El mundo Ago 20, 2022

India y China van ganando la guerra en Ucrania

La posibilidad de comprar gas y petróleo ruso por debajo del precio internacional ha permitido a las dos principales economías de Asia aminorar el impacto de la inflación global. ¿Qué pasará cuando las sanciones Occidentales contra Moscú entren plenamente en vigor?

Con el correr de los meses ha quedado claro que la apuesta de EE.UU. y sus aliados europeos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es desgastar a Rusia en un interminable conflicto en Ucrania. Para eso han enviado armas al país agredido y han ido incrementando las sanciones con el objetivo de ahogar la economía rusa. Sin embargo, al menos por ahora, Moscú prácticamente no ha sufrido el impacto e incluso maneja indicadores mejores que años anteriores.

Por el contrario, los países sancionadores han visto cómo la inflación ha alcanzado números récord que no se veían hace décadas y, en el caso de Europa, la reducción del suministro de energía ha tensionado al máximo sus economías y el humor social.

El mundo es mucho más que Occidente

Cuando se impusieron las primeras sanciones y se condenó a Rusia por la invasión a Ucrania, algunos discursos -políticos y mediáticos- intentaron construir una imagen de aislamiento internacional del Kremlin. Sin embargo, exceptuando Europa, EE.UU. y algunos aliados históricos como Australia o Japón, la mayor parte de los Estados se mantuvieron al margen del conflicto. En América Latina, África y Asia fueron muy pocos quienes se sumaron a la campaña antirrusa, y en este último continente dos actores claves decidieron sacar provecho de la situación. 

China e India son la 2° y la 5° economía mundial respectivamente, los dos países más poblados del planeta y potencias nucleares. Si bien no han apoyado la invasión a Ucrania, tampoco la han condenado. En su lugar, han emergido como los principales consumidores de la energía rusa que Europa ha dejado progresivamente de comprar.

Tan solo en los primeros tres meses del conflicto, que van de marzo a mayo, China gastó 18.900 millones de dólares en petróleo, gas y carbón rusos, lo que representa casi el doble que en el mismo período del año anterior. Mientras tanto, India desembolsó 5.100 millones de dólares, más de cinco veces el valor de hace un año. 

Según el medio de comunicación financiero Bloomberg, desde la invasión a Ucrania el superávit comercial de Rusia se incrementó más de tres veces. De 50 mil millones de dólares se elevó a 167 mil millones. A su vez, el Ministerio de Economía ruso pronostica que las ganancias por exportaciones de energía serán de 337.500 millones de dólares este año, un 38% más que en 2021. Esto permitió modificar los cálculos respecto a la caída del PBI, originalmente estimada en un 12% y que ahora se redujo a un 4,2%.

Promociones energéticas para un mundo con inflación

Durante la pandemia de Covid 19 el precio del petróleo se hundió, pero a finales de 2021 ya había comenzado a recuperarse. La invasión rusa a Ucrania aceleró esta tendencia, ya que Moscú es el segundo productor de crudo a nivel mundial.

Si bien las sanciones aún no han cortado completamente el flujo petrolero desde el gigante euroasiático hacia Europa, lo han reducido considerablemente. Para evadir ese bloqueo, Rusia ha ofrecido su petróleo a China e India un 30% más barato que el precio internacional. Asimismo ha permitido también el pago en yuanes (la moneda china) y evalúa realizar transacciones en rupias (la moneda india). A pesar de vender su energía más barata, el aumento del precio internacional lo ha compensado, explicando así el superávit comercial ruso.  

Por su parte, para Beijing y Nueva Delhi, conseguir energía relativamente más económica les ha permitido aminorar el impacto inflacionario que golpea a todas las economías del mundo y ha generado movimientos de protesta en varios países.

Los ganadores

En el marco de los reacomodamientos geopolíticos -todavía con resultados inciertos- que describe Leandro Morgenfeld en este mismo portal, China está desarrollando una política de diversificar sus fuentes de energía y también intentar desacoplarse, aunque sea parcialmente ya que existe una enorme interdependencia, de la economía estadounidense.

“La conducta de China ha sido coherente con sus objetivos de seguridad nacional de larga data”, explicó David Goldwyn, diplomático senior de energía del Departamento de Estado durante el gobierno de Barack Obama, al New York Times. “Diversificar el suministro lejos de Medio Oriente, priorizar las rutas de transporte que no pueden ser bloqueadas por la Marina de los EE.UU. y contener a Rusia aumentando su dependencia de China como principal comprador de petróleo y gas, todo al menor costo posible”, añadió.

Oleoducto de Siberia oriental que fluye de Rusia hacia China

Si Beijing tenía una histórica relación comercial con Moscú -un oleoducto la conecta directamente con el petróleo de Siberia- que ahora se ha profundizado, para la India el cambio fue mucho más considerable. Antes de la guerra de Ucrania, el petróleo ruso representaba alrededor del 1% del total importado por Nueva Delhi. Sin embargo, se estima que ya está por superar a Irak como el principal proveedor de crudo al subcontinente. Tan solo en el mes de junio hubo un flujo de 1,15 millones de barriles por día, frente a un promedio de 33.000 el año pasado.

El ministro de Asuntos Exteriores de la India, Subrahmanyam Jaishankar, defendió el derecho de su país a buscar fuentes alternativas de energía. En ese sentido señaló que las sanciones occidentales contra Irán y las políticas de aislamiento hacia Venezuela los habían dejado con menos opciones a medida que los precios de la energía continúan aumentando. “Han exprimido todas las demás fuentes de petróleo que tenemos y luego dicen, está bien, muchachos, no deben ir al mercado y obtener el mejor trato para su gente. No creo que sea un enfoque muy justo”, sentenció.

India tiene la capacidad de refinar cinco millones de barriles por día, lo que le permitiría aumentar aún más el consumo de crudo ruso.

La plena vigencia de las sanciones

Si bien se han anunciado repetidas veces, las sanciones contra Rusia son varias y de distintos niveles. Algunas incluso se están aplicando de manera gradual. Como señala en una entrevista reciente Craig Kennedy, del Centro Davis de Estudios Rusos y Euroasiáticos de la Universidad de Harvard, “las sanciones petroleras de la Unión Europea (UE), acordadas en junio, sólo entrarán en vigencia este diciembre”. Y una vez en vigor “prohibirán la importación de la mayor parte del petróleo ruso a Europa y prohibirán que las flotas de petroleros y los servicios de seguros marítimos de la UE ayuden a Rusia a enviar petróleo a otros mercados”.

Este último punto parece fundamental. Es que el 95% de los barcos petroleros del mundo cuentan con un seguro de responsabilidad civil por derrames críticos proporcionado por el consorcio International Group (IG), donde empresas occidentales poseen la mayoría accionaria. 

Es así que en diciembre “Rusia podría perder el acceso no solo a las flotas occidentales, sino también a cualquier embarcación cuyo propietario quiera conservar el seguro IG”, apunta Kennedy que también es ex ejecutivo de finanzas internacionales en Morgan Stanley y Bank of America Merrill Lynch.

Como alternativa, EE.UU. propone lo que en definitiva es un chantaje: establecer un límite de precios al petróleo que permitiría que los buques siguieran transportando crudo ruso y mantuvieran su seguro IG, siempre que se venda a precios muy reducidos. Pero esta posibilidad está supeditada primero a que Moscú acuerde; y en segundo lugar que China e India acepten perder sus actuales ventajas comparativas para acceder a la energía rusa.

Para Beijing resultará más sencillo evadir estas sanciones ya que la mayoría del petróleo importado de Rusia llega a través de oleoductos desde Siberia. Asimismo, podría adquirir los barriles que se encuentran en los puertos rusos del Pacífico por un bajo costo logístico debido a la cercanía geográfica.

En el caso de India sería más complejo ya que todas las importaciones rusas llegan en barco y el país depende de embarcaciones extranjeras para el 90% de su comercio. Es decir que no posee una flota propia para garantizar el intercambio comercial actual.

Frente a esto se abren tres escenarios posibles, con combinaciones entre ellos. El primero, que espera EE.UU. y la OTAN es que Rusia ceda ante un posible colapso de su economía. El segundo, si bien no hay precisiones, es que el Kremlin esté construyendo aceleradamente (o adquiriendo en mercados alternativos) una flota petrolera propia -como ha hecho Irán- que le permita seguir exportando sin depender tanto de Occidente. El tercero, que podría combinarse con el anterior, es que Moscú fuerce una crisis energética cortando o reduciendo significativamente el suministro petrolero antes de la entrada en vigencia de las sanciones. Algo similar a lo que ha hecho con varios gasoductos que fluyen hacia Europa.

***

El conflicto en Ucrania se ha convertido en una guerra de desgaste donde la peor parte se la lleva, por supuesto, el pueblo del país invadido. Si bien el bloque occidental apostó a que las sanciones afecten la economía rusa y de marcha atrás, por ahora el impacto es escaso y Moscú tiene margen para sostener el frente militar. Como contracara, Europa está padeciendo las consecuencias lo que ha llevado a algunos gobiernos a disminuir o directamente detener el flujo de ayuda al gobierno ucraniano, tal como reseña el Institute for the World Economy. 

Finalmente, se está gestando un reordenamiento de la geopolítica energética que se enmarca en el cambio de eje a nivel mundial hacia Oriente provocando que la guerra en Europa la estén ganando, por ahora, India y China.

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