Política Ago 6, 2022

En zona de confort

El gobierno porteño logra imponer su agenda sin mayores inconvenientes, dejando que los reclamos por la situación económica recaigan en el Ejecutivo nacional. Así, Horacio Rodríguez Larreta convierte su gestión en campaña electoral hacia 2023.
Coordinador de Futura-Laboratorio de Ideas

La inflación sí discrimina

El aumento del costo de vida en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) sigue su curso como ocurre en todo el país. Obviamente representa un factor de malestar permanente, aunque con una particularidad: es un problema respecto del cual, en términos generales, el Gobierno de la Ciudad suele quedar al margen de toda responsabilidad.

Si bien, comparados con lo que pasa a nivel nacional, la inflación en la CABA queda por debajo del promedio (61,8% contra 64% anual, hasta el mes de junio), es importante remarcar dos elementos. Si se toman los últimos datos disponibles, tanto el precio de los alimentos (5,5%) como de los alquileres (7,2%) volvieron a subir por encima de la inflación general del distrito (5,1%). 

Lo primero es determinante para los sectores con menos ingresos (posean o no un empleo formal) y demanda acciones específicas que el Gobierno porteño podría incorporar con fuerza, pero que sólo asume de manera marginal. Lo segundo es muy relevante en una ciudad en donde más de un tercio de la población alquila una vivienda -un universo que casi duplica el promedio nacional- y en la cual más de un 10% sufre déficit habitacional (vive en villas, casas tomadas y hospedajes transitorios). Mientras tanto, la rentabilidad para quienes cobran por ese alquiler muestra una suba importante en los últimos meses. 

A esto hay que sumar que la Ciudad evidencia una tendencia contradictoria. Mientras el valor de las propiedades baja y las operaciones de compra/venta de inmuebles merman, según datos oficiales la construcción de espacios nuevos sigue creciendo. Algo que muestra la autonomía de esa actividad respecto de lo que ocurre con las posibilidades reales de acceder a una vivienda propia. En todo caso, lo que manda es la búsqueda de los sectores más pudientes por preservar el valor de sus excedentes en tiempos de alta inflación y la especulación de los grandes capitales que tienen margen para apostar con subas a futuro.  

En suma, toda una problemática sobre la cual, a diferencia de lo que ocurre en grandes ciudades occidentales como Berlín o Barcelona, el macrismo-larretismo ha dado sobradas muestras de no pretender ningún tipo de regulación. Su política se remite a facilitar la ampliación de la lógica del negocio inmobiliario a pesar del rol nocivo que juega respecto de las posibilidades de acceso a la vivienda digna para los sectores de la población que viven de su trabajo.   

Un oficialismo en expansión 

Durante las últimas semanas, el Ejecutivo de la Ciudad no encontró obstáculos para resolver en la Legislatura algunas situaciones importantes para el corto y mediano plazo. A diferencia de lo que pasa a nivel nacional, con un Gobierno que no pudo aprobar su presupuesto en el Parlamento, el gobierno local aplacó algunas tensiones internas (y agitó otras en el Frente de Todos) para conseguir la ampliación del presupuesto actual. También pudo destrabar la construcción del parque lineal sobre la avenida Honorio Pueyrredón, que venía siendo rechazada por colectivos vecinales y frenada por la Justicia. Ambas acciones tienen alcances bien distintos, pero suman a la imagen de un Gobierno capaz de avanzar sin contrapesos. 

En paralelo, el oficialismo sigue demostrando la capacidad de abarcar todo el espacio discursivo posible. En este caso, dándole a la cuestión ambiental un lugar central. El inicio de varias obras del Plan Calles Verdes, la difusión de acciones ligadas al reciclado o la forestación en varios puntos de la ciudad, forman parte de esa estrategia que combina la preocupación por el ambiente y la apertura de espacios de participación vecinal. 

Esta impronta puede leerse en una doble clave. La más obvia: en octubre la CABA va a ser sede de la Cumbre Mundial de Alcaldes, evento que tendrá como principal eje de debate la situación ambiental de las ciudades. Pero si se mira hacia atrás, es un aspecto que forma parte de una perspectiva que viene siendo asumida por las gestiones neoliberales de la CABA desde hace tiempo y que empalma con el discurso global que considera compatibles ciertas medidas de mitigación del cambio climático con el desarrollo capitalista. Sin ir más lejos, el Plan Calles Verdes está enmarcado en la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU. 

Ampliar la capacidad de interlocución no implica descuidar el núcleo duro. En una puesta en escena que busca reforzar su imagen de funcionario comprometido con la cruzada contra la delincuencia, Horacio Rodríguez Larreta le puso el cuerpo al anuncio más importante que hizo en materia de seguridad durante las últimas semanas. El jefe de Gobierno presentó nuevos canales para denunciar delitos vía telefónica, en cabinas especiales y mediante un código QR. 

Más allá de las temáticas y de los destinatarios, vista de conjunto, la acción del oficialismo porteño se rige por dos grandes criterios: construir “una gestión moderna” que se presenta como sinónimo de eficiencia y la puesta en práctica de una particular concepción de la participación, basada en una ciudadanía “colaboradora” más que protagonista de grandes decisiones.

Demandas que sí se escuchan 

En medio de la agudización de la crisis financiera y de un nuevo pico inflacionario, las demandas socioeconómicas tienden a concentrarse en el Gobierno nacional. Es una dinámica que se repite ante ese tipo de escenarios y que se da como algo obvio, incluso al interior del campo popular y las izquierdas locales. Analizar las razones históricas y políticas de esa dinámica es algo interesante y requeriría de mucho más espacio. Digamos por ahora que es un modo de funcionamiento de la protesta social que favorece al oficialismo porteño.  

Si miramos más allá de las grandes manifestaciones que pueblan el centro político del país, las últimas semanas volvieron a mostrar cómo el eje vivienda, hábitat y ambiente oficia como uno de los terrenos principales en donde se juega la disputa entre el modelo de ciudad neoliberal encarnado por el oficialismo y los gérmenes de alternativas que representan organizaciones sociales y vecinales. La relevancia de la agenda vinculada a ese eje no solo se percibe en las acciones de resistencia relacionadas con la defensa del patrimonio natural y edilicio, y en la pelea por más espacios verdes o contra el avance de los grandes proyectos inmobiliarios, sino también en el peso asignado por el gobierno porteño a las iniciativas antes mencionadas. 

Junto con esto, no hay que perder de vista otros focos de reclamo permanente. Desde  las comunidades educativas que siguen activando por los problemas edilicios, la calidad de la comida que reciben les estudiantes de todos los niveles y el recorte en la educación especial. Hasta los profesionales de la salud que en el último tiempo luchan contra el vaciamiento del sistema de salud mental y las organizaciones sociales que reclaman más recursos para atender a las personas en situación de calle.  

La campaña de la campaña 

Horacio Rodríguez Larreta es el único presidenciable de la oposición que está verdaderamente en formato campaña. Esto se explica por varias razones. Entre ellas, porque en su territorio no tiene grandes conflictos en curso, ni en el frente interno ni en el externo, y porque puede aprovechar las iniciativas locales para darles rebote nacional. 

Con una estructuración política en las provincias que está en pleno desarrollo, Larreta evita debatir con sus competidores al interior de Juntos por el Cambio y sube el perfil de opositor polarizando directamente con Cristina Kirchner, sabiendo que el ascenso de Sergio Massa puede significarle algún problema a futuro. 

Durante el último mes se tornó más evidente que el jefe de Gobierno porteño hará campaña con la política que hace desde la CABA: programas culturales que se abren al resto del país; acciones para mostrar su política de seguridad como un modelo replicable; eventos internacionales para seguir construyendo a la Ciudad de Buenos Aires como una marca ligada a la modernidad y el cosmopolitismo.

Si, como en la guerra, uno de los secretos de la política es lograr imponer condiciones que incomoden a las fuerzas adversarias y faciliten el despliegue propio, parece que la derecha porteña va por buen camino. Actualmente puede hablar casi exclusivamente de los temas que le son más cómodos y mostrar lo que le conviene de su gestión, casi sin costos ni replicas de peso. Tal como ocurre en cualquier competencia, habrá que contarle virtudes propias y también debilidades ajenas.

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