El 29 de abril de 1991 se instaló la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso). Su objetivo era organizar la votación para que el pueblo saharaui, que llevaba ya 16 años de guerra contra la ocupación marroquí, pudiera elegir si quería vivir en un país independiente. Treinta y dos años después, la Minurso sigue sin cumplir su “misión” y los habitantes del Sahara continúan padeciendo la política criminal de la monarquía marroquí.
Abdel Tawab Salek Ambarek nació cinco años después de la llegada del contingente de la ONU, el 15 de mayo de 1996 en El Aaiún, capital del Sahara Occidental ocupado. Desde pequeño, con sus padres y sus nueve hermanos, conoció la injusticia de vivir en un país víctima del colonialismo. “Todos los saharauis conocemos la historia de nuestro pueblo desde bien pequeños”, relata a Primera Línea desde su casa, en una entrevista que fue posible gracias a la colaboración de Héctor Santorum, uno de los tantos españoles que militan en solidaridad con el pueblo saharaui.
Preso y torturado por reclamar la independencia
Como muchos otros saharauis que viven en las zonas ocupadas, Abdel tiene prohibido manifestarse contra el colonialismo marroquí o mostrar algún símbolo de la República Saharaui (fundada en febrero de 1976 y reconocida por más de 80 Estados en el mundo). Sin embargo, rebelándose contra estas normas injustas, el pasado 17 de abril apareció en un video de tik-tok de un turista español, reclamando la independencia plena y soberanía de su patria.
Tres días después fue detenido cerca de las 21.30 hs en la estación de colectivos de El Aaiún, donde trabajaba. “Me ataron las manos, me taparon los ojos y me llevaron en un coche durante 10 minutos hasta que me entregaron a otros”, recordó y aseguró que “los primeros” eran miembros de la guardia civil que se dedicaron a insultarlo todo el trayecto. “Me cambiaron a otro coche en el que había un par de hombres que me pegaban de una manera para que luego no quedara marca, cómo por ejemplo en la cara bofetadas, en la espalda en la zona baja; parecían entrenados para ello”, explicó.
Durante el viaje le decían que iban a quemarlo con gasolina y que el Sahara era marroquí, sin parar de pegarle. “Al salir del coche me escupieron todos, me quitaron la cartera en la que tenía 1000 dirham [100 dólares], me rompieron el móvil y me amenazaron directamente diciéndome que si hago cualquier otra cosa más desapareceré”, añadió Abdel. Inmediatamente arrancaron el coche y se fueron dejándolo en medio de la nada. Luego sabría que estuvo en el área de D’chira (a unos 24 kilómetros al noreste de la capital).
Volvió caminando entre tres y cuatro horas durante la noche. “No tenía agua y estaba muy débil” y al final “llegué muy mal pero a salvo gracias a Dios”. Al llegar a su casa encontró a su madre asustada, ya que temía que lo hubieran matado. Luego de darse una ducha y descansar vio que vehículos de las fuerzas de seguridad -incluso el mismo en el que se lo llevaron secuestrado- estaban rodeando la casa y vigilando.
Sin trabajo y perseguido
“Desde el incidente ya no puedo hacer vida normal, me vigilan por todas partes”, se lamenta Abdel. Tampoco lo dejan entrar a la estación donde trabajaba: “Uno de los policías anda enseñando mi foto a la gente diciendo que soy un separatista y que no me compren nada”.
Días después de su detención ilegal estaba en una cafetería y cuando fue a saludar a unos amigos, aparecieron agentes de seguridad. “Empezaron a revisarles y me revisaron a mí también”, denunció. También le preguntaron por el turista que filmó el video, si lo conocía, si le había pagado para que dijera eso y finalmente le preguntaron por toda su familia.
El turista español ha subido un video solidarizándose con su situación. pic.twitter.com/u5LpkSBxZg
— Héctor Santorum 🇪🇭 (@HectorSantorum) April 23, 2023
Si bien desde entonces no fue detenido nuevamente, lo acusaron de robar dinero a unos pasajeros en la estación. “Me dijeron que debía devolverles su dinero, pero yo no conocía a esas personas, es una forma de amenazarme”, subrayó. “Me dijeron de devolverles 7000 dirham, entonces pedí que me dejaran hacer una llamada para encontrar un abogado, pero al final no tuve otra elección que darles el dinero que se lo pedí a un compañero, y no puedo decir su nombre para no meterle en problemas”, agregó.
Ser saharaui en los territorios ocupados
Desde la invasión que comenzó en 1975, Marruecos se ha dado a la tarea de intentar eliminar todo rastro de la identidad saharaui. Desde los crímenes perpetrados durante la ocupación, que incluyó el bombardeo con napalm, fósforo blanco y bombas de fragmentación, hasta la represión a cualquier manifestación política o cultural.
En ese sentido, establece un sistema de premios y castigos entre aquellos saharauis que se muestran dóciles a la ocupación y quienes la resisten. “Con ser saharaui ya te fichan y cuando pasa algo acusan siempre a los saharauis primero”, apuntó Abdel. Asimismo recordó que este incidente no fue el primero que tuvo con las fuerzas de seguridad.
“En el año 2015 nos acusaron de haber quemado banderas marroquíes, cuando lo único que hicimos fue una manifestación pacífica. Me cogieron a las 5 de la mañana desde la casa de mi madre y me llevaron a la comisaría”, relató. “Me pegaron mucho, no recuerdo ni la cara del tío que me pegó sinceramente, y no me dejaron marcharme hasta por la tarde”.
También uno de sus primos, de mayor edad pero que vive en su casa, fue víctima de estas prácticas injustas: “En 1982 la policía marroquí acosó a una chicas saharauis, las estaban molestando en nuestro barrio, entonces mi primo intervino y le detuvieron por eso encarcelándole 4 meses”.
La dictadura marroquí ejerce una mano dura brutal en el territorio ocupado, que se oculta bajo una fuerte censura que impide incluso la entrada de corresponsales extranjeros. Por eso resulta fundamental la denuncia de las organizaciones de Derechos Humanos saharauis y algunos medios de comunicación como Equipe Media que deben actuar de forma clandestina para escapar de la represión.
Una guerra silenciada
Mientras la mayoría de los medios de comunicación del mundo mantiene los ojos en guerra en Ucrania, no muy lejos de allí ignora un conflicto que tiene medio siglo de historia. En 2020, luego de 29 años de alto el fuego, el Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Polisario) decidió retomar la lucha armada contra Marruecos para liberar la totalidad del Sahara Occidental.
Fue una definición impulsada principalmente por la juventud saharaui, cansada de esperar que la comunidad internacional cumpliera su promesa de garantizar un referéndum y acabar con la última colonia de África. También frente al hartazgo de ver como sus compatriotas eran víctimas de la monarquía mientras sus recursos naturales eran saqueados.
Desde entonces hay combates diarios a lo largo del muro que Marruecos construyó -el más largo del mundo- para dividir el territorio. En enero de 2023 el Frente Polisario realizó su primer congreso tras reanudar la guerra de liberación y ratificó el rumbo llamando a escalar la confrontación.
Se trata, ni más ni menos, que de un pueblo luchando por su derecho a existir.