La economía argentina se encuentra estancada desde hace 10 años (los períodos de crecimiento son seguidos por períodos de fuerte caída). En dicho marco las mejoras de ciertos sectores se traducen necesariamente en el empeoramiento de otros grupos (esto incluye disputas entre trabajadores y empresarios, pero mejoras y empeoramientos al interior de cada uno). En este marco, la inflación se acelera año tras año.
Hay diferentes debates sobre las causas de la aceleración de la inflación, que en general dependen del marco conceptual utilizado: una economía periférica dependiente, escasez de dólares, mercados oligopólicos, políticas fiscales/monetarias, factores exógenos (inflación internacional), inercia inflacionaria, etc. Ante este escenario, distintos economistas acuerdan en que la inflación tiene raíces multicausales, que es algo así como no decir nada.
Sin embargo, más allá de las causas de la inflación, algunas consecuencias son un poco más claras. Siendo esquemáticos, los “ganadores” de la aceleración de la inflación de los últimos años fueron los empresarios (como conjunto, ya que al interior hay realidades muy diferentes), mientras que los claros perdedores somos los trabajadores, en particular el sector que se muestra más “dinámico” en términos de creación de empleo, los asalariados no registrados, y los trabajadores no asalariados (un grupo muy heterogéneo compuesto por: trabajadores por cuenta propia, ciertos empleadores/patrones y familiares no remunerados).
Empleo
De acuerdo a la información de la llamada “Cuenta de generación del ingreso e insumo de mano de obra” del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), correspondiente al primer semestre de 2022, el 75% de los trabajadores de Argentina se encuentran bajo una relación asalariada (16 millones), mientras el resto (5,5 millones) trabaja bajo otro tipo de relación laboral. Finalmente, dentro de los asalariados, alrededor de un tercio se encuentra no registrado.
Entre 2016 y 2022 el empleo asalariado registrado se mantuvo relativamente constante, mientras que hubo un incremento de los “no asalariados”, principalmente entre 2016 y 2019, y de los asalariados no registrados (en este caso el mayor aumento fue entre 2019 y 2022).
En términos generales, esta reconfiguración explica parte de la pérdida de ingresos de los trabajadores. El sector no asalariado recibe un ingreso que es alrededor de 30% menor al de los asalariados, a la vez que dentro de este último universo, los asalariados no registrados tienen un salario que es 60% inferior al de los registrados, de acuerdo a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC del primer trimestre de 2022.
Salarios
Considerando la variación del salario real a junio de cada año, el único en el que estos le ganaron a la inflación fue 2017 (el sector registrado tuvo un aumento real de 6 puntos, mientras los asalariados no registrados prácticamente le empataron con un aumento real de 1%). Recién en el primer semestre de 2022 (previo a que se vuelva a disparar la inflación), los salarios registrados tuvieron aumentos que superaron a la inflación, aunque los no registrados perdieron 4 puntos.
VARIACIÓN INTERANUAL DEL SALARIO REAL A JUNIO DE CADA PERÍODO
Al considerar la información acumulada, durante el macrismo el sector registrado tuvo una pérdida salarial de 18%, mientras que los asalariados no registrados perdieron 23%. Por su parte, el Gobierno del Frente de Todos estuvo lejos de recuperar lo perdido durante la administración previa: los asalariados registrados incrementaron sus salarios 1%, mientras que en el caso de los no registrados se siguió consolidando la pérdida salarial (10%).
Participación
La combinación de pérdida salarial de los sectores asalariados registrados y no registrados, sumada al aumento relativo de los no asalariados se tradujo en estos años no sólo en una caída del poder de compra de los trabajadores, sino en una gran pérdida en la porción de la torta que se apropian los trabajadores. Entre el primer semestre de 2016 y 2022, con una economía en niveles similares entre ambos años, la participación de los asalariados en el valor agregado total de la economía disminuyó 7 puntos porcentuales, mientras que como contrapartida, la apropiación de las ganancias por parte de los empresarios aumentó 6 puntos porcentuales.
PARTICIPACIÓN DE CADA COMPONENTE EN EL VALOR AGREGADO – SEGUNDO SEMESTRE
Ganancias
La contracara de esta pérdida salarial se observa en las ganancias, que pese a los vaivenes de la economía, entre 2016 y 2022 aumentó alcanzando niveles récord en el primer semestre de este último año (25 billones de pesos de abril-junio de 2022).
Entre 2016 y 2019, y pese a la caída de la economía argentina (y del derrumbe de la masa salarial apropiada por los trabajadores), los empresarios aumentaron sus ganancias en 770 mil millones de pesos (medidos en pesos de abril-junio de 2022); por su parte, entre 2019 y 2022, las ganancias empresarias se incrementaron en 3 billones de pesos (este período incluye el derrumbe económico resultante de la pandemia), mientras que en ambos períodos la masa salarial de la economía se redujo (en total en 3,9 billones de pesos).
VARIACIÓN EN EL VALOR AGREGADO DE LA ECONOMÍA Y EN LA APROPIACIÓN POR PARTE DEL CAPITAL Y EL TRABAJO – SEGUNDO SEMESTRE DE CADA AÑO
Este incremento sistemático en la transferencia de los trabajadores a los empresarios se inició durante el macrismo, pero fue continuado durante el Gobierno actual.
Si se considera como referencia la distribución del ingreso del primer semestre de 2016, cuando los empresarios se apropiaban alrededor del 40% del valor agregado, y se lo compara con lo ocurrido en los últimos siete años, surge que estos se apropiaron de 8 billones de pesos adicionales a los que se hubieran llevado en aquel momento. Esta transferencia adicional de los trabajadores, implicó un subsidio a los empresarios por 68 mil millones de dólares, 1,5 veces la deuda que Mauricio Macri tomó del FMI.
VARIACIÓN ACUMULADA EN LA APROPIACIÓN DEL VALOR AGREGADO 2016 – 2022. SITUACIÓN DEL PRIMER SEMESTRE DE 2016 VERSUS OBSERVADO
Conclusión
El aumento de las ganancias apropiadas se aprovechó de distintas situaciones: la complicidad de los diferentes gobiernos para con los empresarios que incrementan la tasa de empleo no registrado (logrando una disminución salarial, además del empeoramiento de las condiciones de trabajo), los sistemáticos intentos de ponerle techo a las paritarias, el descontrol inflacionario, el aumento de relaciones laborales “no asalariadas”, etc.
El proceso de transferencias que se dió en los últimos gobiernos, fue relativamente independiente de las caídas y recuperaciones de la economía, y tuvo una constante: el intento de utilizar los salarios como ancla inflacionaria. La consecuencia de esta práctica, que por cómoda y simple no implica que sea efectiva, estuvo lejos de contener la aceleración inflacionaria: su único efecto fue garantizar el aumento de las ganancias empresarias a costa del empobrecimiento de buena parte de los 20 millones de trabajadores.
Si bien estamos en una situación en la que resulta difícil pensar en una recuperación salarial sin un efectivo control de la inflación, ya que con los niveles actuales parece complejo lograr una mejora considerable, el mero control del aumento de precios no va a servir para recuperar lo perdido. En esta situación la inflación actúa (consciente o inconscientemente) como elemento disciplinador, y uno de los grandes peligros es seguir consolidando la pérdida salarial sin una verdadera reversión del proceso de los últimos siete años.