Política Sep 28, 2025

Esta vez es diferente 

Una vez más el gobierno de Javier Milei solo parece haber ganado tiempo en medio de una crisis que lo golpea por varios frentes, gracias a una acción que dejará consecuencias negativas para el país.
Docente e investigador UBA/UNLPam y conductor de FMI (FM La Tribu)

Lo que pasó en abril con la firma de un nuevo préstamo del FMI, vuelve a darse ahora de un modo más degradante y dañino. Hace una semana el Gobierno de Javier Milei se encaminaba al default o a una devaluación abrupta. El Banco Central había empezado a vender los dólares que no tiene sin poder contener la corrida intensificada después de la derrota electoral del 7 de septiembre. Y en medio de una secuencia de derrotas legislativas, el Ejecutivo había adelantado que no aplicará lo que dispone la Ley que declara la Emergencia en Discapacidad. En suma, todo confluía en un escenario de derrumbe inminente.

Entre lunes y miércoles el gobierno logró contener la debacle, aunque lo que ocurrió entre jueves y viernes, volvió a evidenciar la fragilidad del “programa” económico. La suba del riesgo país y los reclamos de las entidades que representan a los grandes productores agropecuarios nos lleva a pensar en que todo es una cuestión de tiempo. 

Así y todo, más allá de la película es importante detenerse en dos fotos. Por un lado, las implicancias de haber hipotecado su propio proyecto a los designios del gobierno estadounidense. Damos por conocidos los mensajes del titular del Tesoro, Scott Bessent, que prometen varias vías de salvataje, aunque condicionadas a un triunfo electoral y la reconstrucción de los apoyos en otros sectores del sistema político. Estamos lejos de poder prever las consecuencias en materia de soberanía económica, política y territorial que tamaña subordinación podría implicar. Pero adelantamos que se trata de una situación inédita, que coloca a la Argentina en un rango de país muy por debajo de su peso específico y que pone en duda ni más ni menos que su relación con China, o sea uno de sus dos principales socios comerciales y fuente de financiamiento. Por otra parte, más allá del impacto inmediato que las declaraciones y gestos del Gobierno estadounidense han tenido, nada parece indicar que puedan tener un efecto sostenible en el mediano plazo ni que signifiquen un espaldarazo determinante para la performance electoral del milieísmo. Quienes estaban dispuestos a votar al oficialismo seguirán firmes, mientras que es de esperar que para quienes están en duda, la decisión terminará de pasar por carrriles más vinculados a una situación económica y social que sigue lejos de encauzarse. 

Por otro lado, la medida que tomó el gobierno para bajar a cero las retenciones de las exportaciones del agro deja ver muchas aristas similares. En lo esencial se trató de una acción desesperada e improvisada que significó una transferencia de riqueza a los sectores más dinámicos y concentrados de la economía argentina. Puso al descubierto, como pocas acciones, los intereses que encarna el gobierno: mientras anunciaba que no cumpliría con la emergencia en discapacidad el Estado dejaba de recaudar unos 1500 millones de dólares. Finalmente, se supo que a pedido del jefe del Tesoro de EE.UU. el Ministerio de Economía accionó para acelerar las operaciones y llegar lo antes posible al tope establecido de 7 mil millones, perjudicando a los productores, y beneficiando a un puñado de exportadoras.

Para cerrar, miremos un poco más allá y pensemos en las acciones que deberían sucederse para enfrentar a una fuerza política que va dejando a su paso un desastre cada vez más difícil de ponderar. Si las elecciones en la Provincia de Buenos Aires dieron cuenta de un rechazo muy fuerte y una pérdida de apoyo significativa al rumbo llevado adelante por el Gobierno, la consolidación de una sensibilidad antimileista va a suponer seguramente la denuncia de la intromisión estadounidense, la descripción de la profundidad del saqueo que puede darse y, sobre todo, alertar sobre sus consecuencias. Todo eso sin perder de vista que el desastre ya está en curso y que las consecuencias del experimento libertario se evidencian en todos los rubros, en todas las regiones y en todos los niveles. Y sin obviar la necesidad de vislumbrar un camino diferente que deberá pasar básicamente por discutir la legitimidad de la deuda externa, regenerar la integración regional y apostar por un vínculo estratégico con las potencias emergentes. 

Así quedará claro, además, que ningún salvataje ni transferencia regresiva de riqueza puede celebrarse y que si bien todas las oposiciones suman, no todas representan lo mismo.  

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