Ya lo dijo Rodolfo Walsh: nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y no tengan mártires. También, que la responsabilidad empresarial frente al aniquilamiento de los mismos quede tapada, escindida de esa misma historia. A días de un nuevo Día Internacional de les Trabajadores, el Poder Judicial lo dejó bien claro: sobreseyó al exgerente de producción de Mercedes Benz, Juan Ronaldo Tasselkraut, imputado en la Megacausa Campo de Mayo por la entrega de trabajadores de la empresa durante la última dictadura cívico-militar. “Lo esperábamos porque la jueza Alicia Vence hace casi quince años que desoye todas las pruebas que presentamos nosotros”, cuenta a Primera Línea Eduardo Fachal, ex trabajador y delegado de la fábrica automotriz en la que tuvo lugar uno de los más resonantes crímenes contra la clase trabajadora.
También abogado, profesión que abrazó después de aquellos años que lo marcaron “de por vida”, acaba de presentar la apelación a esta decisión de la justicia federal de San Martín que implica un duró revés para la causa y que se condice con otras adversas, como el apartamiento del dueño de la empresa Ledesma, Carlos Blaquier, en otro proceso, y la concesión de un recurso a un exgerente de la Ford. Fachal representa a la familia del desaparecido Héctor Belmonte y a la de Alfredo Martín, que fue secuestrado y torturado por otro alto mando de la automotriz alemana. Con “mucha bronca”, espera que lo citen pronto a una audiencia para ampliar los fundamentos. Entre los que ya presentó puso que el fallo de la jueza no sólo causa gravamen sino que es también “una ofensa a todas las víctimas de crímenes de lesa humanidad”.
“Es una investigación que Vence ha hecho mal. Yo estuve en una entrevista con ella y nunca tuvo en cuenta toda la prueba que muestra claramente la responsabilidad de la empresa y los vínculos que tenían sus directivos con los militares”, sostiene quien trabajó durante más de quince años como abogado de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y fue letrado de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Hoy jubilado, sigue participando en aquellas causas que tienen vínculo con su histórica militancia gremial y de derechos humanos, como la querella de las víctimas de crímenes que ocurrieron en el franquismo y en la transición democrática en España.
– El sobreviviente Héctor Ratto declaró que Tasselkraut sabía que lo iban a secuestrar cuando en 1977 una patota lo fue a buscar a la planta y también que ese día mientras esperaba en su oficina a que se lo llevaran lo escuchó pasar la dirección de su compañero Diego Nuñez. ¿Cómo se explica su sobreseimiento?
– La jueza dice que en realidad Tasselkraut protegió a Ratto porque cuando lo fueron a buscar personas de civil no lo entregó porque no estaban uniformados, como si en ese momento eso fuera garantía de algo. Pero lo que yo le pregunto es cuándo empieza en realidad el secuestro, ya que desde que Tasselkraut lo llama a su oficina no se puede ir más. Si hubiera permanecido en su sector hasta se podría haber escapado o lo podríamos haber escondido en algún lugar de la fábrica que no conocían ni jefes ni capataces. Pero Tasselkraut lo privó de todo eso, no lo protegió como dice Vence. Respecto a lo de Núñez, dice que no puede ser que haya pasado su dirección porque la primera vez que lo van a buscar lo hacen a otra dirección. Pero ¿y eso qué tiene que ver? Los datos los pasó igual.
– Usted era delegado, ¿cómo vivió esos episodios tan cercanos?
– Con mucho terror. Poco antes de que desapareciera (el ex delegado Víctor Hugo) Ventura, estábamos por reunirnos con uno de los jefes de personal y yo le dije que nos íbamos a tener que exiliar, meternos en una embajada como hacían otros porque nos iban a venir a buscar. Nuestro compañero José Vizzini había desaparecido el día anterior y la sensación era que en cualquier momento le podía tocar a uno.
En esa época yo estaba casado con mi primera mujer, que estaba embarazada. Cuando nació mi primer hijo se murió porque como vivíamos con nervios nació con problemas. Una noche prendieron fuego un auto en la esquina de mí casa de esa época, en San Antonio de Padua, y yo estaba seguro de que me estaban buscando y no me pude mover de la cama de lo paralizado que estaba. ¿Qué hice? Hablé con un par de amigos y empecé a dormir una noche en cada casa, para que no me encontraran.
– Para colmo el Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) también jugaba un rol de complicidad con el terrorismo de Estado…
– La burocracia siempre nos amenazaba y estuvo en contra de los trabajadores. Poco antes del golpe, incluso, sacó una solicitada en el diario Clarín diciendo que la Comisión Interna y el cuerpo de delegados eran parte de la subversión, de modo que directamente nos mandó presos. A la interna combativa que hubo en Mercedes Benz en el ´72 la echaron y el sindicato intervino, y nosotros fuimos producto de la asamblea que echó a esa intervención.
Yo era delegado por tratamiento térmico que era un sector bastante complicado porque es una tarea casi insalubre y siempre que hacíamos algún reclamo se oponían y frenaban cualquiera planteo. En esa asamblea en la que se echó a la intervención llegaron a venir armados, pero como éramos cuatro mil no pudieron hacer nada. José Rodríguez, el entonces secretario general, cuando declaró en el Juicio por la Verdad en La Plata dijo que sabía que había desaparecidos pero que bueno, con tanta fábricas él no estaba en el detalle. El “detalle” era la desaparición de personas.
– Alguna vez hizo una analogía entre el pasado y el presente de SMATA y dijo que “ahora no te ahorcan o te desaparecen pero te despiden o te mandan la patota para que te calles”.
– Es que así como los modelos económicos de la dictadura y del macrismo tienen una continuidad, las prácticas de Rodríguez y (el actual secretario general Ricardo) Pignanelli también. Cuando ahora hay conflictos con fábricas mecánicas la actitud es la misma. A los compañeros de Lear no los dejaron entrar a la asamblea, como a nosotros no nos dejaban entrar en aquellas. Las prácticas continúan.
– Sin embargo hoy Pignanelli critica a la mesa judicial bonaerense macrista armada para perseguir a sindicalistas.
– Imaginate que en el sindicato hoy no se puede hacer una lista opositora y no hay representación de las minorías. Al margen de otras prácticas como lo que llaman “el banco de horas”, mediante el cual cuando vos trabajas horas extras no te las pagan, sino que las acumulas, entonces cuando baja la producción y no hay trabajo te pagan como si fuera jornada completa porque te la compensan con ese resto que tenían guardado. Laburan con tu guita y encima lo venden como un logro.
– Hace poco el ahora ex presidente de Toyota se jactaba de tener con el SMATA una relación excelente. Decía que el sindicato comparte el 100 por ciento de sus visiones y proyectos. Suena un poco raro.
– Y… la lógica indica que eso muy bueno no es, ¿no?
– De cara a este 1 de mayo, ¿cómo ve en general al movimiento obrero organizado?
– Veo falta de conciencia y una desorganización muy grande en los sectores juveniles. Hay sindicatos que obviamente tienen una mayor tradición y que sí están un poco más organizados, así como algunas comisiones internas son un poco más combativas. Hay una ofensiva de la patronal muy grande y también una pérdida de conquistas. La gente tiene miedo de reclamar por ser despedida.
Yo me acuerdo que cuando entré a trabajar te daban el convenio colectivo de trabajo. Creo que hay que volver a eso, a que los trabajadores se reúnan, estudien sus derechos y vean cómo defenderlos. Nosotros estábamos en dictadura y aún así hicimos quite de colaboraciones, ruidazos y otros actos de protesta para pedir mejores condiciones de trabajo. Pero bueno, salvo porque mi hijo es secretario general de una federación (NdeE: Matías Fachal, de la Federación Judicial Argentina), posiblemente yo esté un poco desconectado de la militancia obrera…
– Bueno, no es menor, ¿Le da consejos?
– Mucho no me escucha (risas). Me dice que son otras realidades las que yo viví.
– Hablando de otras realidades, y volviendo un segundo a Mercedes Benz, viajó a Berlín para reunirse con la comisión interna de allá. ¿Cómo fue esa experiencia?
– Fue bien, aportaron al reclamo y entendieron. Lo que a mí me gustaría es que el representante del sindicato de allá viniera a Argentina y que yo pudiera entrar otra vez a la fábrica con él para hablar con los compañeros y contarles lo que pasó, que estoy seguro que muchos no deben saber. En definitiva, siempre los poderes tratan de romper la línea histórica de las luchas y eso es lo que tenemos que revertir.