El mundo Dic 3, 2022

“Marruecos me impide ejercer mí derecho humano a volver a la tierra que me vio nacer”

Mohamed Salem Buchraya es considerado “el decano” del periodismo saharaui. A los 75 años padece un cáncer terminal y su deseo es morir en su patria, el Sáhara Occidental. En diálogo exclusivo con Primera Línea reconstruye parte de su historia que es, también, la de su pueblo.

A las 13 horas del 12 de noviembre de 2022 un avión de la aerolínea Binter de las Islas Canarias aterriza en El Aaiún, capital del Sahara Occidental, ocupado ilegalmente por Marruecos desde 1975. Entre los pasajeros se destaca un hombre de avanzada edad, ciego y en silla de ruedas.

Mohamed Salem Buchraya, periodista, histórico locutor de la Radio Nacional Saharaui y militante por los Derechos Humanos, regresa a su patria luego de 47 años. Diagnosticado con un cáncer de vejiga en fase terminal, ha decidido viajar a su país y pasar sus últimos días con sus familiares y amigos.

Nacido en 1947 en lo que era la colonia española del Sahara Occidental lleva pasaporte de la nación ibérica. En el aeropuerto, acompañado por algunos parientes, es recibido con cordialidad y rápidamente se tramita su ingreso. Debido a su estado de salud, afirman las autoridades; no obstante la sospecha indica que no querían que fuera visto por los saharauis que se acercaron al lugar a recibirlo.

Lo que vino después fue una sucesión de violaciones a sus derechos. Gracias a la colaboración de uno de sus sobrinos y a través de mensajes de Whatsapp, relató a Primera Línea lo sucedido.

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– Recientemente ha sufrido un acto aberrante de parte del gobierno de Marruecos que lo expulsó de su propio país ¿podría resumir brevemente para el público argentino qué fue lo que pasó desde que llegó al aeropuerto de El Aaiún hace algunas semanas?

– Tras un periodo de internación en el hospital de Lanzarote donde fui diagnosticado de un cáncer con metástasis y después de que los doctores me dijeron que lo único que me podían ofrecer es tratamiento paliativo, el pasado día 12 de noviembre decidí, en compañía de unos familiares, regresar a mí tierra, y pasar lo que me quede de vida junto a mi familia en mi ciudad natal: El Aaiún. Al llegar al aeropuerto pasé el control de pasaportes sin problema, pero justo llegando a la casa familiar nos comunican que debo regresar para formalizar un pequeño trámite que se había pasado por alto y que era cuestión de minutos. Dado que el trato fue correcto en la entrada, nada me hizo sospechar lo que luego ocurrió. 

Fui acompañado por un familiar y al llegar al aeropuerto me hicieron pasar a una dependencia. Me separaron y me deportaron en el mismo avión en que vine, sin acompañante y en una silla de ruedas, con una sonda, sin ninguna explicación. No entiendo cómo el comandante del avión de Binter pudo admitir a un pasajero en esas condiciones. 

Al llegar al aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria esperé tres horas, sin ninguna explicación ni atención médica. Después de mucho insistir dejaron pasar a mi sobrina que reside en la isla. Al ver mi estado solicitó un ambulancia para mí traslado de urgencia, al no facilitársela optó por trasladarme en un coche particular de unos paisanos. Ahí fui ingresado de urgencia en el hospital Dr. Negrín de Las Palmas. Actualmente sigo ingresado, y no tengo más que palabras de gratitud y reconocimiento por la solidaridad y el buen trato que recibo por parte de todo el personal sanitario de este hospital.

Mohamed Salem Buchraya en el hospital Dr. Negrin de Gran Canaria, junto a su hermano | Crédito: Andrea Domínguez

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Colonizado por España a fines del siglo XIX, el Sahara Occidental estaba poblado mayormente por tribus nómades. Fue la ocupación europea la que dio inicio a un gradual proceso de sedentarización y transformación del perfil social del pueblo saharaui.

La provincialización del territorio por decisión de Madrid en 1961, que apuntaba a tener un mayor control sobre esa región rica en fosfatos, coincidió con los procesos de descolonización en África y Asia. Un año antes la Organización de las Naciones Unidas, había aprobado la Resolución 1514, que estableció que “la sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una denegación de los derechos humanos fundamentales”. Y aclaró que “la falta de preparación en el orden político, económico, social o educativo no deberá servir nunca de pretexto para retrasar la independencia”.

Aunque España aceptó la necesidad de garantizar la autodeterminación saharaui en 1963, poco hizo al respecto. Fue entonces que, bajo la influencia del nacionalismo árabe, se comenzó a organizar la lucha por la independencia. Mohamed Sidi Brahim Basir llevó adelante una ardua tarea clandestina en busca de la unidad de los distintos sectores del pueblo saharaui y en 1970 organizó una masiva movilización en El Aaiún. 

La represión española fue brutal y Basiri, como se lo conocía, fue desaparecido convirtiéndose en el primer mártir de la lucha por la liberación nacional del Sáhara. Conscientes de que la independencia no se lograría por la vía pacífica, en 1973 se fundó el Frente Popular para la Liberación de Saguía El Hamra y Río de Oro (Polisario) que rápidamente fue reconocido como el legítimo representante del pueblo saharaui.

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– Usted nació en el Sahara Occidental cuándo aún era colonia española y estaba en su juventud cuando comenzó la lucha por la independencia ¿Cómo recuerda esos primeros años de resistencia?

– A partir de los años sesenta las Naciones Unidas instan al Estado español a otorgar al pueblo saharaui el derecho a la autodeterminación. Pero la intransigencia del régimen franquista hizo oídos sordos, lo que nos llevó a reivindicar ese derecho. Primero de forma pacífica en una manifestación el 17 de junio de 1970, liderada por el mártir Mohamed Sidi Brahim Basir (desaparecido desde entonces). Dicha manifestación fue reprimida brutalmente por la Legión española con fuego real. Así, el 10 de mayo de 1973 surge el nacionalismo independentista liderado por el Frente Polisario. 

A finales de 1975 ya en el declive del régimen franquista, España quería hacer una transición de la dictadura a la democracia. El rey de Marruecos, Hasan II, aprovechó esa coyuntura para, mediante la marcha negra -ellos la llaman la marcha verde-, movilizando 300.000 ciudadanos secundados por 65.000 soldados, invadir el Sáhara Occidental. 

El 14 de noviembre se firma el vergonzoso e ilegal acuerdo tripartito entre España, Marruecos y Mauritania, que partió el Sáhara en dos: Saguia El Hamra para Marruecos y Río de Oro para Mauritania. En aquel entonces yo estudiaba Ciencias de la Educación en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid.

– ¿Cómo vivió la invasión de Marruecos en 1975? 

– Frente a esta invasión, el Frente Polisario lanza un llamamiento a todos los saharauis para la defensa de la patria. Junto a la mayoría de estudiantes y trabajadores saharauis en Europa fuimos a las zonas liberadas bajo el control del Polisario. Ahí se nos asignaron las diferentes tareas, unos fueron al ala militar, otros para las relaciones exteriores y otros para formar parte de la incipiente administración del recién creado Estado Saharaui proclamado el 27 de febrero de 1976.

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Aunque para las Naciones Unidas el Sahara Occidental se encontraba -y se encuentra- pendiente de descolonización, Marruecos intentó primero por la vía legal y luego ilegal, apropiarse del territorio que consideraba “sus provincias del sur”. Al llevar el reclamo ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, esta rechazó las pretensiones territoriales de la monarquía y ratificó la necesidad de realizar un proceso de autodeterminación.

Ignorando estas resoluciones y aprovechando la débil posición española ante la muerte del dictador Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975 terminó de completar su invasión con la retirada unilateral de los europeos en febrero de 1976. Prácticamente al mismo tiempo, el Frente Polisario proclamó la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), tal como recuerda Mohamed. 

Así comenzó una primera etapa de la guerra en la que los saharauis lograron rápidamente expulsar a Mauritania y que este país reconociera a la RASD en 1979. No obstante el conflicto continuó con Marruecos que durante la década de 1980 construyó un muro de 2700 kilómetros que ha dividido el país en dos.

Mientras los soldados saharauis se enfrentaban al invasor en el frente de batalla, el resto del pueblo -con las mujeres a la cabeza- se dio a la tarea de construir un nuevo Estado en los campamentos de refugiados de Argelia y los territorios liberados. Fue así que el 28 de diciembre de 1975 se fundó, en la localidad de Bir Lehlu, la Radio Nacional Saharaui.

En su trabajo Cuarenta años en las ondas. Radio Nacional Saharaui: la voz de un pueblo, Malainine Salama Naiem destaca “la importancia de este medio de comunicación y su utilidad en una sociedad dispersa en miles de kilómetros cuadrados de desierto”. A esa herramienta fundamental se sumaría desde el comienzo Mohamed Salem Buchraya. Tenía entonces 28 años.

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– ¿Cuándo tomó la decisión de dedicarse al periodismo y cómo fue el proceso de creación de la Radio Nacional Saharaui?

– Yo junto con otros siete compañeros que no teníamos ninguna formación periodística nos encomendaron la misión de crear la Radio Saharaui, nos facilitaron un transmisor de cinco kilovatios de potencia. Esa emisora se constituyó en la voz de la lucha del pueblo saharaui. Fue un gran desafío pero con voluntad y tesón fuimos convirtiéndonos en buenos comunicadores. Para mi fue una gran experiencia que me hizo ahondar en mis principios en defensa de las causas justas. 

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La guerra contra Marruecos no sólo se libraba en el frente de batalla. En el territorio ocupado, las y los saharauis sufrían la violencia del invasor. La represión, las muertes y desapariciones se volvieron una práctica común, lo que llevó a la creación de organizaciones de derechos humanos.

La primera de estas fue la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA) tras el “Plan de Arreglo” entre Marruecos y la RASD de 1988 en el que se acordó la realización de un referéndum de autodeterminación. Este proceso culminaría con el primer alto el fuego del conflicto en 1991.  

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– Usted también participó de la fundación de una organización de Derechos Humanos.

– El 20 de agosto de 1989 junto a los familiares de presos y desaparecidos saharauis en los centros de detención secretos de Marruecos fundamos la primera ONG defensora de los derechos humanos: AFAPREDESA. Coincidimos casualmente con la campaña de las Naciones Unidas contra la Desaparición Forzada por lo que participamos activamente, fuimos tocando todas las puertas de los parlamentos, organizaciones humanitarias, etc. 

Denunciamos y pedimos que ejerzan presión sobre [el rey marroquí] Hassan II para que nos diga el paradero de los más de 965 desaparecidos saharauis desde el inicio de la ocupación. En enero de 1990 logramos la liberación de 310 que estuvieron confinados en un centro de detención secreto llamado Kalaat M’Gouna.

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El acuerdo para la realización del referéndum de autodeterminación que permitió el alto el fuego de 1991 fue saboteado sistemáticamente por Marruecos. A pesar de distintas propuestas de modificación, avaladas por Naciones Unidas y el Polisario, la monarquía continuó bloqueando su realización. La complicidad de EE.UU. y Europa -sobre todo España y Francia- le permitió a Rabat sostener la ocupación y el saqueo de los recursos del Sáhara Occidental.

Agotada la paciencia y con el empuje de una nueva generación nacida y criada bajo esa promesa incumplida, el 13 de noviembre de 2020 se reanudó la guerra. Ese conflicto, que persiste hasta hoy, pasa inadvertido para la mayoría de las empresas periodísticas. Sin embargo, en el norte de África todavía hay un pueblo que lucha por su independencia.

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– Hace poco más de dos años se reinició la guerra en el Sahara, luego de casi tres décadas en las que Marruecos puso trabas a la realización del referéndum de autodeterminación ¿Cómo ve el futuro de su pueblo?

– Mi opinión es que como pueblo pacífico siempre hemos optado por el diálogo y la buena vecindad, pero se ve que Marruecos no comparte ese parecer. Pienso que la cuestión del Sáhara es una cuestión de descolonización inacabada como lo indican las sucesivas resoluciones de Naciones Unidas hasta hoy día. 

La solución tiene que pasar necesariamente por un referéndum de autodeterminación donde el pueblo saharaui pueda elegir libremente su destino. Esa es mi convicción y por esa convicción Marruecos me impide ejercer mi derecho humano y legítimo a reunirme con mis seres queridos en la tierra que me vio nacer.

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