Pensar la Escuela, así denominó a su blog Débora Kozak, ex Rectora del Normal 1, docente con amplia trayectoria en el ámbito de la educación y referente del conflicto por la UNICABA. Pocos nombres podrían tener tanta potencia. Pensar la escuela, con todo lo que eso implica. Pensar con y a sus actores (y actrices), sus puntos fuertes y débiles, los desafíos de época y otros que ameritan una actualización constante, las tareas de corto, mediano y largo plazo; eso y mucho más es pensar la escuela. Es particularmente valioso, además, cuando lo hacen estudiantes, docentes y familias en un contexto político sumamente adverso. En medio de hostigamientos y etiquetas, las comunidades educativas son, muchas veces, las que suman voces, reflexión y propuestas, mientras el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) avanza sin mirar hacia el costado. Así fue el caso de las recientes “Actividades de Aproximación al Mundo del Trabajo y a los Estudios Superiores”, en el marco de la Secundaria del Futuro, que rige al día de hoy en 91 escuelas y que el GCBA proyecta implementar plenamente en 2023.
Primero con Mauricio Macri y ahora con Horacio Rodríguez Larreta, el actual oficialismo nos tiene acostumbrades a una lógica de gestión con más anuncios que hechos y a la difusión en redes sociales de calendarios de contenidos que no cuentan con ningún planeamiento estratégico. Es así que la tarea de pensar quedó relegada a la voluntad de quienes se sienten convocades por la cuestión educativa, independientemente de su sesgo partidario, pero muy alejada de una política de Estado. El debate acerca de educación y trabajo no es la excepción a esa regla.
Desde una mirada mercantilista y marketinera, el GCBA dio a conocer la puesta en marcha de las prácticas mencionadas, que espera que alcancen a 29.400 estudiantes. Estas actividades implican la dedicación de 120 horas cátedra, obligatorias y no remuneradas, a la realización de tareas en ámbitos laborales divididos en cuatro categorías: sector productivo (privado o público), sector de gestión de políticas públicas, ámbito cultural/comunitario y ámbito de la educación superior/científico-académico. Además, les estudiantes deberán asistir a una instancia introductoria previo al comienzo de las actividades.
El tratamiento del rol docente quedó por fuera del proyecto llevado adelante por Vamos Juntos. Tanto la dimensión pedagógica como lo relativo a las condiciones laborales de les docentes. Aún cuando eso, en los hechos, implica asumir tareas “extras”. Recordemos, además, que esto aparece en un momento particular de las trayectorias educativas, después de dos años atravesados de lleno por la crisis sanitaria.

Si de algo sabe el oficialismo porteño es de tomar demandas legítimas, históricas y apropiárselas a su manera. El boleto educativo, la actualización de la escuela secundaria, el protocolo de acción y prevención de situaciones de violencia de género son algunos ejemplos. Demandas latentes, con impacto real en la vida de los porteños y las porteñas, pero a las que las resoluciones adoptadas por el GCBA están muy lejos de dar respuesta.
La vinculación del mundo del trabajo con la educación es, sin dudas, un debate que resurge periódicamente y que está presente en cada etapa histórica. Actualmente implica un desafío extra, frente a un oficialismo que logró de momento apoderarse del mismo.
Educación, empleo y sociedad
Pensar en el cruce de educación y trabajo no supone un vínculo neutro, sino que implica abordar la educación para la sociedad que queremos. Una con más igualdad y más empleo, en virtud de un modelo de desarrollo nacional con distribución de la riqueza. No es, desde nuestro punto de vista, la simple adecuación de les estudiantes a las normas del mercado. Requiere, en cambio, ofrecer herramientas y construir un andamiaje que favorezca la formación de ciudadanos -o sea sujetos de derechos- insertos en el mundo del trabajo, con todo lo que eso implica.
Si hay algo que conocemos muy bien quienes transitamos la escuela y, en particular, la formación docente, es que muchas veces se espera de ella mucho más que lo que puede (y/o debe) dar. Sería ridículo pensar, en el difícil contexto internacional en el que nos encontramos, que la escuela debe ser el único ámbito que aporte soluciones a los problemas que el orden social vigente genera para muches, y específicamente para les jóvenes.
La dificultad de trazar horizontes a largo plazo, de acceder a ciertos derechos básicos como un empleo registrado o un techo, no son problemas que la escuela pueda solucionar por sí misma. Hay quienes incluso piensan que esa ni siquiera debería ser la meta. Sin embargo, despojarla de toda responsabilidad en este tema nos aleja de la oportunidad de aportar a un proceso transformador.
Claro está que la escuela no puede ser la responsable principal o única de llevarlo adelante, pero asumir un rol activo desde el sistema educativo, entendiéndolo como terreno de disputa entre lo que somos y lo que podemos ser como sociedad, sin dudas puede tener consecuencias cruciales. El Gobierno porteño entendió muy bien este punto, por eso lleva adelante de manera sistemática distintas reformas que están sujetas y son funcionales al modelo político-social de matriz neoliberal que impulsa. La falta de un planteo serio y comprometido con las condiciones laborales de docentes y jóvenes, la ausencia de un marco y objetivo pedagógico claro y la improvisación en la implementación son los tres grandes cuestionamientos hacia las “Actividades de Aproximación al Mundo del Trabajo y a los Estudios Superiores”, que hacen de este proyecto un aporte a la política del marketing, precarización y detrimento de la calidad educativa.
Puntos de partida para el debate
En este contexto, merece la pena el esfuerzo por construir una alternativa que le ofrezca mejores horizontes a les jóvenes, que acerque aprendizajes significativos para el presente y el mañana y que contribuya a una sociedad más justa e igualitaria desde una mirada de derechos. Para lo cual es fundamental ponerle un freno a las políticas mercantilistas, en todas sus variantes.
El puente entre educación y trabajo constituye, sin dudas, un debate necesario en ese camino. Un debate abierto y sobre el cual pretendemos seguir aportando desde este espacio. En esa línea, proponemos algunos elementos que a nuestro juicio deben ser considerados para abordar el tema en nuestra Ciudad:
- Según la Dirección General de Estadística y Censos del GCBA, en nuestro distrito hay 344.500 jóvenes de entre 15 y 29 años que asisten a establecimientos educativos y otres 262.000 que no lo hacen. Entre quienes tienen entre 15 y 18 años y asisten a un establecimiento, hay un 5,2% de ocupades y un 3,8% de desocupades. Mientras que la cifra asciende al 40% y el 18%, respectivamente, entre quienes no asisten.
Entre otras cosas, estos números expresan que son muches les jóvenes que, estando en edad escolar, transitan también experiencias en el mundo del trabajo. La situación de quienes están en ese rango etario pero no asisten a un establecimiento educativo, merece una mirada específica. Se trata por lo general de personas con trayectorias educativas interrumpidas que terminaron quedando por fuera de los márgenes del sistema, posiblemente por las mismas condiciones que les llevan a tener que trabajar.
Es importante, por tanto, considerar que ya hay jóvenes desarrollando tareas laborales en diversos ámbitos remunerados y no remunerados, si contemplamos también las tareas de cuidado que en muchos casos deben llevar adelante, principalmente, las mujeres jóvenes.
- Existe un marco normativo nacional a lo que se le debe sumar las experiencias surgidas a partir del mismo. Por un lado, es necesario recordar que la Ley de Educación Nacional de 2006 establece la relación entre educación y trabajo. Por otro, es imprescindible considerar las particularidades de cada modalidad de educación, no siendo lo mismo pensar dicha vinculación para las Escuelas Normales, la Educación Técnica, la Artística, o la intensificada en idiomas.
Si bien podemos encontrar a lo largo de nuestra historia distintas experiencias de vinculación de educación y trabajo, estrechamente ligadas a distintos proyectos políticos, la de la Educación Técnica, excluida ahora en las llamadas “Actividades de aproximación” al mundo del trabajo del GCBA, resulta particularmente valiosa. Puntualmente, fue a partir de 2005, con la Ley de Educación Técnico Profesional, que se consolidó una dimensión propia dentro del debate acerca de la relación entre educación, trabajo y sociedad, donde cobró valor el rol de les jóvenes en el desarrollo productivo y en ciertos procesos de sustitución de importaciones y distribución de la riqueza. En este sentido, retomar esta experiencia al calor del debate abierto en nuestro distrito es fundamental.
- También hay cuestiones referidas a la modalidad específica que deben asumir estos procesos ¿En qué momento de una trayectoria formativa? ¿Cuál debe ser la retribución? ¿Deben ser prácticas obligatorias? ¿Dónde deberían realizarse? ¿Cómo empezaron a funcionar?
Este debate es un signo más de hasta qué punto el sistema educativo representa un espacio fundamental en las disputas que, con mayor o menor trascendencia, se dan a diario en nuestra ciudad.
A su vez, con este artículo dejamos abierto un espacio para alentar el debate de ideas y amplificar las voces de quienes aspiran a forjar un modelo alternativo que garantice el derecho a habitarla y haga posible en ella el horizonte del buenvivir.