El lunes 2 de mayo frente a la Casa Rosada, el gobierno anunció la presentación de un proyecto legislativo que busca modificar el régimen de licencias y crear el Sistema Integral de Cuidados de Argentina (SINCA) con perspectiva de género. Del acto participaron el presidente Alberto Fernández, la ministra de Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y la titular del PAMI, Luana Volnovich.
Los puntos principales
Entre los aspectos más destacados del proyecto aparece la extensión de la licencia para personas gestantes (dejará de llamarse “licencia por maternidad”) de 90 a 126 días y para las personas no gestantes (dejará de llamarse “licencia por paternidad”) de 2 días a 90.
Esta última será obligatoria y tendrá un crecimiento progresivo: de 15 días apenas se sancione la ley, 30 a los dos años, 45 a los cuatro, 60 a los seis y finalmente alcanzará el objetivo de 90 luego de ocho años. Asimismo contemplará no sólo a trabajadores y trabajadoras en relación de dependencia, sino también a monotributistas, monotributistas sociales y autónomos. En estos casos el monto asignado equivaldrá a un salario mínimo, vital y móvil. Mismo régimen que abarcará al personal de casas particulares, personal temporario de trabajo agrario y para toda la Administración Pública Nacional.
También se incluyen licencias por adopción de 90 días y de 2 a 12 días por año para quienes estén por adoptar para facilitar trámites. En el mismo sentido se crea una licencia de 2 a 6 días para cuidar o acompañar al cónyuge o conviviente que realiza técnicas de reproducción médicamente asistida. En el caso que tuviesen hijos e hijas menores de edad a cargo se extiende de 3 a 10 días.
En el caso de nacimientos o adopciones múltiples, la licencia se ampliará 30 días por cada hija o hijo a partir del segundo. En nacimientos prematuros también se sumarán 30 días y para los nacimientos o adopciones de niñas, niños o adolescentes con discapacidad o con enfermedad crónica, la licencia será de 180 días.
Tanto las nuevas licencias como la extensión de las actuales serán financiadas por el sistema de seguridad social.
Por otra parte se reconoce también el derecho a personas no gestantes y adoptantes al período de excedencia, es decir de extensión de la licencia sin goce de sueldo, de la misma manera que actualmente rige para personas gestantes. En ese mismo aspecto se elimina la presunción de renuncia si la persona gestante, no gestante y adoptante no se reincorpora a su empleo luego de vencidos los plazos de licencia. Si eso sucede, el empleador deberá cursar intimación pero sin asumir que la persona renunció.
Otros puntos del proyecto proponen ampliar la licencia por fallecimiento de cónyuge o conviviente -esta figura no estaba contemplada- y por hijas e hijos, de 3 a 5 días. Además amplía la licencia por fallecimiento de hermanas y hermanos de 1 a 3 días. La normativa crea la licencia especial para cuidado por enfermedad de persona a cargo, conviviente o cónyuge, que actualmente es de 2 días, a un máximo de 20 por año y la licencia por violencia de género que será también de hasta un máximo de 20 días anuales.
El proyecto “Cuidar en igualdad” obliga a su vez al Ministerio de Obras Públicas a ejecutar al menos el 8,5% de su presupuesto para ampliar la infraestructura pública de cuidados del país. En esa sintonía estipula que el Poder Ejecutivo creé e instrumente un registro nacional de espacios comunitarios, trabajadoras y trabajadores del cuidado remunerado.
Otros cuidados
Más allá de los cuidados durante los primeros meses de vida, el SINCA promueve la creación y mejora de servicios y prestaciones para un adultes mayores. Para eso se incluye la elaboración de un baremo de medición de dependencia personal que repercuta en las prestaciones incluidas en el Plan Médico Obligatorio.
Por otra parte, se apunta a la creación y mejora de servicios y prestaciones para la vida independiente de personas con discapacidad apuntando al ejercicio de los derechos a ser cuidadas y cuidar.
Un trabajo que debe ser pago e igualitario
En 2020 la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía estimó que las tareas de cuidado y el trabajo doméstico representan un 15,9% del Producto Interno Bruto (PIB) de Argentina. Se trata del sector de mayor aporte en toda la economía, seguido por la industria (13,2%) y el comercio (13%).
Por su parte, la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) 2021 del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, reveló que las mujeres son quienes más asumen las tareas domésticas y de cuidado: un 91,6% frente a un 73,9% los varones. Mientras estas dedican, en promedio, 6,4 horas diarias a los cuidados, los varones apenas superan las 2. Incluso aquellas que trabajan full time, dedican casi 6 horas (5,9) frente a hombres desempleados que alcanzan un 3,2.
Lucía Cirmi, subsecretaria de Políticas de Igualdad del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, dialogó con Primera Línea, para analizar el proyecto, sus orígenes y sus objetivos.
– ¿Cuál es la historia de este proyecto? ¿Qué sectores lo venían impulsando y porque el Ministerio decide tomarlo y convertirlo en política pública?
– Es una larga historia, porque en Argentina la historia del movimiento sindical y el movimiento feminista se entrecruza varias veces para ampliar derechos. En el caso de los cuidados creo que tenemos una larga tradición política, aunque no siempre se hayan nombrado de esa forma.
Son antecedentes importantes la Asignación Universal por Hijo, la Jubilación de Amas de Casa, pero en esta nueva etapa hablamos ya explícitamente de cuidados, no solo para reconocerlos sino para redistribuirlos. Y volver a esa cuestión que estaba planteada como personal, familiar y femenina como una cuestión pública y responsabilidad de toda la sociedad.
Creo que fueron muy importantes también después del Ni Una Menos los paros internacionales que marcaron el plano más económico de la desigualdad de género. La agenda de la economía feminista puntualmente, que plantea la necesidad de sistemas de cuidado y la redistribución del tiempo de cuidar a través de las licencias como una condición necesaria para que ocurra igualdad en otros planos.
Durante 2019, en plena campaña, se realizó una acción de cabildeo llamada “el pacto social por los cuidados” en la cual también se planteaba la importancia de que esta agenda fuera tomada con urgencia y como una estrategia de reactivación económica. No como algo que tenía que venir cuando la Argentina ya estuviera mejor, que es algo que se esgrimía siempre con las políticas de cuidado como si fuera un tema escandinavo que no nos merecíamos nosotros como país en desarrollo.
La verdad es que la ministra Gómez Alcorta tuvo clarísima la visión de tomar este tema desde el día uno. De hecho, yo fui convocada y en mí primera entrevista me planteó que quería hacer esta ley. Y en eso fue bastante visionaria porque no es lo primero que la gente esperaba del Ministerio pero sí una de las cosas más estructurales.
– Este proyecto abarca no sólo a quienes están en relación de dependencia, si no también a monotributistas, autónomes y personas que adoptan. Se trata de una definición de alcance general que contrasta con las políticas públicas focalizadas que se vienen aplicando durante los últimos años independientemente de los distintos gobiernos. ¿De dónde surge y cómo se construyó esta perspectiva transversal y más universal?
– Ahí viene la historia participativa del proyecto. La campaña nacional ‘Cuidar en igualdad’ que fue instalando el tema en las provincias y conversando a través de parlamentos; el Mapa Federal que nos permitió calcular las demandas potenciales insatisfechas de cuidados; y la comisión redactora que fue no solo convocando a las expertas que hablaban hace mucho del tema, sino instalando instancias participativas de consulta con organizaciones a nivel nacional: sindicatos, empresas, organizaciones de la discapacidad, de las personas mayores, de la niñez, feministas y de la diversidad.
Realmente todas las personas tuvieron lugar en este proceso que fue hecho en conjunto con la mesa interministerial de políticas de cuidado. Ahí hubo una participación intra-Estado que para nosotras era muy importante porque la política de cuidado no solo se dirime en las áreas de género. No hay nada más político y más económico que la distribución del tiempo.
– Días antes de presentar el proyecto se publicó la encuesta de uso del tiempo, donde se volvió a evidenciar la desigualdad en el reparto de las tareas de cuidados y el “trabajo no pago” que llevan adelante mayoritariamente las identidades feminizadas. ¿Qué impacto esperan que tenga el proyecto “Cuidar en igualdad”?
– El impacto que esperamos que tenga en las encuestas del uso del tiempo (esto es un proceso largo) es justamente que aparezca, primero a nivel general, menos tiempo dedicado al cuidado. Porque eso debería estar delegado en los espacios de socialización del cuidado.
Y segundo, más varones participando en las tareas de cuidado pero también con más dedicación horaria.
– Si bien las tareas de cuidado abarcan la maternidad y paternidad en los primeros meses de vida, también las exceden ¿Qué políticas públicas se piensan de ahora en más para seguir mejorando el reparto de tareas en lo que respecta a la crianza, el mantenimiento del hogar y el cuidado también de adultes mayores?
– Si, abarca la maternidad/paternidad y excede los primeros meses, pero es cierto que lo que pasa en esa primera etapa marca el resto de la distribución del cuidado dentro del hogar.
Para después, es importante no solamente la política de excedencias que llegaría hasta el año, sino también la extensión de los espacios de primera infancia de 0 a 3 años que hoy solamente cubren -los públicos- al 6% de la demanda de cuidado de esa edad.
Para las personas con discapacidad se piensa en la ampliación de asistentes para la vida independiente, que los acompañen no solo dentro del hogar sino afuera, para tener una vida autónoma. Y para las personas mayores se propone este baremo que va a dar como resultado la provisión de cuidadores y cuidadoras domiciliarias con distintos grados de atención en función de los grados de fragilidad.