A comienzos de agosto se llevaron a cabo huelgas en los centros logísticos de Amazon ubicados en Rugeley y Coventry, en el Reino Unido. Más de mil trabajadores y trabajadoras hicieron escuchar su reclamo por una recomposición que lleve el salario a 15 libras esterlinas (19 dólares) la hora. Actualmente se pagan entre 11 y 12, según la antigüedad.
Las medidas de fuerza no tuvieron una fecha casual: 4 y 5 de agosto en Rugeley; 5 y 6 en Coventry. Se trata del aniversario en que todo este proceso comenzó.
El 4 de agosto de 2022 gerentes de Amazon del centro logístico BHX4 de Coventry se reunieron para resolver de cuánto sería el incremento salarial que darían a sus empleados. Horas después convocaron a cada sector para anunciarles la “buena” noticia.
Darren Westwood, uno de los trabajadores que se convirtió luego en vocero de sus compañeros, relató cómo vivió aquel día: “Los rumores habían estado girando alrededor de 12 libras por hora desde las 9.98 [de ese momento], todos estábamos emocionados”.
Amarga fue la sorpresa cuando la patronal informó con regocijo que todos iban a recibir “50 peniques adicionales por hora”. Apenas un 5% frente a una inflación anual que, en 2022, alcanzó el 10%. “Creo que pensaron que iba a haber una ronda de aplausos”, recordó Westwood en diálogo con Morning Star. “Este insulto se produjo después de que trabajáramos al máximo durante la pandemia, cuando todos los demás se quedaban en casa, y obteniendo ganancias gigantescas para Amazon; no podíamos creer esta oferta”, completó.
Una pandemia de ganancias
A finales de 2020, con la pandemia de Covid 19 en su peor momento, el New York Times reveló que Amazon contrataba un promedio de 1400 empleados nuevos al día en todo el mundo, lo que elevó el tamaño de su fuerza laboral a 1,2 millones de personas. En medio de una demanda récord de entrega a domicilio producto de las medidas de aislamiento, esos trabajadores y trabajadoras produjeron ganancias extraordinarias para la compañía. Según datos publicados por Associated Press (AP), durante el primer trimestre de 2021, la empresa tuvo ingresos por 8.100 millones de dólares, un incremento considerable respecto a los 2.500 millones recaudados durante el mismo período del año anterior.
En la misma línea The Business Model Analyst subrayó que entre 2019 y 2021, las ganancias netas anuales de las operaciones globales de la compañía casi se triplicaron, alcanzando más de 32.000 millones de dólares, mientras que la riqueza personal del fundador, Jeff Bezos, se disparó a más de 72.000 millones solo durante los primeros 12 meses de la pandemia.
Según estos datos, con esa ganancia inesperada, Bezos podría haber otorgado un bono de 26.000 dólares a cada trabajador de Amazon en el planeta y seguir siendo una de las personas más ricas del mundo. En vez de eso, prefirió viajar en un cohete al espacio. “Quiero agradecer a todos los empleados y a todos los clientes de Amazon porque ustedes pagaron por todo esto”, declaró el empresario al aterrizar.
Una pandemia de explotación
La contracara del éxito empresarial era -y es- la situación de sus trabajadores que, dentro del centro logístico de Coventry, casi sin ventanas, trabajaron sin parar y por sueldos miserables mientras una enfermedad mortal afectaba a todo el planeta.
Como reseñó un extenso artículo de The Guardian, dentro de las instalaciones la pandemia golpeó con fuerza. Los turnos nunca habían sido tan duros y con tanta carga laboral. Si bien se dio un aumento de sueldo inicial de 2 libras la hora, esto no compensaba las medidas coercitivas y desgastantes de la patronal.
El personal estaba sujeto a “misteriosos objetivos diarios y a una vigilancia excepcional”, apunta el diario británico. Y el tiempo que cada empleado “perdía” haciendo actividades no relacionadas al trabajo (como ir al baño) se medía al segundo mediante diversos dispositivos tecnológicos. A esto se sumaba que las ausencias laborales producto de una enfermedad, emergencia familiar o cualquier otra eventualidad, se evaluaban mediante “programas informáticos rígidos y antipáticos, supervisados por gerentes rígidos y antipáticos”.
Lejos de facilitar el trabajo, la tecnología en general y la llamada “inteligencia artificial” (IA) en particular, es utilizada por las empresas para profundizar la explotación. Como analiza Eric Sadin en su libro La inteligencia artificial o el desafío del siglo, el ser humano dejó de controlar la máquina para ubicarse en el centro de un sistema de tecnologías que interpretan sus comportamientos con el objetivo de gestionarlos mejor. Se trata de un nuevo régimen de verdad, performativo, en el que IA se convierte en fuente única de certeza; pero regida por un espíritu utilitarista enfocado a objetivos de optimización e intereses privados. En el mundo del trabajo, la IA no complementa al humano sino que se transforma en “la medida óptima de productividad”, obligando a las personas a intentar equipararse.
En concreto, esto se expresó en relatos de trabajadores que fueron amenazados con medidas disciplinarias, por ejemplo, al regresar después de semanas de quimioterapia. Otro empleado contó que recibió sanciones luego de quedar atrapado en el hospital con su hija recién nacida y enferma. The Guardian reconstruye que “cada día, el software patentado de monitoreo de la productividad generaba automáticamente tablas clasificatorias de los empleados según lo cerca que estaban de cumplir con los objetivos diarios en constante cambio, cuyos detalles nunca se compartían con los trabajadores”. En este marco de híper control, los despidos repentinos se hicieron comunes. “Para ellos, somos como robots en lugar de personas”, dice un empleado. “Las pequeñas cosas que nos hacen humanos, puedes sentir cómo te las quitan”.
Un proceso de organización
Cuando terminó la pandemia, Amazon decidió quitar el aumento de 2 libras que había dado por la carga extra de trabajo dejando los salarios nuevamente en un promedio de 10 libras la hora. Así obligó a los empleados a competir para tomar turnos extra y llegar a fin de mes.
“La gente tiene que trabajar 60 horas a la semana para poder pagar sus facturas, alimentar a sus hijos y alimentarse a sí mismos, lo que no creo que sea justo, ya que, para ser honesta, Amazon no estaría donde está sin los trabajadores”, declaró Teodora Bisog, una empleada de 23 años del centro de Coventry, al medio Express & Star. “Recolectamos artículos para los clientes, los empacamos, los enviamos y los almacenamos, lo cual no es un trabajo fácil, especialmente cuando caminas de un extremo al otro del edificio todos los días y, con el tiempo, eso puede afectar tu salud”, añadió.
En medio de un clima cada vez más tenso, la patronal intentó aplacar la situación haciendo circular el rumor de que se daría un incremento salarial importante. Así se llegó al mencionado 4 de agosto de 2022 y la propuesta de los 50 peniques extra por hora.
Ante la miserable propuesta de la empresa, las y los trabajadores de Coventry se reunieron de manera espontánea a deliberar durante horas. Fue, de hecho, la primera acción gremial que tomaron, quizás sin saberlo. Hechos similares se dieron en los almacenes de Essex, Dartford, Chesterfield, Avonmouth y Hemel Hempstead.
La gerencia los instó a volver al trabajo y por eso, al día siguiente, decidieron reunirse afuera del establecimiento. Allí tomaron contacto con representantes del sindicato GMB, uno de los más grandes del Reino Unido y que, a diferencia de lo que suele pasar en Argentina, reúne a trabajadores y trabajadoras de distintas ramas. El proceso era irreversible.
Un camino a la huelga
Según un estudio de 2022 del Trades Union Congress (TUC), una central sindical que nuclea a más de 5 millones de trabajadores de Inglaterra y Gales, el trabajador medio británico perdió casi 20.000 libras esterlinas en ingresos reales anuales entre 2008 y 2021. El TUC utilizó datos del Banco de Inglaterra para comparar con otras crisis salariales importantes y descubrió que la caída actual es la más larga desde las guerras napoleónicas a principios del siglo XIX, cuando los salarios reales tardaron 24 años en recuperarse.
A pesar de esto, la tasa de sindicalización llegó a uno de sus pisos históricos en 2020: con poco más de 6 millones de trabajadores nucleados en sindicatos, representaba apenas la mitad que a fines de la década de 1970. En los últimos años, sin embargo, esa tendencia ha comenzado a revertirse lentamente y quienes trabajan en Amazon fueron parte del proceso.
En septiembre, un mes después de la protesta espontánea por la oferta de 50 peniques, se realizó una votación para convocar a una huelga. Aunque se perdió por apenas tres votos, la organización no se detuvo.
La tarea no fue sencilla, ya que alrededor del 80% del personal de Coventry nació fuera del Reino Unido, lo que obligó a elaborar folletos y armar campañas de sindicalización en distintos idiomas y con distintos enfoques. También hubo que enfrentar la política antisindical de Amazon y la deliberada rotación de trabajadores que, en algunos casos, llega al 150% en un mismo año. El objetivo: evitar que se asienten lazos de organización colectiva.
No obstante, en diciembre de 2022 se realizó una nueva votación y la boleta de huelga arrojó una abrumadora mayoría: el 98% apoyaba la realización de una medida de fuerza. En ese momento, alrededor de 300 trabajadores se habían inscrito en el sindicato.
Fue así que el 25 de enero de 2023 realizaron la primera huelga de la historia en las instalaciones de Amazon en el Reino Unido. Desde entonces las acciones se multiplicaron contabilizando 26 días de paro en siete meses.
En junio, el GMB consideró que había superado el 50% necesario de trabajadores y trabajadoras afiliadas para para que se reconociera la organización dentro de la empresa y la patronal se viera legalmente obligada a negociar.
Aunque contaban con 800 afiliados el Comité Central de Arbitraje, encargado de otorgar el reconocimiento, aceptó “pruebas” de Amazon de que había hasta 2.700 trabajadores en la planta. Desde el sindicato denuncian que la compañía contrató más trabajadores para reducir el porcentaje de sindicalizados. Si bien la empresa lo niega, su historial antisindical da lugar a la sospecha. De hecho, en diciembre de 2022, Reuters informaba que eran 1400 empleados.
Esto no frenó a la clase trabajadora de Coventry que decidió entonces votar por seis meses más de huelgas. Desde entonces han sumado cientos de afiliados como se demostró en las medidas de fuerza de comienzos de agosto en las que superaron las mil personas.
La pelea recién comienza pero, en palabras del secretario general del GMB, Gary Smith: “La gente trabajadora, común y corriente, está encendiendo mil fuegos en todo el país”.
- Artículo publicado originalmente en Enfoque Sindical