La ciudad que no miramos
Quienes viven de un ingreso fijo, o sea la gran mayoría de les habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), viene padeciendo las consecuencias del aumento sostenido de los precios de primera necesidad. Si bien comparado con el promedio nacional la ciudad tiene una inflación un poco menor -explicada en parte por cómo realiza la medición y otro tanto por la ventaja que implica, por ejemplo, recibir subsidios por el transporte- hay dos elementos que vale la pena subrayar.
En primer lugar los indicadores de desempleo y pobreza. Según los datos de la Dirección General de Estadística y Censos porteña (DGEyC) en el primer trimestre de 2022 el desempleo fue del 8,7%. Esto significa un descenso de 1,3 respecto al mismo período de 2021 y un aumento de un punto porcentual en comparación con el trimestre previo (7,7%). Aunque el INDEC no difundió todavía los datos del primer trimestre a nivel nacional, CABA cerró 2021 con un desempleo sensiblemente mayor al promedio nacional, que fue del 7%, y que en la actualidad entre sus habitantes hay alrededor de 270.000 personas que buscan trabajo.
En tanto, la DGEyC porteña informó que desde 2019 a esta parte la pobreza multidimensional aumentó del 20,3% al 21,6%, alcanzando a poco más de 660.000 personas. Este tipo de medición contempla aspectos que van más allá de los ingresos: alimentación, salud y cuidados, vivienda y servicios, equipamiento del hogar y educación. Como sucede con la mayor parte de los indicadores, si ese dato general se desagrega por zonas el contraste es enorme: la pobreza multidimensional se eleva al 37,2% de la población de la zona sur (en 2019 era del 32,9%), llega al 19% en la zona centro y solo al 8% en la zona norte.
El otro aspecto a destacar es lo que pasa con el precio de los alquileres. Un análisis del Centro de Estudios Scalabrini Ortíz muestra que en el último año los alquileres aumentaron más del 65%, bastante por encima de la inflación general registrada hasta abril (58%). Solo en mayo, el alquiler de un tres ambientes -que cuesta $76.500- subió en promedio un 10%. A una persona que cobra el Salario Mínimo ($38.940) no le alcanza todo ese ingreso para alquilar un monoambiente, que cuesta $43.000.
Avanzan
Las principales iniciativas llevadas a cabo en el último tiempo por el Gobierno de la Ciudad (GCBA) permiten observar una serie de cuestiones clave. Por un lado, cómo se ratifican las orientaciones y prioridades que vienen caracterizando a las gestiones del PRO y cómo esas acciones empalman con intereses urgentes y estratégicos de los grupos económicos más concentrados. Por otro, cómo -más allá de los lugares comunes al respecto- el macrismo-larretismo despliega políticas para los sectores que viven en condiciones más precarias, aunque se caracterizan por evitar privilegiar como interlocutoras a las organizaciones sociales que los articulan y representan.
El GCBA presentó el Plan Empleo Joven, al que coloca como uno de sus caballitos de batalla del momento. El objetivo anunciado es que 10.000 personas de entre 18 y 24 años se inserten en el mercado laboral de acá a 2023. Por más que sus resultados están por verse, se trata de una medida de alto impacto dado que ese universo muestra un índice de desocupación mucho mayor a la media. En las comunas del sur y los barrios populares el mismo supera el 34%, en el norte baja casi a la mitad, mientras que en la zona centro roza el 21%.
En concreto, el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción se hará cargo, durante doce meses, del pago de una parte del salario de quienes obtengan un puesto. Un dato a tener en cuenta es que las empresas que se inscriban en el plan pueden ser de cualquier rubro y tamaño. Formalmente el esquema de aportes privilegiará a las mujeres y a les habitantes de los barrios del sur. Es una iniciativa que hay que analizar en tándem con las llamadas Actividades de Aproximación al Mundo del Trabajo, también apuntadas a jóvenes y a delinear los vínculos entre el sistema educativo y el mundo laboral.
La Ley de Integración Productiva e Impulso al Trabajo en Barrios Populares aprobada hace algunos días en la Legislatura, con el rechazo de la oposición, es otra de las políticas que tiene como destinatarios a los sectores más urgidos y al mismo tiempo deja ver con claridad cómo es la relación que la derecha porteña viene forjando entre Estado y empresariado. La norma busca crear un nuevo «distrito económico» en los barrios 20, Padre Mugica, Rodrigo Bueno y Playón de Chacarita. Como en el resto de los «distritos» -Joven, del Vino o Tecnológico- que impulsa el Ejecutivo local, la propuesta establece beneficios impositivos para empresas que se radiquen ahí. Éstas podrán descontar de su pago de Ingresos Brutos entre el 50% y el 80% de lo invertido. Las «actividades promovidas» son en su mayoría comerciales. Desde esos barrios las voces contrarias advirtieron sobre que la ley perjudicará gravemente a los pequeños comercios de subsistencia que abundan allí.
En el ámbito educativo, el oficialismo profundizó la confrontación con les trabajadores del sector al imponer nuevos cambios en el estatuto que regula las condiciones laborales de les docentes. Sin ningún acuerdo con los gremios más importantes, en un puñado de semanas anunció las modificaciones y las aprobó en la Legislatura. A esto hay que agregar las disposiciones emitidas por el Ministerio de Educación para impedir la incorporación de ciertas variantes del lenguaje inclusivo en los documentos oficiales de los establecimientos y en las aulas.
La CABA sigue siendo un terreno fértil para el avance incesante de los negocios inmobiliarios. Un indicador de esto es la cantidad de protestas que vienen surgiendo en diversos barrios. Desde Nuñez y Belgrano hasta Palermo y Caballito, colectivos vecinales intentan frenar transformaciones que consideran regresivas para su vida cotidiana. Vale recordar que a fines del año pasado la Legislatura aprobó convenios para la construcción de torres en siete barrios, con excepciones a la regulación vigente, a cambio de una contraprestación económica por parte de las constructoras. Todo acorde al espíritu que rige el Código Urbanístico aprobado en 2018. Pasada la pandemia, la ciudad vive una expansión notable de la construcción de viviendas orientadas a sectores con alto poder adquisitivo en barrios del corredor central y la zona norte. Si sumamos que la proporción de inquilinos viene creciendo y el precio de los alquileres sube por encima del promedio de la inflación actual, la Ciudad tiende a expulsar ya no solo a los sectores más precarizados, sino también a los asalariados que sufren, desde hace varios años, la pérdida sostenida de su poder adquisitivo.
Para darle un efecto de sentido general a todo esto el Gobierno de la Ciudad lanzó la campaña publicitaria “La transformación no para”. Caracterizada por el gran despliegue y estructurada más a partir de menciones generales -al transporte, a la construcción de escuelas, a la integración de barrios populares- que por grandes anuncios esta, a su vez, le da marco al lanzamiento de Horacio Rodríguez Larreta como candidato a presidente. Remitiendo a una consigna que le permite seguir ligado a la idea del “cambio”, el jefe de Gobierno alimenta la imagen de un gobierno local hiperactivo en oposición a un gobierno nacional empantanado al que le cuesta mostrar resultados concretos.
Resistencias
A los conflictos que se vienen dando en algunos barrios, hay que sumar las movilizaciones que organizaciones sociales, sindicales y políticas han llevado a cabo en las últimas semanas para realizar diferentes reclamos, exclusivamente, al Gobierno de la Ciudad.
Organizaciones territoriales y de la economía popular confluyeron en una masiva marcha para demandar respuestas ante la crisis social y económica. La Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR) protagonizó acciones para pedir la apertura de paritarias y el mejoramiento de los centros verdes, una de las cuales terminó en represión. ATE-Capital, la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), el Sindicato de Trabajadores Judiciales (SITRAJU-CABA) y la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) encabezaron una jornada de lucha que incluyó una movilización para exigir la constitución de una mesa paritaria e instancias de diálogo para tratar temas urgentes.
Los gremios docentes no lograron generar una respuesta contundente a la reforma del estatuto, aunque el paro realizado el día de su aprobación en la Legislatura fue importante. Asimismo, tuvieron una respuesta diferente ante el cierre de la paritaria del sector. Mientras fueron varios los sindicatos que definieron como insuficiente el aumento del 60%, Ademys terminó convocando un paro de actividades por su cuenta.
Entretanto, organizaciones que integran el Frente de Todos realizaron una caravana de la juventud, que consistió en una movilización a la sede del Gobierno porteño para hacer visibles demandas multisectoriales.
Todas estas acciones, que en general transcurren lejos de los primeros planos mediáticos, muestran experiencias de articulación que no hay que subestimar. Al mismo tiempo, hay que decir que también evidencian una capacidad de convocatoria disímil y un grado alto de fragmentación.
La actualidad dispar de los principales espacios políticos
Horacio Rodríguez Larreta terminó de lanzarse a la pelea para ser candidato a presidente en 2023. Esto se ve en sus viajes al exterior, el creciente involucramiento en debates sobre temas nacionales y en las apariciones en otros distritos. En ese plano, el jefe de Gobierno deberá resolver las tensiones y disputas que hay en su partido. Si es por las encuestas, la pelea entre Larreta, Bullrich y Macri no está resuelta.
Más allá de las disputas personales, esa interna abarca cuestiones de estrategia política. Puntualmente qué actitud asumir ante el crecimiento de los libertarios y el posible drenaje de votos por derecha. Pero ambas cosas van de la mano. Larreta es el único en el PRO que puede apostar a construir una imagen de buen gestor y desde ahí sumar endurecimiento. Ahí también entra a jugar lo que pueda pasar con la UCR, el principal aliado del PRO en la Ciudad y a nivel nacional. Y la UCR es más funcional al esquema que necesita Larreta que al de sus compañeros de partido.
Por ahora, aplica una fórmula: mucha publicidad para mostrar gestión + gestos de confrontación. Para eso tiene que tomar parte de la agenda de los libertarios y del empresariado más duro y sumar peleas con el Frente de Todos. Incluso si eso le hace perder algunos puntos en el interior, como la batalla judicial por la coparticipación que deberá resolver la Corte Suprema o el debate sobre los subsidios a las líneas de colectivo que funcionan en el distrito.
En este sentido, la figura de Larreta tiene por delante un desafío importante que viene del resto del país, que se expresa en la acción coordinada de gobernadores y en un imaginario anti-porteño que algunas de sus acciones pueden terminar reforzando. Por esa razón no es de extrañar que el GCBA se las arregle para realizar gestos “federales” desde su política cultural.
En la ciudad la pelea por suceder a Larreta tiene a varios competidores en línea de largada. Del lado del PRO están Jorge Macri, que dejó su puesto de intendente en Vicente López para ser el Ministro de Gobierno porteño, y les ministres Soledad Acuña y Fernán Quirós. Tampoco hay que descartar a María Eugenia Vidal. Sea quién sea, todo indica que tendrá que dirimir la candidatura con Martín Lousteau, quién adelantó que va a ir por la jefatura de Gobierno, como hizo en 2015.
Lousteau no solo encabeza, junto a Emiliano Yacobitti, al revitalizado radicalismo porteño, además cuenta actualmente con algunos espacios importantes en la estructura del Gobierno de la CABA que le permiten estar involucrado en la gestión del día a día: como el Banco Ciudad, la Secretaría de Ambiente y el Ministerio de Desarrollo Económico, a cargo del economista radical, José Luis Giusti.
El FDT, por su parte, sufre los efectos de la interna a nivel nacional, cosa que se agrega a las limitaciones históricas del peronismo local. Las elecciones de medio término no sirvieron para resolver la ausencia de un liderazgo fuerte ni terminaron instalando ninguna figura con peso específico que cumpla ese papel de articulación y de vocería, al menos parcialmente. El conflicto social no tiene el volumen necesario para generar un efecto de reactivación y relanzamiento.
La foto del presente de la capital del país muestra a un Gobierno que no tiene contendientes de peso en el escenario político. Con sus iniciativas marca los tiempos y condiciona la acción de sus adversarios en el terreno social, político y cultural. Además encuentra las formas para relanzarse al tiempo que Larreta empieza a mover las fichas para su campaña presidencial.
En la coyuntura actual, a diferencia de otros momentos no tan lejanos en los que la hegemonía neoliberal en la ciudad mostraba más fisuras, las disputas políticas más relevantes parecen estar más ubicadas en el campo del macrismo y sus aliados que en la confrontación con sus oponentes.