Es ese amor a la patria, ese amor que buscamos compartir con cualquiera que elija ser argentino, ese amor único que queremos que todxs sientan, que no escatimamos para unxs pocos: el amor a todos los argentinos.
El amor que demuestra Leo dentro de la cancha, el de las lágrimas inconsolables de Scaloni. El amor desde el hincha que hace lo imposible por ver a esta selección, lxs que lo tienen tatuado a Messi, hasta el de la persona menos futbolera que se emociona por lo que esta pasión genera en los demás.
Después de salir campeón, Rodrigo De Paul remarcó: “Nacimos para sufrir”. Esta alegría que no se puede explicar es parte del resultado luego de tanto sufrimiento, al igual que la de Diego en el ‘86, con la memoria viva de las Malvinas. Un país que había perdido durante tanto tiempo la alegría.
Nosotrxs, lxs hijxs de la democracia, lxs que vivimos por primera vez esta locura, sentimos que nuestro sufrimiento empezó en esa final en 2014. Esta derrota como pueblo después de perder batalla tras batalla desde esa final con Alemania, recayó en quien solo buscaba la felicidad de todxs, nuestro 10.
No podemos explicar lo que nos hacía falta esta alegría. Después de estos años de pérdidas, también cancelamos el festejo en la calle y el abrazo. Hay algo también de la justicia real y simbólica: perdimos y lloramos la final de 2014, recordamos en canciones a los soldados de Malvinas, ganamos y agradecemos. Por eso, esta emoción es global y no responde a límites geográficos, ni a divisiones internas y le corresponde a todo el planeta.
Lo especial de nosotros es esta necesidad de contagiar felicidad. No importan las circunstancias a nuestro alrededor, fuera y dentro de la cancha lo que tocamos lo hacemos mística, los mejores espectadores en recitales, las mejores hinchadas, los fans más desquiciados y el pueblo más leal y combativo.
Y De Paul lo dice tal cual: “Los amo a todos los argentinos”. Por eso será que busca cuidar siempre al mejor del mundo, quedándose cerquita, sacándole una sonrisa o cebándole unos mates. Cuidar a Messi es cuidar la felicidad de este pueblo.
A todxs lxs que querían que no confiemos más, que buscaban sacarnos la alegría, les dejamos muy en claro que no lo conseguirán. Esta Selección nos enseñó a no dejarnos interferir los oídos por el periodismo que replica la opinión de los poderosos, los que militan la infelicidad del pueblo, los que comparten portadas criticando a Messi, los que pueden tomarse vacaciones cuando quieran y no apoyar este feriado para los trabajadores para recibir a sus héroes en este lío.
La calle sonríe hace 2 días, y hace cuánto que no lo hacía. La alegría es automática cuando arranca cualquier arenga, la de los niñxs que están aprendiendo lo que es llorar de emoción, la de los jugadores alentando en el micro antes de cada partido, la de Julián Álvarez llevando la pelota con una sonrisa adentro del arco, la de Messi pisando por primera vez suelo Argentino con la copa del mundo.
La lealtad te hace feliz. Tenemos nuestros dioses en la tierra y en el cielo. Todos los que generan más empatía, los más humanos y más humildes, los simples, son los que le dan felicidad a la Argentina. Los que crecieron siendo leales a otros.
A ellos les somos fieles porque la felicidad de un pueblo que sufre tanto merece una sonrisa, una lágrima de emoción, un grito de festejo y liberación. Lo especial que sostiene nuestra felicidad es la alegría de ver a otros más de 45 millones de compatriotas unidos, festejando y abrazados por una misma ilusión.