Géneros Feb 22, 2024

Amor en tiempos fascistas

Pasó el 14 de febrero y como efeméride cultural se desborda en contenido frente a la inmensa dimensión del Amor. No entra en un día porque el Amor es en todos los tiempos y vale mucho explorar el que nos toca vivir.
Licenciada en Psicología

“El amor es un poder activo”
Erich Fromm

Dimensiones del Amor

Tiempos en los que se pone muy de relieve lo tanático (de thanatos en griego: muerte), un contexto que parece atravesarnos con cierto frío emocional, donde las vibraciones pulsan más desde lo angustiante, lo difícil, el malestar, la incertidumbre.   En tiempos mortíferos y de crueldad pareciera que hay poco lugar para Eros, para el Amor. 

Sin embargo la necesidad de trinchera afectiva nos aúna, y es imposible desconocer en cuanto la espiritualidad y los afectos son una potencia imprescindible y vital. Por eso ubicar en ella el Amor es trabajar para que esa fuerza no se soslaye, no se encripte, y pueda más bien romper las cadenas opresoras de mentes y cuerpos que le impiden desenvolverse en la realidad cotidiana para ver si ganamos otras perspectivas de futuro. Por eso historizar es clave, porque parte de la trampa neoliberal subjetiva es justamente el borramiento de huellas y marcas, la no temporalidad en la historia singular y colectiva mediante el éxito de la posverdad. Todo parece que puede dar lo mismo, pero sin embargo importa y claro que nos importa. 

En la experiencia personal política, entre las vivencias (que siempre cuentan) pongo en valor un espacio de taller abierto, mutante, sobre el Amor que hace poco más de 10 años construimos entre feministas en La Plata. Empezamos en el 2013 con algunas compañeras hablando de Amor para reivindicarlo o rescatarlo, visibilizando necesariamente el amor romántico y su contracara en las violencias, en los micromachismos y también en los feminicidios. Que la mayor parte de estos sean perpetrados por parejas o exparejas es una información directa que ni antes ni ahora podemos obviar, porque nos habla mucho de esas “historias de amor” y no son novelas ni relatos aislados. 

En este recorrido del taller en otros años, trabajamos las dimensiones del amor (filosófica, material, sexoafectiva, otras), y pasamos a proponer el taller de Amor feminista para todo el mundo, luego en este 2024 nos juntamos en otra edición de taller esta vez sobre el Amor Antifascista. 

Uno de los aportes que trabajamos en cada taller es el de Alexandra Kollontai, quien hace más de 100 años, expresó sus ideas sobre el amor en la Rusia de la revolución: “Es hora de confesar francamente que el amor no es únicamente un factor imperioso de la naturaleza, una fuerza biológica sino también un factor social. El amor es una emoción hondamente social en su esencia”. Esta idea del amor como la fuerza natural está más arraigada de lo que pensamos y hace cien años como ahora, entender y vivir el Amor como fuerza social es revolucionario. 

Años después Bell Hooks en Volver a amar. El corazón del feminismo, también recordó que “no puede haber amor sin justicia”. “Si somos conscientes de ello, comprenderemos que el amor tiene el poder de transformarnos y nos da fuerza para oponer resistencia a la dominación. Elegir política feminista es elegir amor”, escribió. 

Esto es en gran parte lo que nos expropia el neoliberalismo, y el fascismo quiere aniquilar. Una hipótesis que parece comprobable en estos tiempos, es que asistimos a la privatización del amor, al marketing de los sentimientos con una dinámica de las formas afectivas precarizadas. 

Por un lado en el acento exclusivo del amor en la dimensión sexoafectiva, vincularse entendiendo al amor jerárquico como el que se encuadra en el esquema de pareja. En esta lógica el “éxito” tiene estándares relacionales y vinculares bastante claros, establecidos en base a una representación del amor que parece estar más en el ideal que en la realidad de una construcción posible. 

¿Será posible acercarnos un poco más? El amor en todos los tiempos fue objeto de reflexión y vivencia, siempre hay interrogantes que están y van a estar, algunas coordenadas de la época podemos tener, pero saber mucho o tener vasto conocimiento es imposible porque hay que explorar, ver de qué se trata estando ahí, atravesando sus dimensiones con el registro sensible de la experiencia. 

¿Escuela del Amor?

Invitar a enamorarse más, es politizar el amor en estos tiempos. Identificar los enfoques que nos limitan como los heteronormativos, occidentales y coloniales para pensar y vivir el amor. Hay una clave cultural que pulsa fuerte y merece ser vivida más libremente, porque no hay solo una forma de amor, eso está claro pero tal vez necesitamos apropiarnos de un hacer común de las formas amatorias más saludables, no violentas, sinceras y acordes a los tiempos que vivimos, dejando espacios para la exploración, el desconocimiento, por ende también el aprendizaje. 

Entre los pilares de ideas que sostienen este artículo hay una continuidad, una llave que es siempre considerar que el amor es una construcción histórica y cultural, y que también se aprende amar, de una forma u otra, y que como venimos diciendo no es natural o casual, que está determinado, y que así como aprendemos de una manera, también podemos mejorarla, cambiarla, o conocer otras.   

Pensar en nuestra educación afectiva de modo más cotidiano y relacional en clave humana no debería ser una excepción o una propuesta novedosa de nada. De hecho es lo que viene hacer la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), tan resistida por sectores conservadores con paradigmas que han fracasado históricamente en términos de libertad. Nuestros cuerpos aprenden de una manera o de otra los signos y los registros sensoriales, aprendemos o no la posibilidad de ser libres de elegir, aprender o desaprender hábitos o costumbres tienen impacto en nuestros cuerpos, en nuestra subjetividad y en nuestra salud.

En la experiencia del taller del amor (en todas sus versiones) los insumos son innumerables, una hermosa e infinita caja de herramientas cuál baúl sin fondo que tiene canciones, poemas, fragmentos de los discursos de El Banquete de Platón, a las anarquistas de La Voz de la Mujer de 1890 en la Argentina, recortes de revistas, aportes y debates con el psicoanálisis, lecturas de las mujeres rusas y chinas en las revoluciones de sus países, los enfoques de las afrofeministas como Bell Hooks y Angela Davis, feministas decoloniales latinoamericanas, cuentos, novelas (muchas contemporáneas y argentinas), nuestras propias reflexiones y escritos múltiples con aportes en diversos formatos: libros, podcasts, de compañeras y compañeres, de talleres como este y otros en los más de 35 años de encuentros plurinacionales… siempre todas, todos, todes tenemos algo que decir y que aportar al respecto en la Escuela del Amor.  

Texturas del Amor: ¿deseo?

En la vereda de enfrente a la libertad, en el terreno de la cultura represora el deseo se repliega sobre lo que la cultura instituye como necesario: el consumo, nos dice el psicoanalista implicado Alfredo Grande. Entre algunes psicólogues la pregunta por el deseo hoy nos lleva a más incertidumbres, en una época en la que se habla de “capital humano” lógicamente cuesta discernir el deseo genuino, del deseo de mandato. Es decir, el deseo como deseo impuesto por una cultura que organiza los circuitos deseantes. Esto tiene un impacto en la subjetividad cuando entre lo maravilloso o lo siniestro, ganar o perder, goce o castigo, se capturan nuestras vidas. 

En este esquema, el Amor en la dimensión sexoafectiva parece quedar en un no-lugar.   El sexo como una representación que muchas veces asume la zona de mandato o de idealizaciones que no permiten el dialogo con una fantasía y su realización. Los debates feministas sobre el porno por ejemplo muchas veces apuntan a esto: los límites de lo aprendido y legitimado como formas de tener sexo y un corset al erotismo. Ligando la sexualidad más que nada a la relación sexual genital, se deja sin espacio ni exploración a múltiples formas de erotismo que elevan y nos hacen más libres. 

Nos necesitan frustrades y cansades para la sexualidad. Ocupades, estresades y es notable cómo y cuánto lo logran. Es una zona peligrosa para el sistema dejar abierta esta dimensión. Por eso se vuelve una y otra vez a lo “conocido”, al show porno-conservador, a ofrecer los objetos necesarios a consumir sexualmente. Sin ir más lejos, la vuelta a muchas de las imágenes de los ‘90 combinan en la actualidad con estos sentidos. ¿Aburrido? Pero muy eficaz. 

La propuesta de normalidad en la cultura hegemónica trae una sexualidad que es heteronormada, un cuerpo lejano, y un deseo asociado a lo prohibido (por ende con lo que “esta mal”) y se encuentra muchas veces degradada: separa por ejemplo lo tierno de lo erótico. Esto no es una novedad, ya lo advirtió Sigmund Freud en Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa allá por 1912. Algo así como amantes por un lado y esposas/os/es por otro. El placer sexual, la aventura, el deseo erótico por un lado, y la ternura, la calma, la calidez familiar por otro. ¿Aburrido? Pero muy común. 

Sin embargo las texturas del amor tienen un caudal infinito de composiciones para ofrecernos, las corrientes tierna y erótica, juntas en la heterosexualidad o en la diversidad sexual, son potencia y encuentro. La hipótesis amorosa de nuestro tiempo implica aceptar combinaciones que vehiculizan el deseo de muchas formas. Incluso más allá de si se trata de relaciones monógamas o poliamorosas, tal vez la brújula está en la libertad de expresión de los sentimientos, en el placer, y en el saber un poco más que queremos en un marco de búsquedas y cuidados.

Llaves para abrir una nueva política afectiva

Lo primero que necesitamos es empezar a identificar y desmontar la máquina fría y cruel que nos atraviesa. La crueldad de estos tiempos también es la indiferencia y el desapego, la falta de empatía. Para fundar una política afectiva hay que trabajar en el lazo, en la potencia de estar con otres en una idea del amor como fuerza social. 

Encontrarse es más que generar un intercambio, no puede estar en clave de “me das, te doy” o en clave de utilidad, si me sirve estoy, sino desaparezco. Dar no es renunciar o perder, hay que tener cuidado con el carácter mercantil de la época en todo. La reciprocidad, por ejemplo, nace de un encuentro, y a su vez lo recíproco puede ser asimétrico, porque hay diferencias, complejidades como parte de una construcción afectiva. El punto es estar dispuestes a atravesarlas y crear las respuestas o los caminos para canalizarlas. 

También implica que hay situaciones o circunstancias que son o pueden ser dolorosas, y otras generarnos frustraciones, malestares, no coincidencias, en términos coyunturales. La posibilidad de elaborar duelos amorosos por ejemplo, en clave de aprendizajes, o separarse sin romperse, es una posibilidad a veces poco explorada en las trayectorias amorosas, así como también en aquellas relaciones de amistad, o afecto que no logran trascender los enojos y los desencuentros, cuando se quisiera otra cosa. A su vez, tener el registro de que aquello que nos gusta sea algo que nos haga bien es bastante clave porque conlleva a la des-erotización frente a las violencias o las faltas de cuidados. 

Como base de una política afectiva recupero también esta idea del amor para Erich Fromm como la práctica de un poder humano, que solo puede realizarse en la libertad. En este sentido, la exclusividad también es una construcción, y el considerar una sola dimensión válida en el amor, sin distribución de libido, es acotarlo. 

Tal vez la potencia está en la resistencia a las lógicas mercantiles de vincularnos, y en identificar que la soledad y el individualismo es el éxito de pocos sobre muches. 

Hablar del amor pero para eso ante todo sentirlo, saberse atravesada/o/e, no es algo a descifrar, es aprender. Tal vez vivir desde el amor como poder activo, como política afectiva, sea algo más parecido a andar por el mundo con la erótica y la ternura como claves vitales. Amando, deseando y cuidando para existir, y en estos tiempos fascistas sobrevivir. 

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