El pasado miércoles 16 de noviembre a la madrugada despegó por primera vez el Space Launch System (SLS). Este cohete, el más poderoso en la historia de la NASA, llevaba como carga principal a la nave Orion. Es la primera vez que una nave con capacidad para llevar astronautas parte con rumbo a la Luna en 50 años.
En esta ocasión viaja vacía, de tal manera de probar todos los sistemas para una eventual segunda misión que llevará a cuatro astronautas con destino a orbitar nuestro satélite natural.
Se trata de una carrera para poner humanos en órbita lunar de la que participan tres contendientes. Por un lado el programa Artemis de los estadounidenses y sus socios canadienses, europeos y japoneses. Por otro lado está el ambicioso programa lunar chino, que inicialmente tenía previsto llevar tripulación a partir de 2030 pero podría adelantarse. Por último está la misión enteramente privada llamada Dear Moon (querida luna), la cual es auspiciada por el multimillonario japonés Yusaku Maezawa.
Yusaku ya visitó la Estación Espacial Internacional el año pasado, pero se ve que su pasión por el espacio (y su billetera) lo incitan a viajar aún más lejos. Inicialmente pensada para 2023, la misión Dear Moon aún no tiene fecha concreta de lanzamiento. Esto se debe a que el plan es hacerlo a bordo de una Starship, el más reciente vehículo de SpaceX, el cual aún no se encuentra operativo.
El exitoso lanzamiento de Artemis 1 y el hecho de que la misión avanza casi sin incidentes, hacen pensar que esta carrera será una vez más ganada por los norteamericanos. Sin embargo, todavía resta mucho camino por recorrer y si hay algo que caracteriza a las misiones espaciales son los retrasos y los imprevistos de todo tipo.
La nave estadounidense se encuentra por estos momentos a unos 70.000 km por detrás de nuestro satélite gris. Se trata de un récord de distancia para una nave con capacidad de llevar tripulación. Y la Orion cuenta con 16 cámaras, algunas ubicadas en su interior y otras en su parte externa. La NASA ha ido publicando, en algunos casos en directo, las impactantes imágenes de la nave con la Luna y la Tierra en la lejanía.
La misión tuvo algún que otro imprevisto, pero ninguno de relevancia. El primero fue el estado en el que quedó la torre de lanzamiento tras sufrir la inclemencia de los motores del cohete más poderoso de la actualidad. Se sabía que sufriría daños, pero recién varios días después la NASA publicó imágenes de la misma. El daño mayor se lo llevaron los ascensores, cuyas puertas fueron sacadas de las bisagras por la onda expansiva del lanzamiento. La agencia espacial comunicó de todas formas que las reparaciones no pondrán en riesgo el cronograma de lanzamiento previsto de Artemis 2 para 2024.
Otro importante susto se vivió el pasado 23 de noviembre cuando los equipos en tierra perdieron todo tipo de contacto con la nave por casi una hora. Los motivos de esta interrupción en la señal aún no se conocen y están bajo investigación, pero Orion se encuentra estable y este corte en las comunicaciones no supusieron un riesgo para la misión ni sus objetivos.
La principal prueba que le resta atravesar será el 11 de diciembre cuando sabremos qué tan bien funciona su escudo térmico durante el regreso. Este se encuentra en la parte inferior de la cápsula y tiene 5 metros de diámetro. Es el componente que irá de frente y usará la resistencia del aire para ir frenando cuando haga su ingreso a la atmósfera terrestre llegando con una velocidad aproximada de 40.000 km/h. Para poner en perspectiva este número, va tan rápido que podría darle la vuelta a nuestro planeta en tan sólo 60 minutos.
Será la nave más rápida en ingresar a nuestro planeta desde la era Apollo. Y esta vez el escudo térmico no se compone de una única pieza, sino de múltiples bloques unidos como si fueran ladrillos. Es una tecnología que nunca fue probada a estas velocidades, y en caso de fallar la nave simplemente se desintegraría por las altas temperaturas.
Finalmente, una de las novedades en este vuelo es Callisto, un asistente virtual que en futuras misiones permitirá que la tripulación controle la nave con comandos de voz. Sólo resta esperar que la NASA haya aprendido la lección y no de rienda suelta a la inteligencia artificial como la maldita HAL de 2001: Odisea del espacio.