Política Nov 10, 2023

La necesidad de arrasar en la provincia de Buenos Aires (y empatar en CABA y Santa Fe)

Massa perderá votos en los grandes distritos de la región centro, pero el AMBA podría compensar. Apenas algunos indicios positivos dentro de un camino severamente cuesta arriba.
Abogado laboralista

Javier Milei y Patricia Bullrich sumaron el 49% de los votos en las primarias y el 54% en las generales. Y si se agrega a Juan Schiaretti, son seis de cada diez votantes. A su vez, de las encuestadoras que midieron el escenario de segunda vuelta, la mayoría da como ganador a Javier Milei. Sólo con capturar el 75% de los votos de Juntos por el Cambio, le alcanzaría a la ultraderecha para mejorar la elección que hizo Mauricio Macri en noviembre de 2015 en quince provincias y para ganar en cuatro de los cinco distritos más grandes.

Y aun así, aunque parezca mentira, Sergio Massa todavía tiene chances de ser presidente.

Se dirá que el 63% de la sociedad votó en contra del oficialismo y es cierto. Pero también es cierto que a la ultraderecha le costó crecer entre las primarias y las generales. Y se dirá también que las encuestas marcan una tendencia adversa, pero de las once empresas que midieron el escenario de primera vuelta, ocho daban ganador a Milei y fallaron.

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Un ejercicio interesante en ese marco es comparar los números actuales con la diferencia entre ganadores y perdedores de la segunda vuelta de 2015. La apabullante elección de Macri en Córdoba (72% a 28%), por ejemplo, quedó como símbolo de la derrota de Daniel Scioli. Pero en rigor fue la magra victoria del peronismo en la Provincia de Buenos Aires (50,4% a 49,6%) la que explica el resultado nacional.

Ahora, ocho años después, tal vez Massa defina allí su suerte electoral. Suponiendo que Milei capture el 75% de los votos de Juntos por el Cambio en territorio bonaerense, llegaría así a los 43 puntos. La clave para el peronismo es que la ultraderecha se mantenga allí, en torno a los 43-45 puntos, y que no ronde los 48-50 como Macri en 2015. Es central para las chances de Unión por la Patria obtener en Provincia de Buenos Aires una diferencia no menor a los diez puntos.

A su favor, un indicio: en la primera vuelta de 2015, Scioli sacó 37 puntos en esa provincia –en el marco de la denuncia falsa por narcotráfico contra el candidato a gobernador Aníbal Fernández–. Pero ahora, en octubre pasado, Massa alcanzó los 43. Creer que en la segunda vuelta puede crecer hasta los 55 es difícil pero no imposible.

Algo similar sucede en la ciudad de Buenos Aires. Scioli sacó 24 puntos en octubre de 2015 y luego creció hasta los 32 en la segunda vuelta. Ahora Massa llegó a los 32 ya en la primera vuelta y sería lógico que crezca en la segunda. En cualquier caso, a Unión por la Patria le serviría hacer allí una elección más pareja que la de Scioli versus Macri, en la que Cambiemos ganó por más de 30 puntos de diferencia.

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Hasta allí la parte fácil: ganar con contundencia en provincia de Buenos Aires y emparejar en la Ciudad. Todo dentro de lo probable, al igual que las victorias en Catamarca, Chaco, Formosa, Santiago del Estero, Tucumán, Santa Cruz y Río Negro. Lo difícil será no perder por 45 puntos en Córdoba, o por 30 en Mendoza, o asegurar un virtual empate en Santa Fe, donde entre Milei y Bullrich cosecharon casi el 60% de los votos en octubre pero donde los votantes de Schiaretti (9%) serán fundamentales.

Esas serían derrotas esperables. Entre los cinco grandes distritos, ganar sólo en provincia de Buenos Aires sería lo lógico; ganar además en Capital Federal o en Santa Fe sería un batacazo; y ganar en los tres, un milagro. Por lo demás, provincias como San Luis, Salta, Misiones o Corrientes parecen estar en disputa todavía, aunque sin una incidencia decisiva sobre el resultado nacional.

La gran pregunta, sin embargo, es qué hacer entonces desde hoy hasta el domingo 19. Falta todavía el último tramo de la campaña y las esperanzas del oficialismo no parecen residir en el centro del país, sino en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, allí donde ni en agosto ni en octubre pudo penetrar Javier Milei, quedando siempre por debajo de su media nacional.

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El resultado en provincia de Buenos Aires será sin dudas el dato central para seguir la noche de las elecciones. En octubre pasado, Massa se impuso en siete de las ocho secciones electorales, con victorias inapelables en las dos más importantes: la primera (el conurbano norte) y la tercera (el conurbano sur). La incógnita, sin embargo, es si los 43 puntos conseguidos en territorio bonaerense son un techo infranqueable o un piso desde el cual crecer. Si se piensa en el desempeño de Scioli en la segunda vuelta de 2015 (50,4%), habría que preocuparse. Pero si se piensa en el de Cristina Kirchner en la primera de 2011 (56,4%), la esperanza sigue intacta. El objetivo de alzarse con una victoria por diez puntos –como mínimo– es perfectamente realizable.

Se descuenta, por caso, que Milei capturará buena parte de los votantes de Bullrich, pero incluso asumiendo que se lleve el 90% de sus votos en la sexta sección electoral, o el 85% en la quinta, o el 75% en la primera, le bastará a Massa con ganar con holgura en el conurbano norte y sur para estirar la ventaja provincial. Parte allí de un piso alto: 43 puntos en la primera sección y 50 en la tercera. Un objetivo sensato sería alcanzar los 55 y los 65 respectivamente en la segunda vuelta.

El resto de la elección nacional deberá acompañar el pulso, evitando catástrofes no previstas. Dependerá de la calle, del voto a voto, pero también de los actores de reparto: de lo que puedan hacer Gustavo Sáenz y Juan Manuel Urtubey en Salta, del efecto de la campaña anti-Milei de Gerardo Morales en Jujuy, de la incidencia real del Partido Socialista en Santa Fe, del amor propio de la gobernante UCR mendocina, de las segundas líneas de Martín Llaryora, de los ex delasotistas y de los intendentes cordobeses.

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