Texto y contexto
Cristina cerró un encuentro de la CTA encabezada por Hugo Yasky, sin dudas uno de los dirigentes sindicales más cercanos, y tuvo en primera fila a funcionarios y a gremialistas claramente alineados con su figura y otros con los que ha reconstruido vínculos, como Pablo Moyano. También hubo espacio para unos cientos de militantes, de diversas organizaciones, que la fueron a escuchar en vivo y en directo. En síntesis, peronismo bonaerense y sindicalismo cercano, una foto que a la postre no sería casual. Y una conclusión: todo tuvo la simbología de un acto de campaña.
La presencia de Jorge Ferraresi, ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat fue otro dato a tener en cuenta. El intendente de Avellaneda, de licencia en ese cargo, de estrecha relación con Cristina, había dado señales de autonomía a la hora de moverse en el campo minado del gabinete nacional, con algunos gestos claros de respaldo a Alberto Fernández incluidos.
Esta fue la tercera intervención pública fuerte de Cristina en un mes y medio. En la clase magistral que dio en la Universidad Nacional del Chaco Austral y en el acto por los cien años de YPF, que compartió con Alberto Fernández, trazó dos grandes ejes. Primero, la reivindicación de sus dos gestiones al frente del Ejecutivo, incluyendo referencias explícitas a las ventajas del capitalismo como orden social y económico. Por tanto, despejó cualquier duda -entre propios y extraños- en relación a cuál es su horizonte político y conceptual. Segundo, la crítica al rumbo del Gobierno, más o menos frontal, según el caso. En la provincia norteña además había advertido que el Frente de Todos está atravesado por debates políticos y no por peleas.
Este tercer discurso se dio en un momento marcado por algunos hechos clave: el affaire Kulffas y todas las idas y venidas vinculadas a la construcción del gasoducto Néstor Kirchner; la incertidumbre alimentada en las últimas semanas por el vencimiento de deuda pública en pesos; y la participación de Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas, planteando una posición crítica. Todo esto mientras la coalición de gobierno parece institucionalizar un modo de funcionamiento que proyecta una estabilización frágil, pero estabilización al fin: la tregua.
Esta vez, Cristina le dedicó un buen tiempo a un tercer elemento: la responsabilidad del macrismo y de ciertos sectores del empresariado en las dificultades que atraviesa el país. Y aportó una afirmación importante: “la continuidad del FDT no está en duda”.
Aunque no se puede obviar el hecho de que la manera -nunca inocente- de referirse a la cuestión de “los planes sociales”, inclinó la balanza a la hora de delinear las posibles repercusiones y de condicionar una decodificación con fuerte anclaje en la interna, vale recordar que el discurso tuvo un título que convoca a discusiones de fondo: “Estado, mercado y precios: producción, trabajo y política social en una Argentina bimonetaria”. Entonces, retomando el guante, ¿qué dijo sobre esos temas?
La inflación
Para Florencia Gutiérrez, integrante del Centro de Economía Política (CEPA), el planteo que hizo Cristina sobre la inflación es interesante, principalmente, por cómo presenta una lectura alternativa a los diagnósticos centrados en la cuestión fiscal y monetaria, que tanto circulan por los medios y que proponen el ajuste y la recesión como vías de solución. “En realidad el problema es mucho más complejo, creo que ahí apunta la vicepresidenta cuando muestra los datos de otros países”, señaló en diálogo con Primera Línea. Y añadió que el ejemplo más contundente de la inviabilidad de ese otro enfoque es lo que pasó en 2019, cuando hubo “un nivel de déficit primario y de emisión que tendieron a cero y una inflación del 53,4%”.
Según la economista, la visión de CFK desplaza la atención hacia el carácter “desequilibrado” de la estructura productiva argentina, lo que explica la recurrente restricción externa -es decir la falta de divisas para afrontar las distintas demandas que existen-, y lleva a “poner el foco en la necesidad de cuidar los dólares porque la falta de reservas conlleva a una ampliación de la brecha cambiaria, eso se traslada a precios y alimenta las presiones devaluatorias”. En esa línea, también resalta que en su último discurso la vicepresidenta volvió a hacer hincapié en “el comportamiento de ciertos agentes económicos que en un contexto de incertidumbre suben los precios porque no hay controles y sacan ventajas en la puja distributiva”.
Francisco Cantamutto, Investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional del Sur, también evalúa como un aporte el señalamiento de la ex presidenta respecto de las múltiples causas internas y externas que explican el actual ciclo inflacionario, frente a los discursos simplificadores que repiten las fórmulas neoliberales. Pero subraya que en sus palabras hubo elementos ausentes y algunos puntos polémicos. En primer lugar, a su juicio no hay mención al acuerdo actual con el FMI que “obliga a estar devaluando”. En segundo término, Cristina habló de una posible incidencia de “los cuellos de botella en la capacidad de producción y el exceso de demanda” a nivel interno, cosa que descartó, pero -según Cantamutto- no tuvo en cuenta que “los cuellos de botella sí están presentes a escala internacional”, cosa que está generando una inflación de “carácter estructural” que es previa a la guerra de Ucrania. En tercer lugar, a su modo de ver, apareció una visión sobre la relación entre inflación y monopolios que es problemática. “En rigor los monopolios no generan inflación, sí tienen capacidad de aprovechar la inflación para aumentar los márgenes de ganancias más velozmente, algo que está claro en el contexto actual, en el que han aumentado sus ganancias, incluso con este gobierno”, completó el economista.
Los planes sociales y la cuestión del empleo
Sobre el punto que más repercusión tuvo, Gutiérrez dijo que el planteo de Cristina es “claro y coherente”. Y eso es “independientemente de que pueda chocar internamente con algunos sectores de los movimientos sociales”. Según la economista del CEPA, “los programas sociales son de contención y esa tiene que ser su función”, pero también hay que pensar en que los trabajadores de estos programas “se puedan integrar en la economía formal o en formalizar la economía popular, y que sea el Estado el que cumpla el rol de formalizarla”. Y agregó: “Los programas sociales van a seguir estando porque hay mucha gente que necesita contención, pero el otro camino es profundizar el camino del trabajo registrado”.
Asimismo, evaluó que de hecho es algo que está pasando: “Estamos en una tasa de desempleo del 7%, que es como la de 2015, se logró reducir 3,2 puntos el nivel de desocupación respecto del primer trimestre de 2021, se generaron más de 90.000 puestos en el sector privado registrados”.
En tanto, Cantamutto sugiere analizar los dichos de CFK sobre esta cuestión en dos planos. Por un lado, recuerda que “durante el período 2002-2015, de fuerte crecimiento, si bien mejoraron todos los indicadores del mercado laboral, lo cierto es que no fue suficiente para absorber toda la mano de obra disponible”. Por lo tanto, en su opinión “se trata de que el Estado ayude a consolidar el poder construido por las organizaciones en los territorios, que se reconozca el trabajo que hacen y que se valorice la actividad que realizan, incluso que se monetaricen”. Y, en esa línea, asegura que “las discusiones sobre salarios complementarios o universales son un rumbo adecuado”.
Por otro lado, el investigador del CONICET, advierte sobre lo problemático que resulta poner en cuestión el rol de las organizaciones de la llamada economía popular en medio de una “ofensiva generalizada de la derecha contra ese sector”. Inclusive “cuando no fuera la intención, hay que decir que se monta en un contexto discursivo que no ayuda”.
La perspectiva
Finalmente, respecto a las propuestas de acción que se derivan del discurso en la CTA, la economista del CEPA considera que, en esencia, aparece una orientación urgente dada por “la necesidad de articular las diferentes áreas económicas, tanto la AFIP, como la Aduana, como el Banco Central para que, en este contexto, en el que se da la mayor liquidación de la cosecha gruesa, y en donde es necesario acumular reservas, se pueda controlar la salida de dólares”.
En tanto, el docente de la Universidad Nacional del Sur, coincide en que las líneas de acción sostenidas por Cristina se pueden resumir en coordinar mejor para controlar más. A lo que agrega que ponerle un límite a la sangría de recursos “no solo es clave para frenar la dinámica inflacionaria, sino también para poder lograr que la reactivación en curso tenga una mejora distributiva”. Y yendo un paso más allá asegura: “Esto nos lleva a un tema más estructural, porque la cúpula empresarial en los últimos treinta años -incluso durante los gobiernos kirchneristas- concentró cada vez más poder, a nivel de la producción y sobre todo por el control del comercio exterior y la toma de deuda”. Por eso concluye que “la necesidad de control de ese poder económico también es clave por la capacidad de veto de políticas económicas y sociales que posee. Esa batalla tiene que ver con herramientas de política económica, pero también con la necesidad de construir un discurso que vaya contra esas corporaciones”.
Habló Cristina y todavía se sienten las repercusiones. Eso habla de la relevancia de su figura, pero también de un momento caracterizado por la necesidad de renovar una narrativa emancipatoria que, por estas latitudes, sufre una pérdida de vitalidad que se expresa en una profunda crisis de horizonte.