Vivimos una nueva carrera lunar. Así como en la década de 1960, pero en este caso el rival de EE.UU. no es la Unión Soviética. Tampoco lo es Rusia, sino la sorprendente e implacable China.
Es que los chinos ya hicieron públicas sus intenciones de llevar a sus astronautas a la superficie lunar en la década de 2030. Parece algo lejano, pero la fecha lentamente se aproxima y le mete presión a la NASA.
Del lado norteamericano, el programa tripulado lunar se llama Artemis. Su primera misión, la Artemis 1 ha sufrido dos intentos de lanzamiento fallidos a finales de agosto y principios de septiembre. En el primer intento lograron llenar de combustible al cohete SLS, el más poderoso de la historia. Sin embargo, uno de sus motores no registró la temperatura correcta y a unos 40 minutos del despegue se decidió darlo por abortado. En el segundo intento ni siquiera lograron llenar el vehículo con el hidrógeno líquido que se usa para impulsarlo; una fuga les aguó el lanzamiento.
Las opciones
La NASA por estos días se debatía entre reparar el SLS en la misma plataforma de lanzamiento o llevarlo de nuevo al hangar. Cada una de estas opciones tiene sus beneficios y puntos en contra.
En caso de mantener el vehículo en la misma plataforma, las reparaciones son más difíciles de llevar a cabo ya que se trabajaría a la intemperie, con temperaturas extremas de hasta 40 grados centígrados durante los arduos días de verano en Florida y sus consiguientes tormentas. Mantenerlo en la plataforma tiene una gran ventaja y es que allí la NASA cuenta con el equipamiento que les permitiría probar que no haya nuevas fugas. Es decir, que pueden intentar la reparación y hacer pruebas todo en un mismo sitio.
Por otra parte, llevar el vehículo al hangar supone una gran ventaja. Es que el cohete SLS cuenta con un sistema de terminación de vuelo conocido como FTS. Este sistema no es ni más ni menos que un explosivo que se puede detonar a distancia. Parece un artilugio salido de una película de James Bond, pero se trata de un mecanismo de seguridad que se activa remotamente en caso de que el cohete se desvíe de su trayectoria planeada y pudiera impactar una zona poblada. Este sistema FTS tiene unas baterías cuya vida útil ya está cercana a expirar. En el hangar la NASA podría fácilmente cambiar las baterías o recargarlas. Esto es algo que no se puede hacer en la plataforma de lanzamiento.
El plan
Este jueves 8 de septiembre, durante una conferencia de prensa, la NASA anunció que efectivamente intentará realizar las reparaciones del SLS en la misma plataforma. El sábado 17 de septiembre será la fecha en la que hagan una prueba para ver si las reparaciones fueron exitosas o si hay nuevas fugas.
¿Y las baterías del FTS? La NASA está confiada en que tengan aún suficiente carga y puedan lograr una extensión de su vida útil de manera tal de evitar tener que llevar el cohete de nuevo al hangar. En caso de que logren certificar estas baterías para unos días más, las potenciales fechas de lanzamiento serían el 23 o el 27 de septiembre.
En resumen, para intentar lanzar en dichas fechas tienen que pasar dos cosas: por un lado que las reparaciones realizadas en la misma plataforma sean exitosas y por otra parte que las baterías del sistema FTS sigan con suficiente carga. Si alguna sale mal, entonces no quedará otra que regresar el vehículo al hangar en una lenta operación que sumaría semanas de retrasos para una NASA bajo la lupa.