sospecha masiva y popular de que Chávez no había renunciado un carajo, pero ese era el discurso de la derecha. Que Isaías denunciara que la vaina había sido un Golpe de Estado fue muy importante.
Luego estuvo la autoproclamación. Nosotros tenemos al idiota de Guaidó, pero en 2002 se autoproclamó el que entonces era presidente de la patronal, Pedro Carmona. Eso fue un espectáculo muy duro, era demasiado vergonzoso, daba mucha vergüenza ajena y era muy penoso. Producía mucho coraje y te reafirmaba que tú estabas en lo cierto”.
Reinaldo Iturriza

“El 12 es un día que, palabras más, palabras menos, lo paso resguardado porque había una cacería desatada. Fue un día que uno estuvo, como en el boxeo, tratando de sacarse el golpe que le habían dado. Recibí una llamada de Carlos Lanz dándome la señal y recordándome el plan establecido. Me dijo de una manera muy venezolana ‘tranquilo chamin que vamos pa encima’ (chamin sería el equivalente a ‘pibe’)»
Eso, junto con lo de Fuerte Mara, fue otra señal concreta de esperanza y que la historia no había terminado”..
Gonzalo Ramírez
“Recuerdo que esa tarde del 12 fue el momento más difícil, por lo menos para mí y para mi familia lo fue. Me llama una tía muy querida, antichavista pero una señora decente. Me llama preocupada para saber cómo estábamos, pero fundamentalmente para darme ánimos, que me quedara tranquilo, que no me sintiera mal, que la vida continuaba. Lo único que le dije fue: ‘tía, esto no va a quedar así’”..
Reinaldo Iturriza
13 de abril de 2002
“Llegó a mis manos un volante que todavía guardo y atesoro, que convocaba a la movilización y al cacerolazo. En algún momento, no sé si ese 13 a la mañana o el 12 a la noche, ya nosotros comenzamos a saber que había muchos barrios de Caracas que se estaban manifestando y peleando.
Llegamos en carro con mis amigos, mi esposa y mi niña chiquita. Por la carretera panamericana llegas al sudoeste de Caracas, que también es una zona muy popular. Justamente ahí está el Fuerte Tiuna, donde Chávez fue a entregarse a la madrugada del 12 de abril, y donde la gente sospechaba que estaba, aunque ya lo habían trasladado el día anterior a otra base militar de la costa. Pero bueno, ese mismo 13 había gente que tenía la sospecha de que podía estar allí, y se fue haciendo una concentración muy grande. Alrededor del mediodía, muy poco tiempo después de que llegamos, pasaron efectivos de la Policía Metropolitana reprimiendo. Ya lo habían hecho más temprano, estaban intentando evitar la concentración.
Pero se fue juntando cada vez más gente, decenas de miles de personas. Yo estaba permanentemente escuchando las noticias por radio, obviamente no escuchaba un carajo. La censura era casi total, pero fue levantándose a medida que fue haciéndose evidente que ahí había una cantidad muy importante de militares, sobre todo el Ejército, que no estaban con el Golpe.
Estuvimos ahí hasta la medianoche. A nosotros nunca nos pasó por la cabeza que Chávez retornara al poder. No nos imaginábamos que podía volver tan rápido. Nos imaginábamos elecciones adelantadas, conjeturamos tonterías. Había muchas cosas que no conocíamos en ese momento todavía, y era imposible tener elementos de análisis”.
Reinaldo Iturriza
“El 13 es el día que salgo a la calle y me confundo con un montón de gente. ¿Qué pensamientos tenía? El 11 no hubo mucho margen para elaborar nada; el 12 fue el día de sacarse el golpe, empezar a procesar lo que estaba pasando y qué íbamos a hacer; y el 13, desde que tengo noticias que la gente está en la calle desde el día anterior, era visible que todo se iba a recomponer.
El 13 es, sin lugar a dudas, uno de los días más importantes de mí vida y la vida colectiva de este país. Ahí se funde íntimamente lo personal y lo colectivo”.
Gonzalo Ramírez
“Comenzaron a haber muchos elementos que daban cuenta de que la dictadura se estaba resquebrajando. Hubo un momento cumbre en el que salieron los tanques, pero rápidamente quedó claro que iban a acompañar a la gente. Fue un momento culminante, la gente se abrazaba con los militares.
Pasaron siglos en esas horas, fue un exceso de acontecimientos. A la medianoche llamé a mi esposa para decirle que lo habíamos logrado. Fue una conversación de 30 segundos, no recuerdo más nada. Cuando llegué a Miraflores me crucé con todos mis amigos y compañeros de militancia. Intercambiamos impresiones e intentamos armar un rompecabezas de lo que estaba pasando en otros lugares. Ya en ese momento era clarísimo que la dictadura había caído. Era cuestión de tiempo que el comandante Chávez retornara. Ahí nos enteramos que había una operación para liberarlo”.
Reinaldo Iturriza
La vuelta de Chávez
“Si nos atenemos a la estricta cronología, Chávez regresa el 14 de abril luego de que resucita la Revolución Bolivariana el 13 de abril de la mano de la unión cívico-militar, el día en que se fundieron soldado y pueblo en un solo ser. Fue una inmensa alegría, un inmenso júbilo. Yo estaba en los alrededores del Palacio de Miraflores cuando el comandante arriba en helicóptero.
Hay una imagen que para mí quedará grabada para siempre. Un poco antes de que llegara el helicóptero, cinco muchachas -de esas que llaman muchachas de la vida- montadas sobre los hombros de cinco hombres, gritando estruendosa y amorosamente: ‘las putas estamos con Chávez’. Se me salieron las lágrimas porque lo que pensé para mis adentros fue que clase de identificación con seres tan diversos es capaz de generar este hombre que se llama Hugo Chávez”.
Gonzalo Ramírez
“Ese fue un momento inenarrable. No soy capaz de describir eso que viví. Recuerdo la celebración popular, la algarabía, la felicidad de la gente, las personas llorando. Habíamos triunfado.
Yo quería llegar a mi casa para escucharlo a Chávez. He podido quedarme ahí celebrando, ya era lunes 14 de abril, pero yo quería llegar a mi casa. No sé cómo llegué, pero llegué. Estaba en mi casa muy pendiente de la televisión, de que el comandante hablara. Cuando salió y saludó, un vecino disparó al aire en señal de victoria”.
Reinaldo Iturriza
Después del 13
“Fue un acontecimiento parteaguas. A partir de ese momento muchísima gente que no había tomado partido por los dos grandes proyectos históricos en disputa se terminó de alinear. No por chantajes, sino porque no había otra alternativa. Lo que había hecho el antichavismo en ese momento fue una cosa bárbara y atroz. Se habían cagado en la democracia. Una democracia que tenía una legitimidad difícil de comparar en la historia de este país. Fue un atentado brutal contra la democracia, pero fue justamente por esa fuerza popular y esa legitimidad del proyecto bolivariano que no se permitió.
Esa victoria popular del 2002 terminó de alinear y realinear fuerzas con una amplia ventaja para las clases populares. A partir de ese momento se terminó de consolidar lo que al poco tiempo sería claramente un bloque histórico popular muy fortalecido. Además, Chávez a partir de ese momento y hasta su muerte gobernó para las clases populares”.
Reinaldo Iturriza
“Quiero subrayar algo que en su momento escribió ese grande del pensamiento crítico lationamericano que es Anibal Quijano: el 13 de abril es la primera victoria de las masas populares, no solo en Venezuela y América Latina, si no en el mundo en mucho tiempo. Eso creo que da la medida de la trascendencia total, absoluta, que tiene nuestro 13 de abril, escrito en oro en los anales de la historia de Nuestra América, de la Patria Grande»
No sólo diría que es un punto de quiebre, es un nuevo punto de partida para la Revolución Bolivariana. Ahí empezó a sonar otra música. Fue una demostración de la fuerza infinita del poder constituyente en movimiento. Literalmente el poder constituido desapareció por unas horas y el poder constituyente lo restableció en su lugar. El poder constituyente es el centro vertiginoso de todo, de rupturas, de creaciones, de construcción.
Otra enseñanza fundamental es el valor indiscutible que tiene la unión cívico-militar como base de nuestra Revolución Bolivariana. Si esa unión no hubiera aparecido como apareció y de qué manera el 13 de abril y no se hubiera seguido consolidando en el tiempo, no estaríamos aquí.
Hay que rendirle homenaje al pueblo venezolano que hay que escribirlo con P mayúscula. Esos días de abril nos remiten y nos remitirán siempre a la viva y luminosa memoria de nuestro comandante Hugo Chávez”
Gonzalo Ramírez