Desde la década de 1970 que la NASA no tenía un vehículo listo para llevar tripulación hasta la Luna y traerla de regreso. La última vez fue en diciembre de 1972, hace casi exactamente 50 años. La guerra en Vietnam, la crisis del petróleo, los problemas sociales y la falta de interés general complotaron para que el presupuesto de EE.UU. se redirija hacia otras prioridades.
Languideciendo, los planes de la NASA durante las siguientes décadas se restringieron a la exploración en órbitas bajas. Ejemplos de esto son el Transbordador Espacial, la puesta en marcha del Telescopio Hubble y la construcción de la Estación Espacial Internacional, entre otros logros.
Sin dudas se trató de décadas de grandes avances. Sin embargo, las ganas de volver a poner seres humanos en la Luna nunca se fueron… simplemente el presupuesto no acompañaba. Y es que ir a la Luna es extremadamente más complejo que ir al espacio cercano.
Para ponerlo en perspectiva: la Luna está a unos 400.000 kilómetros de distancia; la Estación Espacial Internacional está nada más que a 400 kilómetros. Esto presenta desafíos únicos para el viaje lunar, tales como la cantidad de combustible necesario, la radiación a la que se expone la tripulación y las demoras en la comunicación.
Vivimos estos días un nuevo escenario de polaridad global con China acechando a EE.UU. como principal potencia mundial. Aclaremos que Rusia también tiene un legado enorme en la historia de la cosmonáutica, pero sus esfuerzos recientes en el área no presentan grandes ambiciones. En este contexto se está dando una nueva carrera hacia nuestro satélite natural. Y EE.UU. quiere ganarla nuevamente a toda costa.
Para lograrlo construyó el cohete Space Launch System (SLS), este es capaz de llevar a cuatro astronautas hasta la Luna y regresarlos. Este nuevo programa espacial fue bautizado Artemisa en honor a la hermana gemela del dios griego Apolo quien diera nombre a la gesta lunar medio siglo antes.
Pero el SLS es un cohete víctima de su contexto. Mientras que el programa Apolo contaba con extensos recursos y una billetera sin límites, Artemisa tuvo que rebuscárselas y reutilizar partes de vehículos pre-existentes que sobraron de la época del Transbordador Espacial. Este nuevo cohete estilo Frankenstein no deja de ser enorme y poderoso, pero es también al mismo tiempo extremadamente complejo y hasta añoso.
Los primeros intentos de hacer despegar al SLS en agosto y septiembre de este año fracasaron debido a problemas técnicos en sus motores y en sus líneas de carga de combustible. La NASA creyó resolver estos desperfectos y se preparaba para intentar lanzarlo cuando llegó una alerta meteorológica que obligó a guardarlo en su hangar. Esto no es tarea sencilla ya que el camino de 5 kilómetros hasta su zona de resguardo lo hace montado en un vehículo tipo oruga que lo expone a todo tipo de vibraciones.
A pesar de los riesgos, resguardar al SLS fue la decisión correcta en aquel momento. La tormenta que se avecinaba continuó creciendo hasta convertirse en un huracán de categoría 4 conocido como Ian y el cual se cobró la vida de al menos 100 personas en el estado de Florida.
Bien guardado en su hangar, afortunadamente el cohete se salvó de lo peor de la tormenta. Ya que estaba allí, la NASA aprovechó el mes entero de octubre para realizar otras comprobaciones y mejoras tales como recargar las baterías.
Finalmente el día 4 de noviembre el cohete salió nuevamente a bordo de su oruga con destino hacia la plataforma de lanzamiento con el objetivo de ser lanzado diez días después. No pasaron ni tres jornadas y llegó una nueva alerta meteorológica. En este caso la NASA consideró que se trataba de una tormenta menor y, como no había mucho tiempo para volver el cohete de nuevo hacia el hangar, decidió dejarlo en la misma plataforma. La fecha de lanzamiento pasaría del 14 al 16 de noviembre debido a que el viento y la lluvia impedía llevar a cabo las tareas de preparación para el despegue.
Lamentablemente la tormenta “menor” terminó teniendo ráfagas que ampliamente superaron los 100 km/h en la noche del 9 de noviembre. Recién el día viernes 11, la NASA pudo inspeccionar el daño en persona y brindó una conferencia de prensa. Aparentemente el cohete no tuvo mayores daños y la fecha de lanzamiento del 16 de noviembre a la madrugada sigue en pie.
El pronóstico meteorológico indica que será una noche apacible, con poco viento y con menos de 5% de chances de lluvia. Esperemos que esta tercera vez sea la vencida para el cohete que superó ya dos huracanes y cuyo único anhelo es salir volando pero por sus propios medios.