Este miércoles 23 de agosto pasadas las 9:30 de la mañana en Argentina, una solitaria sonda robótica se posaba suavemente cerca del polo sur lunar. Este acontecimiento, quizás menos llamativo que las otrora misiones tripuladas, no deja de ser un hecho histórico.
En primer lugar, el polo sur lunar es una región de muchísimo interés para la eventual exploración a gran escala del satélite. Esto se debe a que allí se concentran los mayores depósitos de hielo. Hielo que permitirá contar con agua para las tripulaciones, oxígeno para respirar y también para alimentar los motores de las naves.
Por otra parte, esta sonda no fue enviada por una de las tradicionales potencias espaciales como son los Estados Unidos, Rusia o China. Se trata de una misión del programa espacial indio. Un programa ambicioso y con un impulso cada vez mayor.
Fueron muchísimas las críticas que se escucharon cuando, en la década de 1970, la empobrecida India se dedicó a invertir en explorar el espacio. A medida que estos esfuerzos se convirtieron en resultados, muchas de estas voces críticas fueron cambiando por escepticismo y luego por entusiasmo y hasta admiración.
Es que el programa espacial indio es un excelente ejemplo de eficiencia en el uso de recursos públicos. Sin ir más lejos, las historias cuentan que los primeros prototipos eran llevados a la plataforma de lanzamiento ¡en bicicleta o carro y por calles de barro! La Agencia Espacial India (ISRO), cuenta con muchísimo menos dinero que las de otras naciones y sin embargo ha tenido logros similares y una proyección a futuro sin techo.

Hago aquí un paréntesis para comparar con los esfuerzos en cohetería argentinos. Las críticas que recibe la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) por desarrollar sus propios lanzadores son de la misma índole: “¿Cómo va un país a gastar dinero en cohetería cuando la gente pasa hambre?”. Son planteos atendibles, pero que parten de una cosmovisión que ve al avance tecnológico como gasto y no como inversión. Sin ir más lejos, la India hoy vende servicios de lanzamiento a otros países, contando así con una inagotable fuente de divisas.
La sonda lunar india ubica además al país asiático en la selecta lista de cuatro Estados que han logrado aterrizar suavemente en la superficie de nuestro satélite. Los anteriores eran todas potencias espaciales: Estados Unidos, la Unión Soviética y China. ¿Quizás es hora de que la India sea llamada una potencia espacial?
Y nótese que la lista de potencias que alunizaron sondas cuenta con la Unión Soviética pero no así con Rusia. Justamente esta es la otra mitad de la noticia. Moscú tenía planes de ganarle a India la carrera por ser los primeros en alunizar en la cercanía del polo sur lunar. Sin embargo, la sonda rusa se estrelló tras una maniobra fallida.
La historia de la sonda rusa comienza muchos, muchísimos años antes como parte del programa soviético “Luna” de exploración robótica de nuestro satélite natural. Los soviéticos contaban con grandes logros durante la era dorada de la exploración y su carrera contra los Estados Unidos. Sin embargo, nunca pudieron completar la ambición de enviar ciudadanos, como sí lo hizo su contraparte occidental.
Este año Rusia puso en marcha la misión Luna-25, continuando la nomenclatura tras la misión Luna-24 de 1976. Con casi medio siglo de parate y ya bajo otra bandera, el programa espacial se proponía retomar la exploración lunar en este nuevo siglo.
Sin embargo, el plan muy pronto se vio afectado por distintas facetas de una compleja realidad rusa. Gran parte de la arquitectura de las misiones “Luna” tiene décadas de antigüedad, los especialistas de las agencias espaciales no tienen el mismo nivel de experiencia que hace 50 años atrás y, por último, el conflicto de Ucrania y sus sanciones y bloqueos han mellado las capacidades espaciales del país.
Es aún incierto saber cuáles de estos factores pesaron más en el fracaso del intento ruso por volver a la Luna ya que es todo muy reciente. El fallo de la misión rusa se produjo el 19 de agosto, cuatro días antes del alunizaje exitoso por parte de India. Las comparaciones son inevitables: un nuevo país asiático con aspiraciones de ser una nación en las estrellas, contra una gran potencia espacial que viene dando pasos en falso.