Política Abr 3, 2022

Ricardo Aronskind: “Los únicos que hacen la lucha de clases en Argentina son los empresarios”

El licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires analiza la situación económica del país: inflación, acuerdo con el FMI y la falta de respuesta de parte del gobierno.

Aronskind dialogó con el programa Fuimos Muy Ingenues (FMI) en FM La Tribu 88.7. Además de economista es magíster en relaciones internacionales, investigador y docente en la Universidad de General Sarmiento y columnista en El Cohete a la Luna.

– La suba de alimentos, de elementos de primera necesidad como medicamentos, es un problema que afecta a los sectores de más bajos recursos ¿Cuáles son las razones para que la inflación se sostenga tan alta?

– Que se mantenga un ritmo de inflación así, incluso cuando cayó el poder de consumo de la población o no hay grandes movimientos de costos que lo justifiquen, solamente se puede explicar porque alguien lo puede hacer. Y sobre todo se entiende más que esto ocurra en alimentos de primera necesidad. 

Supongamos que esto ocurra, no sé, en las entradas de cine. Bueno, la gente deja de ir al cine y punto. El tema es que alimentos y medicamentos no hay posibilidad, uno puede cambiar de alimentos pero no puede dejar de comer. Ahí hay una demanda inflexible, una demanda que no se puede acomodar al tema de los aumentos de precios y eso transforma a quienes producen alimentos o medicamentos en proveedores de bienes más o menos esenciales que no se pueden eludir. Eso les da un privilegio y les permite hacer cosas que otros sectores no pueden hacer.

Pero ¿cómo es que se puede llegar a sostener esa inflación? Primero ha habido aumentos salariales, desparejos pero ha habido. Eso ha permitido en parte cubrir estos incrementos de precios pero también ha habido un efecto desplazamiento. De pronto, en la canasta de una familia, los alimentos van pesando más y desplazando otros gastos de consumo, de esparcimiento o hasta de ahorro. Vas dejando de hacer ciertas cosas porque vas centrando el gasto en la cuestiones básicas. Ni hablar de los sectores de menores ingresos que están en una situación dramática porque reducen la calidad de lo que comen en función de que alcance para todo el mes y después terminan reduciendo también cantidades. Es una cuestión desastrosa a nivel de los sectores más carenciados.

– ¿Cómo evalúas la estrategia que se está dando el gobierno nacional hasta ahora respecto de los anuncios para paliar la inflación?

– La verdad que son anuncios muy tardíos. Esto es un problema que está desde que se inició el gobierno, venía con alta inercia desde antes. Después ocurrió la pandemia que hubiera sido un momento para que esta situación se moderara porque cayó muy fuertemente el consumo y sin embargo no pasó. 

Ya el año pasado retomó una velocidad sorprendente dado que apenas la economía se está recuperando del bajón del año de la pandemia. Tuvieron más que tiempo para estar pensando este problema y recurrieron a mecanismos muy desgastados como Precios Cuidados, Ahora 12, mecanismos que están bien, ayudan un poco pero no contienen el fenómeno. 

Me parece que tiene que ver con una estrategia oficial de no chocar contra ciertos sectores concentrados, les tiene miedo el gobierno o no quiere o no sé, pero lo cierto que el anuncio del presidente desde mi punto de vista tenía una credibilidad parcial. Son palabras muy rimbombantes que si uno dice “voy a declarar la guerra”, se supone que tiene que preparar una poderosa artillería. Los anuncios no son de poder de artillería por ahora, son muy limitados.

– Hablabas de anuncios tardíos, limitados ¿Qué medidas considerás que se podrían o deberían haber tomado?

– Hay muchas ideas dando vueltas. Por ejemplo, una compañía federal de alimentos, cadenas de distribución alternativas, darle mucha más potencia a las cooperativas, tambos, frigoríficos locales para que vayan desplazando a la demanda concentrada.

Ya no hablo del tema de las góndolas de supermercados que el propio presidente contó por televisión que no cumplen la ley. Pero digamos que el Estado tiene mucho por hacer tanto en materia de producción de alimentos, solo o asociado con cooperativas u otros productores, y también en la distribución, es decir abrir nuevos canales para que uno no tenga que ir a morir en locales que te recargan con cifras astronómicas. Todo eso se debió haber hecho hace rato. 

Ahora se agrega una presión muy fuerte que es la de los precios internacionales que vinieron desde el exterior. El gobierno está tomando esta medida de armar un fondo fiduciario para solventar el precio del trigo y del pan, ojalá hayan hecho las cuentas bien pero si no puede llegar a quedarse corto. El año pasado se hizo un fondo por el precio del aceite, que era mucho menos grave que el del trigo, y si bien ayudó, no resolvió el tema de que los precios siguieron subiendo. Subieron menos. Pero lo que nosotros necesitamos es que paren de subir. 

La verdad que la medida correcta es que suban fuertemente las retenciones del trigo. Pero esa es una medida que el gobierno tiene miedo de tomar. Tiene razón de tener miedo porque el sector agrario argentino a pesar de que está ganando muchísima plata no está dispuesto a compartir nada con la sociedad y encima tiene una ideología de guerra contra el Estado y ellos no quieren que lo que llaman “los pobres” vivan de ellos. Han invertido la situación y se plantean como un sector explotado por los pobres. 

Ahí hay problemas severos y el Frente de Todos ha abandonado la discusión pública en torno a estas cuestiones y ha aceptado el planteo de sectores muy retrógrados y arcaicos desde el punto de vista social. Ha aceptado este criterio de que a ellos no se les toca la rentabilidad y es un tema de discusión pública y que alguien debería darlo. El Frente de Todos no lo da.

– ¿Qué margen le deja el acuerdo con el FMI al gobierno para hacer política económica?

– Creo que hay margen tanto desde el punto de vista de la reactivación como de cierta mejora distributiva. El problema no es el FMI, el problema son los sectores dominantes locales que no permiten una mejora distributiva. Porque los dos años previos vos no tuviste ningún acuerdo con el Fondo, y sin embargo no te permitieron mejorar la situación distributiva. ¿Y quiénes fueron? ¿Fue el Fondo? No, el Fondo no estaba. Fueron básicamente los formadores de precios que vos conseguís un aumento del 40% y te roban el aumento del 40% en la góndola. Entonces ahí hay un problema interno, no es el fondo. 

Hay que dejar de jorobar con eso del Fondo, son actores locales, empresarios locales, una elite económica local que no quiere ningún avance distributivo. Es la historia económica de estos dos años. No había Fondo, lo que había era capacidad de presión, o de amenaza de actores políticos locales sobre el gobierno nacional y debilidad del gobierno para enfrentarlos. Así que no va a depender del acuerdo, va a depender de la voluntad política del gobierno de hacer algo, sobrevivir o fracasar electoralmente.

– ¿Cómo se enfrenta al empresariado y cuánto tiene que ver que no se haya hecho con las limitaciones que el mismo Frente de Todos tiene a su interior?

– Es evidente que hay limitaciones, hay distintas miradas. Yo quiero recordar que el propio kirchnerismo tuvo dificultades para controlar la inflación en su momento, no le resultaba nada fácil, pero creaba condiciones políticas más favorables para que los trabajadores pudieran defender un poco sus ingresos. Este gobierno no es el kirchnerismo, la composición es muy diferente, y partió de una lectura completamente equivocada que es que las dificultades políticas de Cristina tenían que ver con un estilo confrontativo y que si se abandonaba el estilo político confrontativo y se iba al diálogo, se suponía que se iba a encontrar con la racionalidad de los actores económicos. Algo más equivocado no se puede pensar. 

Los actores económicos son lo que son, tienen el comportamiento que tienen. Y si no hay un espíritu de confrontación y de movilización del polo opuesto de la sociedad, no pasa nada. Yo lo escribo a veces en El Cohete a la Luna, un poco en chiste, un poco en serio: los únicos que hacen lucha de clases en Argentina son los empresarios. Entonces si es esa es la tónica, que solamente la gran patronal dice lo que quiere, protesta, está todo el día quejándose a través de los medios de comunicación, le baja línea a la población a través de los economistas neoliberales, y del otro lado no hay voz, no se discute, no se confronta, tenés un escenario complicadísimo para los trabajadores. 

– Hacías mención al comportamiento de estos sectores dominantes ¿son el sector más ideologizado de la sociedad argentina?

– No sólo son los más ideologizados, son los más radicalizados. Estamos en un punto increíble donde se animan a decir que para que ellos sigan teniendo ganancias exorbitantes hay gente que no tiene que comer. Ya lo están diciendo. “Qué es eso de pedirnos a nosotros que paguemos retenciones”.

Un nivel de radicalización así es difícil encontrar en la historia económica argentina porque siempre incluso la clase dominante tenía cierta idea de que algo hay que compartir, tenían esa visión. Incluso cuando reformaron la constitución peronista y pusieron una constitución alternativa estaba el artículo 14 bis. 

Están en un momento completamente radicalizados y de espaldas a la sociedad donde dicen que no les corresponde poner nada. Al contrario, están pidiendo baja de aportes patronales, de retenciones, baja de impuestos. Basta leer las declaraciones de la Unión Industrial, de la Asociación Empresarial Argentina, de la Mesa de Enlace, es insólito pero lo más insólito es que frente a eso no hay nada, es decir, ninguna contestación que ponga las cosas en un lugar de disputa. 

El espacio público está lleno de esta vociferación de derecha, completamente retrógrada, que ha ganado una buena parte de la discusión pública y el Frente de Todos en sus diversos matices no le contesta nada.

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