Esta semana volvió a entregarle al Gobierno un saldo más que negativo, profundizando una crisis que se acrecienta desde hace dos meses. El ya canónico audio del ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Spagnuolo, aporta algunas novedades a una situación que tiene puntos críticos en casi todos los frentes. Aunque no es el primer escándalo que enfrenta el mileismo, en este caso hay elementos para pensar en que el efecto puede ser diferente.
En este punto, la comparación con el caso $Libra puede ser útil para sacar algunas conclusiones. En primer lugar, el caso Spagnuolo vuelve a involucrar directamente a las dos principales figuras en la estructura del Gobierno: el presidente, Javier Milei, y su hermana, y secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. Pero, a diferencia de la estafa $Libra, se trata de un hecho de presunta corrupción en un área del Estado. Además, quedó demostrado que la cuestión discapacidad genera un alto nivel de empatía y está en primera plana desde hace semanas por los recortes que el Gobierno Nacional dispuso sobre el sector. Por otro lado, desde el Ejecutivo no se emitió palabra sobre el tema. Sin embargo, el presidente decidió echar a Spagnuolo, descartando, por ejemplo, la posibilidad de negar la veracidad del audio. Por último, el modo en que el testimonio de Spagnuolo se grabó y se dio a conocer da cuenta de que sectores del propio gobierno o de los servicios de inteligencia están involucrados. Tampoco habría que descartar la zancadilla proveniente de alguna fuerza política aliada, o una combinación de todo eso.
En segundo lugar, si para febrero, momento en que Milei participó de la criptoestafa, el Gobierno se mostraba políticamente fuerte, había signos de una tenue recuperación económica y el frente cambiario parecía controlado, ahora nada de eso aparece en el horizonte.
Entre miércoles y jueves el oficialismo sufrió otro duro revés en el Congreso. Sacando el veto al aumento de las jubilaciones, que pudo sostener gracias a radicales “violeta” de varias provincias y uno de los diputados santacruceños que responden al gobernador Claudio Vidal, después perdió diez votaciones.
Los datos más recientes de la economía ratifican una tendencia al estancamiento y no permiten vislumbrar ninguna palanca para el crecimiento. Según el INDEC la actividad económica en junio cayó 0,7% comparada con el mes anterior, que a su vez ya había caído respecto de abril. A su vez, consultoras privadas indican que en julio las ventas en supermercados y comercios de cercanía cayeron casi un 1% comparado con julio de 2024. Sumemos que el efecto de la suba de la tasa de interés implementada para contener el dólar tendrá efectos negativos en el consumo que se van a ver con claridad a partir de las cifras de agosto.
Resumiendo: este nuevo escándalo de corrupción se da en un escenario caracterizado por el debilitamiento del oficialismo y la fragilidad de su esquema económico. A eso hay que añadir un factor más que significativo que pasa por la actitud del Poder Judicial. El juez Sebastián Casanello y el fiscal Franco Picardi, vienen actuando con la celeridad suficiente como para hacerse de pruebas clave para hacer avanzar la investigación y dar con todos los implicados. Es tal vez ese elemento lo que explica la reacción de algunos periodistas oficialistas que tuvieron que darle espacio al tema y hasta se mostraron disgustados con el equipo gubernamental.
Dicho todo esto, una vez más es necesario aclarar que la crisis del mileismo no se traducirá linealmente en un apoyo a las variantes opositoras. Lo que es más probable es que esa crisis alimente un estado de desencanto que venga acompañado de un descontento que podrá expresarse de diversas maneras. Con las elecciones bonaerenses a la vuelta de la esquina podemos ensayar esta hipótesis: ahora ambos polos estarán más pendientes de luchar contra la apatía de los afines que de convencer a los más indecisos.
Cerremos volviendo al comienzo. Si, como venimos sosteniendo en este panorama, pasamos del desastre larvado a una crisis incipiente del mileismo, ahora observamos los síntomas de un proceso de implosión. Según el diccionario implosión tiene dos acepciones. La primera: “acción de romperse hacia dentro”. La segunda: “disminución brusca del tamaño de un astro”. Ambas definiciones iluminan una dimensión de lo que está pasando. El tiempo dirá si estamos ante una tendencia inmodificable, pero es muy probable que, en lo que a este proyecto político respecta, nada vuelva a quedar en el mismo lugar.