Política Oct 5, 2025

El problema es Milei

Un escándalo narco, una economía y un frente político en descomposición. Cuando la crisis se acelera, también lo hacen los tiempos para ofrecer una salida alternativa.
Docente e investigador UBA/UNLPam y conductor de FMI (FM La Tribu)

Hace una semana decíamos en este panorama que el salvataje prometido por el Gobierno de Estados Unidos sería terriblemente dañino para el país, pero también para el experimento libertario que había entregado las riendas de su propio destino. En esa línea, evaluamos que, en el mejor de los casos, dado el proceso de descomposición política del oficialismo y el fracaso recurrente de su política económica, el salvavidas de Trump solo representa una compra de tiempo.  

Todo lo que pasó la última semana va en esa dirección. En un primer carril, se desplegó el escándalo Espert al conocerse las evidencias que demuestran los vínculos del abanderado del “cárcel o bala” con el grupo narco encabezado por Federico Machado. A partir de la causa judicial iniciada por Juan Grabois, que se apoya en una causa desarrollada en Estados Unidos, se pudieron conocer detalles de cómo Machado no solo financió la campaña electoral de Espert en 2019, sino que oficiaba de su jefe político. Las idas y venidas que se sucedieron después dan cuenta de un Gobierno absolutamente grogui y sin conducción. Es más, la postura y la exposición de Milei resulta a todas luces inexplicable. No hay ninguna razón que pueda exponerse públicamente para argumentar que el presidente no solo no haya decidido bajar la candidatura de Espert, sino que además haya salido a respaldarlo como lo hizo. Igual de inexplicable es que un presidente comparta abogado con un empresario acusado de narcotráfico y con pedido de extradición a Estados Unidos, como Machado. 

En un segundo carril, el descalabro se observó en el frente financiero y cambiario. Allí volvió a presentarse un cuadro similar al que había antes de los anuncios sobre la ayuda estadounidense y a la inyección de 7 mil millones de dólares por parte de las exportadoras de granos. A lo que hay que sumar el efecto de las declaraciones del secretario del Tesoro, Scott Bessent, quien esta semana advirtió que no habrá plata fresca para Argentina, sino apenas un swap de monedas. En síntesis, el riesgo país superó los 1200 puntos, las acciones de empresas argentinas tuvieron bajas considerables y los bonos repuntaron recién ayer. Todo en el marco de una corrida contra el peso que no se disipa porque hasta el más distraído sabe que después del 26 de octubre el precio del dólar será bien diferente.  

A todo esto, el ministro de Economía, Luis Caputo y su equipo volvió a viajar a Estados Unidos, supuestamente para cerrar los detalles del acuerdo. Horas antes la titular del FMI, Kristalina Georgieva, informó que habló con Bessent para evaluar las condiciones del auxilio al Gobierno argentino. Y acá nos permitimos una digresión. Si toda la escena que se viene desarrollando por lo menos desde julio a esta parte tiene una reminiscencia muy fuerte al 2001, este último dato nos pone muy cerca de lo que fue una de las salidas a la crisis de la convertibilidad que llegó a barajarse desde algunos expertos ortodoxos afines a los organismos financieros internacionales antes del estallido popular. En los hechos, las tratativas entre funcionarios del FMI y del gobierno estadounidense respecto al futuro inmediato de nuestro país, no está tan lejos de aquella idea que proponía dejar en manos de un consejo de especialistas extranjeros la política económica.  

La crisis del mileismo no quedó acotada ni al escándalo Espert ni a las evidencias del fracaso económico. En tercer lugar, se volvió a evidenciar su aislamiento político. El oficialismo sufrió una nueva derrota más que contundente en el Senado, donde ni siquiera fue respaldado por sectores con los que tiene acuerdos electorales. Por otra parte, la reunión del viernes entre Milei y Mauricio Macri, sumó otro signo de debilidad para el Gobierno. El encuentro no tuvo ni foto ni declaraciones por parte del ex presidente. No solo la Casa Blanca condicionó su ayuda económica al resultado electoral. También Macri hizo saber que no está dispuesto a compartir los costos de la descomposición libertaria y que en todo caso después del 26 de octubre habrá que evaluar que queda en pie y qué pedirá a cambio. A su vez, el modo de actuar de algunos periodistas oficialistas puso en evidencia lo difícil que va a ser sostener el blindaje mediático. 

Una vez más hay que decir que los tiempos de la crisis se aceleran. Sumemos para terminar que también se aceleran los tiempos para ofrecer una salida alternativa a este descalabro. Es grande la tentación de dejar correr el tiempo ante un experimento que parece implosionar por sus propias inconsistencias y pretensiones, para recoger los frutos al final del camino. Sin embargo, los riesgos también son grandes cuando se está ante una sociedad atravesada por el hartazgo y la insatisfacción. La historia nos dice que lo que viene después de las crisis y las desilusiones es muy distinto cuando lo que emerge está parido por la movilización, la participación y el debate colectivo. Y eso es lo que hay que recrear. El futuro del país está en juego y es algo demasiado importante para dejárselo a otros. 

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