Fueron casi dos meses de cierta desorientación, pero en las últimas semanas el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y sus aliados volvieron a alinear el despliegue de su agenda de gestión en la Ciudad con su proyección presidencial. La fórmula aplicada consistió en mantener mucho del camino ya trazado y mover algunas piezas en el complejo tablero de la sucesión en la CABA.
Reafirmar el punto de partida
La agudización en la interna de Juntos por el Cambio y en particular dentro del PRO alcanzó en el último mes niveles de máxima tensión. ¿Qué hizo Larreta? en principio se mantuvo casi sin matices en la línea que viene ejecutando. Evitó subirse al golpe por golpe que le propone Patricia Bullrich y ratificó su retórica antigrieta vaciada de acciones concretas y su llamado a construir un plan de desarrollo. El tono del Larreta en modo campaña siguió siendo de diálogo con un llamado a hacer “algo distinto”, aunque el contenido -que puede variar de énfasis según los interlocutores- sea consolidar el perfil exportador del país e implique reformas que significan un retroceso en los derechos de las mayorías. Es ahí en donde el polo Macri-Bullrich hace hincapié cuando cuestionan al jefe de Gobierno porteño: cuán compatible es el cambio con ese “llamado a dialogar”.
Paralelamente, Larreta siguió explotando la exposición de algunas de las acciones del Gobierno local, incluyendo iniciativas institucionales que extienden la presencia en el resto del país. Le puso el cuerpo a algunos eventos paradigmáticos para su gestión -vinculados con la seguridad y la educación– y fue quien anunció la incompatibilidad del programa Ciudadanía Porteña con los que asigna el Estado nacional u otros distritos, una de las últimas acciones definidas para interpelar al núcleo más reaccionario de la población.
En el mismo sentido, y a pesar de las tensiones internas que se expresan también en la Legislatura, el espacio comandado por el alcalde porteño resolvió sin grandes dificultades la aprobación del presupuesto 2023. Si bien fue un aspecto que nunca estuvo en cuestión, volvió a transmitir una imagen de solvencia para negociar y una gestión con un alto nivel de iniciativa. Incluso, dando cuenta del pragmatismo y de la capacidad hegemónica, que señalamos en otras notas, en el último mes el Ejecutivo porteño tampoco se privó de incorporar a su agenda actividades reivindicativas de fechas clave para el movimiento de mujeres y diversidad, como son las relacionadas con el día del orgullo y el de la lucha internacional contra la violencia contra las mujeres.
Responsabilizar al Gobierno Nacional (y pegarle a Cristina)
La referencia a la necesidad de construir un plan económico basado en consensos amplios, viene siendo una de las formas preferidas de Larreta para criticar al Gobierno del Frente de Todes (FDT) al asociarlo a la improvisación constante.
A su vez, los resultados de la política económica le han permitido un amplio margen para desresponsabilizarse de falencias propias y de situaciones que ponen en evidencia los límites de su proyecto político, -tal como ocurrió con el conflicto protagonizado por residentes y concurrentes-. Este último proceso de movilización da mucha tela para cortar, pero acá nos parece interesante remarcar lo siguiente. El Gobierno de la Ciudad (GCBA) fue derrotado sin que eso implique que haya pagado un gran costo ante la ciudadanía. Su apuesta por culpar al “contexto inflacionario” del desfasaje que tenían los salarios del sector, y por ende implícitamente cargar las tintas contra el Gobierno Nacional, es una operación eficaz no solo porque el ciclo inflacionario sigue sin ser controlado, sino porque se apoya en un sentido común construido durante mucho tiempo, referido a que las principales tareas del GCBA pasan por resolver otro tipo de problemas, mucho más concretos y elementales.
Donde sí hubo una novedad respecto a los meses anteriores, fue en que Larreta volvió a cuestionar directamente a Cristina Fernández de Kirchner, cosa que había evitado hacer desde el atentado del 1° de septiembre. Esta vez aseguró que la vicepresidenta “volvió a no cumplir la ley”, en alusión al conflicto entre el Senado y la Corte Suprema de Justicia a raíz de los representantes de esa cámara en el Consejo de la Magistratura.
Mover las piezas
La interna en Juntos por el Cambio y en el PRO en particular tuvo nuevos episodios clave en los últimos días. El lanzamiento de Fernán Quirós, actual ministro de Salud porteño, es la mayor novedad y suma un integrante más a una lista numerosa de aspirantes a suceder a Larreta. En la misma conferencia de prensa que el funcinario informó su decisión, el jefe de Gobierno se refirió explícitamente a las otras opciones, tanto del PRO como de los otros sectores de la alianza: la ministra de Educación, Soledad Acuña -que días después también formalizó su precandidatura avalada por el propio Larreta-, el ministro de Gobierno, Jorge Macri, el vicepresidente de la Legislatura, Emmanuel Ferrario, el senador radical, Martín Lousteau, y los republicanos, Ricardo López Murphy y Roberto García Moritán.
En cuanto a Quirós podemos decir que es considerado un “larretista” puro, al punto de no contar con la venia de otros referentes nacionales del PRO, aunque ya sumó un respaldo de peso en el distrito como es el de Elisa Carrió.
Pero más allá del caso puntual, lo más importante es que el lanzamiento del ministro de Salud da cuenta de la táctica que Larreta se ha dado para hacer equilibrio entre el reclamo de sus adversarios internos que le piden el respaldo a un candidato del PRO y el acuerdo que necesita con el radicalismo para cumplir con sus aspiraciones presidenciales. Por ahora, la multiplicidad de candidaturas le permite al jefe de Gobierno, al menos, ganar tiempo, dando a entender que en el PRO no hay una candidatura obvia. Mientras que juegue como garante de “una competencia sana”, más que como un elector que designe a un delfín, es un escenario que beneficia al referente del radicalismo local, Martín Lousteau. Que por otra parte aparece como la figura de Juntos por el Cambio mejor posicionada.
Si con los últimos movimientos el eje larretista parece haber recuperado la iniciativa en el campo de la derecha también es cierto que falta mucho tiempo y que muchas cosas pueden pasar. A priori todo hace pensar que el tiempo juega de su lado y eso ya es un punto a favor, pero lo que está en disputa excede el nivel de la astucia política.
Como señalamos en otras notas, se trata de una pelea que tiene un carácter estratégico si se tiene en cuenta los caminos posibles que los sectores dominantes tienen por delante para intentar reestructurar, una vez más, las bases económicas y jurídico-políticas del capitalismo argentino. El escenario es complejo y los actores que intervienen también son muchos.