Géneros May 7, 2022

Un reconocimiento más que histórico

Reflexiones que van siendo emociones y a su vez redes para cada une, para nosotres. Ver-escuchar-sentir que Van hoy existe en los espacios que habito, en las personas que me rodean es un abrazo constante. La militancia es la herramienta más profunda y más sincera para la construcción de la identidad.
Delegado de la Línea E del Subte de Buenos Aires (AGTSyP-Metrodelegades)

Este 9 de mayo se cumplen 10 años de la sanción de la Ley de Identidad Género 26.743. 

Diez años atrás en un programa de la TV Pública, la militante travesti Lohana Berkins ponía en tensión y discusión los privilegios CisHeterosexuales y la necesidad de una democracia mucho más igualitaria, volviendo a (re)preguntar y cuestionar: ¿Qué es la ciudadanía? ¿Qué sucede con las identidades que se fugan de la norma? 

La Ley de Identidad de Género trajo consigo discusiones profundas. No sólo significa el enorme paso desde el plano institucional habilitando la posibilidad de modificar el DNI para adecuarlo al nombre, identidad autopercibida y deseada por cada une, sino que posiciona a nuestras identidades históricamente invisibilizadas como sujetes de derecho reconocides como parte del Estado. Y que gracias a la lucha colectiva puso y pone en agenda nuestras demandas y nuestras necesidades para llevar adelante una vida plena. 

Sin embargo, esta conquista refleja solo una de las aristas hacia la transformación del mundo en un lugar más justo; comprendemos que la batalla es y sigue siendo cultural, con la sociedad HeteroCisPatriarcal y capitalista que se sigue llevando la vida y los cuerpos de nuestres compañeres. 

La ley de Identidad de Género es uno de los derechos humanos que nos abre la posibilidad infinita de existir, resistir y ser, aunque esto no quita que los caminos hacia esa construcción no sean tediosos, no esten colmados de vivencias prejuiciosas y discriminatorias por parte de los diversos organismos del Estado, pero también por nuestros ámbitos cotidianos, por el mundo paki. La falta de perspectiva integral aún sigue siendo salvaje con nuestros deseos de libertad, sin ir más lejos aún nos sigue faltando Tehuel de la Torre, un pibe trans que fue a una entrevista de trabajo y no volvió. Él, como muches compañeres más, son el fiel reflejo de una necesaria Reforma Judicial Feminista

La reparación histórica aún sigue siendo una deuda política, social y cultural para las personas travestis, trans y no binaries. En el transcurso de estos años la organización colectiva, el feminismo popular y disidente, el teje trava como una manera de generar lazos y proponer otro modelo de hermandad y familia distinta a la estructura establecida de “mamá-papá-hijes”, ha conquistado derechos. Salimos a las calles porque entendemos que es ahí donde se empezaron a gestar nuestras batallas y es un legado que debemos cuidar, expandir y hacer crecer, como en el 2021 que, con una pandemia de por medio, logramos conquistar la Ley de Cupo e Inclusión laboral Travesti trans Diana Sacayan-Lohana Berkins.

Identidad: deseo personal, colectivo y político

Nuestras identidades lo desafían todo, desde este sistema que expulsa nuestros placeres hasta eso que llamamos tiempo. Nuestras ganas de (re)construir lo que de niñes nos decían que debíamos hacer y ser, tientan al deseo para que se entregue a la búsqueda de lo que queremos hacer y ser. 

De niño jugaba a la pelota con mis compañeros de primaria, me vestía con ropa de «varón» mientras me leían cuentos de princesas que me aburrían y así me escapaba para trepar algún árbol, paredes y rejas. 

Si hablamos de desafíos personales-colectivos, descubrir la propia identidad es atravesar el asombro, las dudas, los miedos, la hostilidad, las alegrías, las tristezas, con la paciencia y no paciencia de muchas veces tener que explicar quién soy, por qué me corto el pelo, por qué tengo pinta de pibe… ¿Alguna vez las personas CisHeterosexuales se habrán sentido alerta o con temor a que no les llamen como desean, como lo sienten? Lo colectivo es nuestra resistencia, nuestra gesta política, nuestra respuesta, el ser con otres en nuestros espacios cotidianos. 

Empezar a desandar el cómo queremos llamarnos y que nos llamen no es un capricho que aparece de un día para otro. Es un proceso con une y con todes quienes nos rodean, que va dando pasos tímidos para asomar y hacerse presente en medio de una birra y permitir preguntarme, preguntarse, preguntarnos, ¿y si Vanina es Van? ¿Y si en la intimidad de esas birras que son amistad, que son también incontables formas del amor, empezamos a ser? De a poco se fue expandiendo, lo hicimos expandir, como ese teje sediento de lucha. 

Apareció Van y con él, porque sí, Van es ÉL, aparece una masculinidad. Día a día los pasos van siendo más certeros, más firmes, van trazando un horizonte y un recorrido colectivo. Me pienso, siento y palpo con otres, con mis compañeres de vida, mis amores, mis compañeres de trabajo, en el sindicato que sin titubear reconoció mi identidad autopercibida y respetó mi derecho a traducirlo en una credencial con mi nombre. Y también, siempre, me  permito seguir en la búsqueda y el encuentro con mis sueños.

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