A esta altura es una obviedad mayúscula que el Gobierno de Javier Milei se aferra a la baja de la inflación para llegar a octubre con algún logro importante que mostrar ante el conjunto de la población. Un logro que a esta altura –con niveles que se mantienen en torno al 3% mensual y no se traducen en mejoras significativas en el poder adquisitivo de los ingresos– tiene un poco de realidad y mucho de construcción discursiva. Más allá de eso, en la semana que terminó la plana mayor del mileismo dejó ver preocupaciones muy evidentes, a pesar del espaldarazo que representa el último préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el frente cambiario y financiero.
Dólar y salarios estuvieron en la primera fila de los temas desarrollados en instancias públicas y acciones menos visibles del equipo gubernamental. Mientras que el Banco Central sigue sin acumular reservas, e incluso perdiendo en un contexto más que favorable, el ministro de Economía, Luis Caputo, se encargó de presentar la brillante idea de establecer una especie de blanqueo permanente que permitiría disponer de los dólares no registrados sin que el Estado indague sobre su origen. Algo que acercaría definitivamente al país a una de las tantas guaridas fiscales que existen en islas remotas o países cuyas economías no tienen ningún rastro de actividades productivas importantes.
En síntesis, el Gobierno da muestras de una forma más que llamativa, de una debilidad evidente, por lo menos para el mediano plazo. Es que el esquema cambiario y la política económica demandan muchos dólares, deja salir demasiados y no genera los suficientes. Al mismo tiempo, deja en claro, otra vez, que en su proyecto de país no hay mucho más que timba financiera y explotación de recursos naturales.
A su vez, en una semana en donde se registraron medidas de fuerza de distintos sectores para reclamar por mejores salarios, entre ellos se destacan los paros de colectiveros y metalúrgicos, el Gobierno se encargó de intervenir en la paritaria del sindicato de Comercio –el mayor del sector privado– para que los empresarios no paguen un aumento que supere el techo estipulado del 1% mensual. Queda claro que el Ejecutivo apuesta a controlar la inflación a partir del precio del dólar, pero a esta altura podríamos decir que lo más grave es que el otro medio privilegiado para cumplir con ese fin es aplanar el poder adquisitivo de la mayoría. En esa línea no sorprende nada que haya fijado por decreto un Salario Mínimo Vital y Móvil de poco más de 300 mil pesos.
El avance contra los y las trabajadoras no se queda solo allí. Ante un auditorio exultante, en el cierre del Latam Economic Forum, Milei esbozó una supuesta teoría que daría por tierra con la explotación laboral y deslizó que son los trabajadores los que explotan a los empresarios. Más allá del tono lisérgico, la cuestión es cómo esas ideas empalman con el discurso, tan caro a esta ultraderecha, que postula a los empresarios como benefactores y a los trabajadores como culpables de los problemas del país.
Sumamos un tema más que puede ser analizado en clave de síntoma de una debilidad estructural que convive con una fortaleza basada, más que nada, en los poderes que los sostienen. La cruzada del mileismo contra el periodismo y los periodistas ensobrados. Lejos de encarnar una batalla por la transparencia constituye, sobre todo, una estrategia que tiene tres objetivos: seguir alimentando la imagen original de un gobierno asediado por sectores poderosos; condicionar las críticas que puedan surgir de medios contrarios o incluso afines; y, de paso, desviar la atención de temas sensibles.
Por último, la preocupación es una fórmula que sirve también para pensar cómo llegó el Gobierno a la primera ronda de elecciones locales que se dan en Chaco, San Luis, Jujuy y Salta. Mucho se habló de que su objetivo es imponerse sobre el PRO en la interna de la derecha. Un objetivo que suena a poco para un oficialismo que hace un año y medio ganó con amplitud el ballotage y pudo avanzar con prácticamente todas las medidas que impulsó.
Las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires el 18 de mayo suman un elemento importante en esa misma dirección. Si la La Libertad Avanza supera al partido de los Macri, pero queda segundo detrás de la coalición que conduce el peronismo, habrá logrado su objetivo y sin embargo el espacio que encabeza Milei quedará golpeado. Por eso el próximo domingo en la Capital del país estará en juego mucho más que la renovación de la mitad de los cargos de la Legislatura porteña.