– ¿Cómo estás viendo la situación actual de les trabajadores?
– Veo mucha desesperanza y cuando el pueblo no tiene esperanza se hace muy difícil encontrar caminos que acompañen definiciones políticas. Me parece que la desesperanza está creciendo y eso hace que crezca la antipolítica y aparezcan personajes nefastos como Milei o como Larreta o como Macri con posibilidades de volver.
Las tensiones que hay dentro de nuestro propio Gobierno no ayudan porque hay mucha desorientación, depende de lo que decís parece que te están apuntando y te tiran, entonces vos no sabés si tenés que decir algo o no tenés que decir nada. Y lo cierto es que la batalla contra la inflación la estamos perdiendo y que si sumás la desesperanza, la angustia, la falta de laburo, la precarización y los salarios bajos, está difícil. Ahora, si vos me preguntás yo te digo que tengo toda la esperanza de que esto se resuelva, no sé cómo, apuesto a que la cosa camine y creo que el pueblo necesita que la cosa camine porque es muy cruel todo lo que está pasando ya no acá, sino a nivel planeta. Primero la pandemia, ahora una guerra. Hay un reordenamiento mundial y hay que ver cómo lo transitamos.
– En ese contexto hay trabajadores incluso formales que están quedando por debajo de la línea de la pobreza en Argentina.
– Sí, yo la escuchaba a Cristina (en su intervención en la Universidad del Chaco Austral) y pensaba: el Estado es el principal empleador, los Estados provinciales, municipales y nacional. Nosotros tenemos trabajadores de primera, de segunda, de tercera. Si vas a un municipio del Litoral pueden estar cobrando 15.000 pesos. Es muy difícil organizar tu economía con esa plata. En provincia o en la Ciudad de Buenos Aires un compañero monotributista cobra 50.000. También es difícil organizar tu vida económica con eso. Vas al Estado Nacional y el salario promedio es de 80.000. También es difícil. Y más con la responsabilidad histórica de lo que tenés que hacer como empleado o empleada pública. Yo tomo como bandera propia lo que dijo la vicepresidenta porque me parece que lo que tiene que suceder es que los trabajadores podamos vivir de nuestro salario.
– ¿Qué es lo que más rescatás de ese discurso de Cristina?
– Lo que rescato es la brutalidad política con la que dice las cosas. Te plantea el debate, lo que pasa es que ella tiene una responsabilidad institucional. A mí lo que me asusta es que se coloca por fuera y nosotros la necesitamos por dentro. Es la vicepresidenta y es una palabra con mucha autoridad, sobre todo para nosotros. Yo no pensaba en Alberto como presidente. Lo pude empezar a visualizar cuando ella lo planteó.
– ¿Y en ese momento se esperaba que fueran una dupla de gobierno no?
– Claro, esperábamos eso. Tuvimos que tener también cierta paciencia porque se incorporaron al gobierno algunos actores con los que no veníamos articulando, como Sergio Massa. De hecho nosotros no articulamos con él. Entonces hubo que tener esa amplitud para ganarle al neoliberalismo. Después la pandemia puso todo para arriba, pero estamos saliendo de la pandemia así que deberíamos encontrar una armonía política que nos ayude.
– ¿En que debería estar basada esa armonía?
– Yo creo que el Gobierno tuvo hasta ahora una política para resolver las presiones internacionales y todavía no logra resolver las presiones internas. Hubo un mecanismo para resolver la negociación con el FMI y los acreedores privados y no se resolvió cómo pagar la deuda interna. Creo que en ese debate hay que tensionar. Porque también es cierto que nuestro espacio político nunca planteó no pagar la deuda. Nuestro espacio decía que no estaba de acuerdo en cómo se estaba pagando o con el acuerdo que se había hecho en el Gobierno anterior. Entonces ahí se dio un poco una encerrona. Y no es que se sale por izquierda, todos los debates se fueron saldando con posiciones que garantizaron las posturas del FMI y los acreedores, pero no podemos acordar qué hay que hacer para resolver la pobreza.
– ¿Cómo evaluás las medidas del Gobierno de las últimas semanas para otorgar refuerzos en los ingresos de trabajadores informales y para jubilados?
– Para mí son fantásticas, el tema es si eso resuelve el problema de fondo. Nosotros necesitamos un shock distributivo para poder reactivar la economía interna. Todos esos son paliativos, necesarios y urgentes. Y ojalá se hagan todos los meses. El tema es que después hay una tensión dentro del propio gobierno porque hay un sector que no quiere emitir por el acuerdo con el Fondo. Y si no emitís es difícil repartir, y si no repartís no se consume. Estamos atrapados ahí.
Yo celebro los paliativos, que dicho sea de paso no aparecen tan fácil, pero el Gobierno no puede quedarse ahí. Vos tenés que apuntar a sustituir importaciones, a generar industrialización, tener laboratorios propios… Y para eso hay que pelearse con los grandes.
– A todo esto se le suma un retroceso en las condiciones laborales. Por ejemplo, la pandemia instaló el teletrabajo, ¿cómo evaluás eso?
– El teletrabajo en el mundo supuestamente llegó para quedarse y yo no sé si acá en Argentina tenemos esa posibilidad. Porque las empresas privadas ya lo venían implementando, pero el Estado no está preparado para un doble comando. Y en tu casa no tenés un lugar adecuado para trabajar. No te pagan la luz, ni internet, no tenés una silla cómoda. Y pensar el teletrabajo implica pensar tu dignidad como trabajador en un ámbito distinto al de la oficina. Eso hay que reglamentarlo.
– Eso es uno de los cambios, pero también hay un debate sobre la cantidad de horas de trabajo, por ejemplo.
– Sí, los compañeros del Subte presentaron un proyecto para trabajar un día menos por semana. Nosotros pensamos que hay que achicar la cantidad de horas para generar más puestos de trabajo. Lo que pasa es que si lo pensás desde el Estado lo que te dicen es que eso sería más estructura, más gasto social, tenés que pelearte con la derecha. Estaría bueno que las empresas con producción masiva lo puedan empezar a instrumentar. El tema en todo ese debate es que no te bajen el salario.
– En un punto, para generar cambios favorables a los trabajadores siempre hay que pelearse con alguien.
– Sí, yo creo que el enemigo siempre te orienta. Nuestra base está muy desorientada. Desde el saludo del día del amigo a Larreta para acá pasaron muchas cosas. Pero también es cierto que nuestro espacio político demonizó a muchos políticos que hoy son parte del gobierno. Y ahí se confunde quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Quizás uno no estaría nunca ahí porque sabe quién es quién. La política tiene esa facilidad para acomodarse de acuerdo a situaciones que van surgiendo.
Ahora si vos no te querés pelear con Pérez Companc o con Bunge y Born, no te querés pelear con el campo, es un problema. Vos tenés que elegir con qué poderosos te peleás. Si todo nuestro espacio político se sienta con la embajada de EE.UU., tenemos un quilombo en puerta. Si todo nuestro espacio político reivindica al capitalismo como la única forma de organización económica, reivindicándose desde el peronismo que era “combatiendo al capital”, también hay un quilombo para revisar. Porque la matriz ideológica en la que te estás parando, en todo caso, la tenemos que interpelar.
Si hay un capitalismo bueno y uno malo, que me lo expliquen. Porque hasta ahora el registro histórico es que el capitalismo siempre generó desigualdad social. Si hay un capitalismo bueno quizá hay que conocerlo y ver si se puede instrumentar en una sociedad como la nuestra. ¿Qué es el capitalismo bueno? ¿El desarrollismo? ¿El pleno empleo? ¿Es tomar a la economía popular como algo nuevo? ¿El empleo informal quedó para quedarse? Todo eso hay que debatirlo.
– La lucha contra el macrismo mostró mucha unidad y mucha movilización en la calle ¿cómo se hace para reclamar hoy?
– Nosotros durante la pandemia hicimos de todo lo que pudimos, para reclamarle al gobierno de Larreta, que era donde teníamos presencialidad. Ahora pospandemia se vuelve a recuperar la calle, se vuelve a recuperar la presencialidad y se van recuperar las mismas instancias de preparación que teníamos. Asamblea en los sectores de trabajo, se resuelve una posición para el plenario, el plenario toma decisiones estructurales y se sale. Después si se evita la movilización porque hay una propuesta, bienvenida sea. Nosotros siempre estamos dispuestos a escuchar. No nos pasó con el gobierno anterior, con este gobierno esperemos no tener que instrumentar viejas recetas.
– ¿Pensás que el proceso de renovación que se dio en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) habla de un proceso de renovación más amplio?
– Yo no lo veo. No te hablo de la CTA porque es algo distinto, pero en el resto del movimiento sindical, en los gremios de la CGT, en los gremios están como esperando que los viejos se mueran, en general la renovación se da a partir del fallecimiento de los dirigentes. Lo de la UOM fue fantástico, pero no sé si está pasando en otros gremios.
Uno ve el hostigamiento, por ejemplo, a Vanesa Siley en Judiciales o el que tuvo que pasar Beto Pianelli, que tuvieron que formar otro sindicato en el subte. Yo creo que esa renovación es necesaria. Tienen que pasar otras cosas, tiene que llegar la paridad, tiene que llegar el feminismo. El sindicalismo viene muchos kilómetros por detrás de todo lo que se fue dando en el país.
– ¿Y con quién es ese debate?
– Se da asumiendo la responsabilidad de afiliarse, participar y empujar. A la burocracia sindical se le gana si podés generar una masa crítica que pueda interpelar a la conducción y transformarla. Nosotros hicimos eso y la pasamos mal. Cuando te enfrentás al aparato, te enfrentás al aparato. Incluso la victoria no te recompensa, pero lo que sí hacés es lograr una transformación en el gremio. Lo que hay que evitar es que haya esos costos. Vos tenés que poder participar tranquilamente y no te tienen por qué robar las elecciones, ni robar las urnas o meter preso a tus fiscales. Eso pasa en ATE, ni siquiera estoy hablando de otro gremio.
– ¿Cómo ves esa perspectiva en las condiciones actuales?
– Obviamente que la incertidumbre también golpea en los delegados de base. La sensación de muerte que dejó la pandemia fue bestial y el daño emocional es muy alto. Entonces hay que reconstruir algunas cuestiones que son muy importantes. Hay que pensar en la sororidad, en un eje que te empuje a transformar la vida de tu pueblo. Los sindicatos tenemos esa tarea tan digna de llevar adelante lazos solidarios entre los laburantes. Y me parece que la perspectiva del feminismo es la única perspectiva que hoy te permite generar esa transformación. Si queremos generar más militancia desde el patriarcado vamos a errarle. Y para que suceda otra cosa también hay que correrse.
– ¿Cuál debería ser el rol de esa militancia sindical en la disputa política? ¿pasa por asumir un rol de dirección y asumir lugares de representación política?
– Sí, yo creo que sí. En ATE lo estimulamos permanentemente. Y también apostamos mucho a la capacitación. Los tipos somos los que matamos, así que todo esto lo venimos trabajando desde hace muchos años. La paridad existe en ATE más allá de lo que dice la ley. Y es una obligación para armar las comisiones internas. Se habla mucho de cambiar los estatutos para darle más lugar a las mujeres, para mí no hace falta. Hay que dejar que ocupen los lugares. Y tampoco andar duplicando cargos. No hay que quedarse atado a la situación de cada uno. Yo quiero que me conduzca una mujer, entonces tiene que aparecer.
– ¿La próxima secretaria general de ATE Capital va a ser una mujer?
– Puede ser una mujer. No sería un problema. Cuando mirás en perspectiva las compañeras que están en el sindicato y las que no están pero que tienen toda una capacidad de transformación, estamos muy contentos con cómo se viene dando esa etapa.
– ¿Y es posible pensar en dirigentes sindicales que jueguen un rol de referencia en las peleas que fuimos diciendo que están pendientes o abiertas, incluso a veces desbordando a las conducciones políticas?
– Sobre todo puedo decir que eso es necesario. También pienso que la política tiene que asumir que las cuestiones de los trabajadores y trabajadoras las tienen que pensar los trabajadores y trabajadoras. Que hay situaciones que se dan en el parlamento que son muy lejanas a lo que nos pasa en el movimiento obrero. Y que el movimiento obrero debería tener la capacidad de constituirse en un sujeto político que sea parte de las instancias, como los parlamentos, en donde se juegan cosas vinculadas a tu calidad de vida.
– ¿En la Ciudad de Buenos Aires MOVEMOS intenta un poco eso?
– Intenta eso, ojalá que lo podamos ir resolviendo y que podamos ser parte de esos grandes debates que queremos dar en la sociedad. Pero lo que también intenta MOVEMOS es transformar la Ciudad de Buenos Aires. Yo me niego a pensar que esta ciudad es gorila y que no hay otra alternativa más que Larreta. Nosotros tenemos que poder pensar la conducción de la Ciudad de Buenos Aires. No podemos pensar solo en ser oposición y ese es el gran desafío que propone MOVEMOS.