Sultana Khaya, defensora de los Derechos Humanos y militante por la independencia del Sahara Occidental, fue arrestada por soldados marroquíes el 19 de noviembre de 2020 y obligada a permanecer en su domicilio en la ciudad de Bojador. Desde esa fecha se encuentra detenida sin orden judicial y siendo víctima de agresiones constantes de parte de las fuerzas de ocupación.
Fue golpeada, violada, le arrojaron químicos tóxicos y hasta se enfermó de Covid sin que se le permitiera recibir asistencia médica. A pesar de esto, todos los días sube a la terraza de su vivienda para ondear la bandera de su país, la República Saharaui, y desafiar a sus captores.
A pesar de la gravedad del tema, durante estos meses la repercusión internacional ha sido escasa y ningún miembro de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) intentó siquiera acercarse. Esto se debe, entre otras cosas, a que se trata de la única misión de la ONU en todo el mundo que no está obligada a velar por los derechos humanos.
Sin embargo, a mediados de marzo cuatro activistas estadounidenses lograron burlar la seguridad marroquí e ingresar a la vivienda. Debido a su nacionalidad, Marruecos pudo hacer poco para sacarlos del lugar e incluso se vio obligado a flexibilizar los controles en la zona.
Ruth McDonough fue una de las personas que logró llegar hasta Sultana y su familia. Luego de lo que vio en estas semanas y ante la amenaza de un posible desalojo, el 3 de mayo dio inicio a una huelga de hambre para intentar visibilizar la situación.
“Fui educadora durante muchos años trabajando para aumentar la comprensión intercultural y desafiar las concepciones comunes de jerarquía, poder y separación”, explicó en diálogo con Primera Línea. No obstante aclaró que esta es su “primera experiencia como activista de derechos humanos”.
– ¿Cómo fue el proceso por el cual conociste la situación del pueblo saharaui y te interesaste por la causa de Sultana?
– Debido a que he estado enseñando el idioma y la cultura árabe desde 2009, sabía que el Sáhara Occidental es un país y que aquí hay una disputa política. Pero habla de mis prejuicios que no tenía idea sobre los detalles de la historia o el desarrollo de los abusos constantes contra los derechos humanos aquí.
Recibí una llamada de alguien en mi red de colegas y amigos en febrero con escasos detalles sobre una misión para responder a una solicitud de protección civil desarmada de una familia en el Sáhara Occidental. La persona que llamó quería saber si tenía flexibilidad para viajar durante algunas semanas en marzo. Empecé a leer las cartas abiertas de Sultana (publicadas en el sitio web de Democracy Now!), y una vez que comprendí la naturaleza de lo que estaban experimentando, acepté entrevistarme como posible voluntaria.
– Sin decir nada que te comprometa ¿cómo lograron ingresar al Sahara Occidental y llegar hasta la casa de Sultana?
– La historia que contamos los cuatro es que combinamos los elementos de tierra, aire, agua y fuego para lograr este objetivo. Tal vez hicimos un túnel con el poder de la Tierra; tal vez nos lanzamos en paracaídas en el aire; existe la posibilidad de que hayamos llegado buceando en el agua; y tal vez solo aparecimos en una bocanada de humo.
Agregaré que el camino a la casa de Khaya se sintió como si estuviera destinado a ser, incluso cuando estábamos todavía en el proceso. Muchas cosas podrían haber salido mal y, milagrosamente, no fue así.
– ¿Cuál era el estado de Sultana cuando llegaron?
– Ella, junto con su hermana y su madre, estaban ansiosas por abrazarnos y darnos la bienvenida. Una vez que nos secamos las lágrimas y tuvimos la oportunidad de mirar alrededor, pudimos ver que las tres mujeres vivían en condiciones terribles.
Cuando miro hacia atrás en las fotos de ese primer día, todavía puedo ver la pesadez en la forma en que Sultana se puso de pie y mantuvo sus expresiones faciales. Parte de esa pesadez se ha disipado desde que su familia y su comunidad vinieron a animarla.
Físicamente, el estado de Sultana era muy malo cuando llegamos; tenía muchos signos psíquicos de violencia en su cuerpo, así como signos y síntomas que frecuentemente se relacionan con el trastorno de estrés postraumático. A pesar de esto, Sultana ha sido un ejemplo increíble de fortaleza, calidez y determinación tanto como anfitriona como en su activismo continuo.
La madre de Sultana fue llevada al hospital durante los primeros días de nuestra llegada para estabilizarla.
– ¿Cómo es la situación desde que ustedes llegaron? ¿Cómo ha actuado el gobierno de Marruecos?
– Aunque en las redes sociales y los medios noticiosos marroquíes informan que el asedio ha terminado y que la familia y los amigos de Sultana Khaya, así como los visitantes extranjeros, pueden entrar y salir cuando lo deseen, estas declaraciones contrastan directamente con nuestra experiencia. Hemos sido testigos de ataques a plena luz del día contra mujeres, robo de bienes personales, palizas. Yo he visto de primera mano algunas de las lesiones causadas por golpes con garrotes tachonados de clavos.
Teniendo en cuenta las amenazas que se han dirigido a los visitantes y a las mujeres que han sido golpeadas, consideramos que las fuerzas de ocupación marroquíes planean continuar con su violencia contra la comunidad saharaui.
– ¿Qué pasó en los últimos días y por qué decidiste comenzar una huelga de hambre?
– El inspirador ejemplo de Sultana Khaya y su comunidad de activistas no violentos frente a la cruel y brutal violencia de las fuerzas de ocupación marroquíes nos inspiró a considerar tácticas similares que podríamos ofrecer en solidaridad para aumentar sus esfuerzos por una paz duradera. Tim Pluta y yo informamos a los líderes locales de nuestra voluntad de comprometernos con una huelga de hambre y estamos siguiendo su ejemplo.
Actualmente estamos en el día 8 de la huelga de hambre (NdE: la entrevista se realizó el miércoles 11 de mayo). Yo estoy en huelga y mi compañero de equipo, el doctor Tim Pluta, cuidando.
Hace unos días, una ambulancia no solicitada apareció por sorpresa y personas que decían ser profesionales médicos exigieron sacarme de la casa de las Khaya. No pedimos esta intervención, y fue algo extraño que sucediera. Sultana y su hermana filmaron el incidente porque reconocieron que los hombres las habían violado durante los ataques policiales a su casa. Cuando se analizaron las grabaciones, se confirmó que se trataba de conocidos agentes marroquíes.
-¿Qué esperas lograr con la huelga de hambre? ¿Cuáles son tus objetivos?
– Esperamos mostrar la situación y lograr solidaridad y apoyo internacional para la familia Khaya, junto con la comunidad saharaui a la que representan. Reclamamos:
- El fin de las violaciones por parte de las fuerzas marroquíes a su hogar
- El fin permanente del asedio a su casa
- Que se permita que una organización internacional de derechos humanos no partidista venga a Bojador ocupada para informar sobre lo que les ha sucedido a las Khaya a manos de las fuerzas marroquíes.
Marruecos ocupó el Sahara Occidental en febrero de 1976, al mismo tiempo que el pueblo saharaui y su organización, el Frente Popular por la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Polisario), proclamaron la independencia del país. Hasta entonces, el territorio era una provincia colonial de España, pero el país europeo se retiró unilateralmente sin garantizar el proceso de descolonización al que se había comprometido ante Naciones Unidas y los propios saharauis.
Fue así que comenzó una larga guerra de liberación nacional que persiste hasta el día de hoy. En 1991 se decretó un alto el fuego bajo la promesa de un referéndum de autodeterminación avalado por la ONU y se estableció la Minurso. Pero la monarquía marroquí bloqueó sistemáticamente su realización y la comunidad internacional miró para otro lado.
Durante años el pueblo saharaui fue testigo de cómo sus recursos naturales eran saqueados y colonos marroquíes se asentaban en su país, violando el derecho internacional. Finalmente, el 13 noviembre de 2020, el Frente Polisario retomó la lucha armada.