Política Ago 31, 2025

Sobre corridas, huidas y sangrías

A una semana de las elecciones bonaerenses, el gobierno nacional sigue empantanándose en las denuncias de corrupción y el repudio callejero.
Docente e investigador UBA/UNLPam y conductor de FMI (FM La Tribu)
Foto: Juano Tesone

Hace una semana cerramos este panorama diciendo que el tiempo dirá si la crisis que atraviesa el experimento mileista supone una tendencia irreversible. Pero que después del escándalo Spagnuolo parece estar claro que, en lo que hace a este proyecto político, nada volverá a quedar en el mismo lugar.  

Digamos ahora, para empezar, que la última semana no mostró un solo dato que vislumbre una tendencia en sentido contrario. 

En primer lugar, el Gobierno acumuló respuestas insuficientes y poco efectivas ante la circulación de más escuchas del titular de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) y el avance de la causa judicial. A su vez, la coartada de “la operación kirchnerista” perdió toda consistencia una vez que aparecieron grabaciones de conversaciones cara a cara con la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. Cada vez cobra más fuerza la idea de que tal proliferación de audios tiene que contar con algún tipo de participación en las filas propias.

En segundo lugar, aparecieron encuestas que comienzan a medir el impacto del escándalo. Allí se evidencia el altísimo nivel de instalación del tema. También dejan en claro que eso se está traduciendo en una baja importante en la imagen de Milei y en el nivel de aprobación de su gestión, que por primera vez perforó el 40%. Asimismo, esos estudios de campo muestran que hay una porción de votantes de La Libertad Avanza en la que comienza a ganar terreno la duda respecto de su apoyo en las últimas elecciones. 

Si hacemos un punto en este elemento hay que destacar como en los últimos días la figura de Karina Milei quedó asociada a la corrupción. Canciones en programas de streaming, memes, comentarios en programas periodísticos o incluso posteos de clubes de fútbol dieron cuenta de que hay un sentido común que se está cristalizando y que al mileismo le costará mucho revertir. En ese contexto hay que ubicar lo que pasó en Lomas de Zamora y en Corrientes, con los actos de campaña frustrados. Más allá del debate sobre el dispositivo de seguridad o de las responsabilidades propias y ajenas, lo cierto es que a poco más de un año y medio de asumir, el oficialismo no pudo garantizar dos acciones callejeras pensadas para exponer el nivel de apoyo a su gestión y pararse como una fuerza política capaz de disputarle el territorio a las estructuras tradicionales.     

En tercer lugar, la economía siguió aportando datos críticos. Según estimaciones de los equipos técnicos del Banco Provincia en julio y agosto se confirmó la caída en el nivel de actividad económica (0,4%), ratificando el escenario de estancamiento experimentado desde mayo. En tanto, un informe difundido por la Universidad Austral asegura que la expectativa de inversión entre los empresarios del agro cayó un 40% respecto del año pasado. Por su parte, el Banco Central informó que en el mes de julio hubo un récord de compra de dólares. En total se compraron más de 5 mil millones, cifra que solo fue superada una vez –durante el gobierno de Mauricio Macri– desde la salida de la convertibilidad. 

Como dijo estos días el economista liberal y discípulo de Alfredo Martínez de Hoz, Ricardo Arriazu, al esquema económico le sobran flancos débiles y depende exclusivamente de la contención del dólar. De ahí que la desesperación del equipo económico para colocar nueva deuda con una tasa de interés que ronda el 5% mensual, tal como también ocurrió esta semana, y la definición de salir a vender dólares del Tesoro. 

A una semana de las elecciones bonaerenses, la combinación del escándalo de los audios, el contexto de parate económico y la impericia para moverse en un escenario tan complejo, vislumbran que es más probable que se instale un escenario de aprobación o rechazo al Gobierno Nacional que un plebiscito sobre el kirchnerismo, como pretendió imponer el mileismo. Obviamente ese sería el escenario más benéfico con un peronismo que, en medio de su crisis de identidad y de liderazgo, está mucho más en condiciones de ofrecerse como canal de descontento que como una vía de construcción alternativa. 

Por último, esta semana volvió a aparecer en el horizonte la referencia al modelo peruano: la imagen de gobiernos caídos y presidentes presos, sobrevoló como un fantasma la escena de un oficialismo atravesado por actos de corrupción. Es muy cierto que un sistema político absolutamente deslegitimado y débil encaja con el objetivo del poder económico local que pretende, desde hace tiempo, domesticar al movimiento popular, avanzar sobre los derechos sociales y reestructurar a la sociedad argentina sobre principios mucho más inequitativos. Tan cierto como que “la corrupción” es una herramienta más que eficaz para ese fin. Sin embargo, como estamos en Argentina podemos decir que se trata de un arma de doble filo. No vaya a ser que todo esto sirva para que el péndulo vuelva a moverse otra vez para la izquierda y que esta vez sea todavía con más fuerza.    

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