Ambiente Cultura Política Ago 13, 2022

¿Qué pone en discusión un sitio sagrado mapuche?

La Administración de Parques Nacionales declaró al Volcán Lanín/Pijan Mawiza Lanvn como “Sitio Natural Sagrado Mapuche”. La fuerte oposición de la provincia de Neuquén hizo que se diera marcha atrás con la medida en menos de 24 horas.

El miércoles 3 de agosto, mediante la Resolución N° 484-2022, el Directorio de la Administración de Parques Nacionales (APN) declaró al Volcán Lanín/Pijan Mawiza Lanvn como “Sitio Natural Sagrado Mapuche”. Lejos de una medida intempestiva, la resolución venía a reconocer formalmente un trabajo intercultural de muchos años en el marco de las políticas de co-manejo entre la APN y el Pueblo Mapuche.

Es difícil abordar toda esta discusión dentro de la lógica de la ciencia occidental y de la política moderna, basadas en una fuerte división entre naturaleza/cultura, en donde solo tienen voz las personas humanas. Más difícil aún es hacerlo en el contexto de un discurso fuertemente racista que sigue construyendo al Pueblo Mapuche como terroristas extranjeros que ponen en riesgo la seguridad y la soberanía nacional.

La discusión sobre la declaración del Lanín como “sitio sagrado” plantea sobre todo un problema de derechos sobre el volcán: ¿Quién tiene derecho de administración y control sobre ese espacio? ¿Es un espacio de conservación bajo jurisdicción de la APN o un recurso natural a explotar por la provincia? ¿Es una persona no-humana con mucho conocimiento como sostiene el Pueblo Mapuche? 

Un poco de historia para entender el conflicto

Los parques nacionales fueron creados a nivel mundial como espacios “sin habitantes”, generando fuertes procesos de expulsión y despojo sobre las poblaciones originarias que preexistían en estos territorios. Sin embargo, en las últimas décadas las agencias internacionales de conservación han cambiado la forma de concebir y manejar estas áreas, dando lugar a manejos participativos o co-manejos. Estos buscan integrar los “conocimientos científico-técnicos” con los “conocimientos tradicionales/ancestrales” de las comunidades locales e indígenas con el objetivo de desarrollar prácticas sustentables y mejorar la calidad de vida de estas poblaciones. 

En el marco de estos proyectos, en los Parques Nacionales Lanín y Nahuel Huapi, en julio de 2016, se creó la “Mesa Política de los Co-manejos”. Y en esta instancia se inició la discusión por la declaración del Lanín como “sitio natural sagrado mapuche”. De esta forma, equipos técnicos de la APN y del Pueblo Mapuche vienen trabajando hace seis años para pensar juntes esta nueva categoría de manejo en Argentina. Una categoría de conservación que se implementa a nivel mundial. 

Diez años antes de la creación de esta Mesa, en 2006, autoridades políticas y filosóficas del Pueblo Mapuche enmarcadas en la Confederación Mapuche de Neuquén, sostuvieron que el Lanín estaba sufriendo un grave deterioro como resultado de la sobreexplotación. Se autoconvocaron de manera urgente frente a lo que entendían era una situación de amenaza de vida del volcán/pijan mawiza a causa del uso irracional y descuidado de la actividad turística y deportiva promovida por la propia APN y por el municipio de Junín de los Andes. La principal evidencia de esta amenaza fue la falta de nieve y el desprendimiento progresivo de una parte de la ladera norte en 2004. 

Ante esto entendieron que era necesario realizar un Gejipun (ceremonia) para fortalecer el genmawiza (espíritu del volcán) y convocaron “El Grito del Lanín”, retomando una práctica ceremonial que no se realizaba desde la llegada de la APN en la década del ´30. Desde 2007 esta ceremonia se repite cada año entre los meses de enero y marzo en el rewe (lugar ceremonial).

Frente a la avanzada y la amenaza de la sobreexplotación, sostuvieron la necesidad de defender el plan de vida mapuche o “buen vivir”, el Kvme Felen. En la cosmovisión mapuche no opera la misma división naturaleza/cultura en la que se basan los co-manejos. El ce (persona) es un elemento más que interactúa con pu newen (fuerzas) dentro del az mapu (ordenamiento de la naturaleza) y conforman el waj mapu (territorio en el que se ordenan todas las vidas). El ce es el responsable de mantener el equilibrio y debe conservar la armonía de ese entorno del cual es parte, sino puede ser sancionado por los pu gen (espíritus protectores de cada lugar). 

En este proceso, encontraron una categoría de manejo internacional que permitía el uso y cuidado del volcán/pijan mawiza y a la vez reconocía el conocimiento mapuche. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -organismo que establece las políticas de conservación a nivel global- define a los sitios naturales sagrados como “áreas de tierra o agua que tienen un significado espiritual especial para los pueblos y las comunidades. Muchos sitios naturales sagrados son áreas de importancia para la conservación de la biodiversidad. De hecho, para muchas comunidades es difícil separar las razones por las cuales protegen las conexiones espirituales entre los pueblos y la tierra, de aquellas por las cuales conservan la biodiversidad de sus tierras”. 

La polémica por el sitio sagrado

El pasado 3 de agosto la Confederación celebraba un hecho histórico y sostenía en un comunicado público que el paso dado por el Directorio de la APN, presidido por Lautaro Erratchu, era la base de una relación de mutuo reconocimiento y respeto. Sin embargo, las críticas y cuestionamientos no tardaron en llegar, y en menos de 24 horas el organismo nacional decidió dar marcha atrás con la resolución y convocar a una mesa de diálogo incorporando a la provincia de Neuquén. Ante esto el titular de APN presentó su renuncia ante el ministro de Ambiente, Juan Cabandié. En su lugar asumirá Federico Granato quien hasta ahora se desempeñaba como jefe de Gabinete de Erratchu.

Para el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, la medida implicaba que Nación decidiera sobre un recurso provincial, considerando que era una ilegalidad. En el proceso invisibilizó todo el trabajo territorial que la APN viene realizando desde hace muchos años, planteando que todo se había definido desde un escritorio en Buenos Aires. Frente a esto, en un comunicado oficial, la APN manifestó “la intención de continuar con la gestión conjunta y los procesos participativos, de manera federal, con todas las jurisdicciones provinciales en las que se encuentren áreas protegidas nacionales”. 

Mientras desde sus cuentas de Twitter el ex presidente Mauricio Macri, declaró que “el hermoso Volcán Lanín es de todos los argentinos, sin discusión”; Miguel Ángel Pichetto, repudió la resolución destacando que “otra vez se ve afectada la soberanía en un lugar paradisíaco y turístico de nuestro país. Una imbecilidad propia de este gobierno. En breve toda la Patagonia será mapuche”; y el diputado Ricardo López Murphy sostuvo que la decisión era “una aberración absurda propia de los delirios del kirchnerismo. El territorio nacional es de todos los argentinos y se defiende, no se entrega. Basta de populismo”. 

Ante estas declaraciones y la marcha atrás de la resolución, la Confederación se declaró en estado de alerta y movilización y cuestionó a Cabandié, manifestando que lamentan la fragilidad política del gobierno nacional y en particular de él como ministro de Ambiente, por la incapacidad de sostener una decisión por 24 horas. Apoyaron a la gestión de APN y sostuvieron que la mesa de diálogo a la que se convocará tiene que apuntar a respaldar el reconocimiento del Lanín como sitio sagrado, una propuesta que la provincia criticó sin siquiera conocer. Por último, aclararon a la sociedad en general que la nueva categoría permitirá incorporar a lo paisajístico, científico y turístico, todo el potencial cosmogónico mapuche que hasta hoy no se conoce.

La disputa por otros mundos posibles

La declaración del sitio sagrado no pone en cuestión “la soberanía” y menos aún implica la supuesta idea de un “país mapuche aparte”. Lo que preocupa a las voces que se alzaron en contra es que se altere el vínculo con eso que comúnmente llamamos “naturaleza”. En todo el proceso de discusión sobre el sitio sagrado el principal obstáculo tuvo que ver con el uso que podrían o no hacer los turistas y deportistas, principalmente quienes pagan importantes montos de dinero para ascender a la cima del volcán. 

En la discusión sobre el “sitio sagrado” hay algo más, hay formas distintas de entender la relación con todo aquello que conforma el entorno, formas que no son pensables y racionales para las lógicas occidentales, modernas y científicas. Si bien en el proceso de discusión los términos “volcán” y “pijan mawiza” fueron utilizados por todos los involucrados como sinónimos, como una traducción de la misma palabra en castellano y mapuzungun (idioma mapuche), en realidad no están hablando de la misma cosa. De hecho, volcán en mapuzungun se traduce como zeqvñ, mientras que pijan mawiza significa montaña con conocimiento, mostrando que no es una mera traducción, sino la construcción de otro tipo de entidad con características, atribuciones y relaciones distintas con las personas humanas. 

Esta discusión muestra una tensión entre una ontología moderna, en la que se enmarca el “conocimiento científico” y que opera principalmente sobre la división naturaleza/cultura, y ontologías relacionales, en las que lo existente se debe a las relaciones que lo constituyen. En lugar de pensar que la realidad (única) es algo exterior que existe más allá de estas relaciones, el mundo existe cuando se pone en acto mediante prácticas que vinculan a una multiplicidad de humanos y no-humanos. 

Teóricos de la ontología política como Arturo Escobar, Mario Blaser y Marisol de la Cadena sostienen que la puesta en acción de múltiples mundos socava y pone en cuestión la supuesta universalidad y neutralidad de la ontología moderna y de la ciencia y hace necesario habilitar diálogos que no se limiten a “la política racional/razonable”, que asume que todos los actores que intervienen están hablando de lo mismo, y que además los actores son solo humanos.

En este sentido, la discusión no puede pensarse separada del proceso iniciado en la “Conquista del Desierto” y de la imposición de una única forma posible de entender el mundo, destruyendo en el proceso pueblos enteros con otros modos de vida y de conocimientos. Por eso es también una discusión sobre el modelo de desarrollo y sobre el propio sistema capitalista. 

El Pueblo Mapuche sostiene que una de las facetas de todo este modelo es un ocio perverso que busca en un turismo inconsciente, desafiar a pu newen (fuerzas) de la naturaleza. Por este motivo a quienes alzaron rápidamente la voz en contra del sitio sagrado no les molesta que millones de hectáreas de Patagonia estén en manos de extranjeros como Benetton o Lewis, porque el problema no es la soberanía, sino el miedo a no poder seguir explotando, expropiando y extrayendo recursos a su antojo. 

Esta no es solo una discusión del Pueblo Mapuche, es la constante tensión entre el capital y la vida, entre formas de habitar basadas en la interdependencia y la ecodependencia y formas individualistas y antropocéntricas que solo piensan en el lucro y el uso indiscriminado de los bienes comunes convertidos en recursos, y de los territorios, convertidos en espacios turísticos a los que se cobra por ingresar. No es una discusión del pasado que atenta contra el progreso, es una de las discusiones de mayor actualidad en el marco de la crisis ambiental y civilizatoria que atraviesa nuestro planeta. 


  • Florencia Trentini es doctora en Antropología (UBA) e investigadora del CONICET

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