El 22 de septiembre de 2023 el parlamento griego aprobó una reforma laboral impulsada por el gobierno conservador de Nueva Democracia que permite extender la jornada a 13 horas por día, seis días a la semana. Además legaliza los contratos de “cero horas”, en los que no hay horario ni salario pre-acordado, permite el despido sin justificación ni indemnización durante el primer año, y prohíbe de hecho las huelgas, con multas de cinco mil euros y hasta seis meses de prisión.
Cómo sucede en Grecia y muchos países del mundo, las personas tienen más de un trabajo o trabajan más horas de las permitidas por ley debido a que los salarios no alcanzan. Por eso, el argumento esgrimido por el primer ministro Kyriakos Mitsotakis y su ministro de Trabajo, Adonis Georgiadis, es que esta reforma vendría -en teoría- a subsanar ese empleo no registrado, legalizándolo.
Poco importa mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora, sus salarios y su tiempo de ocio. La apuesta de las derechas es a darle un marco legal a la precarización.