Deportes Dic 28, 2024

El puño que rompió el silencio

El recuerdo de un hito en la historia del deporte mundial para denunciar el racismo y la opresión.

16 de octubre de 1968. Juegos Olímpicos de México. Era la premiación de los 200 metros. En lo más alto del podio estaba el estadounidense Tommie Smith quien con 19.83 segundos había conseguido el récord mundial. A su lado, su compatriota John Carlos con la medalla de bronce colgando en su pecho. El podio lo completaba el australiano Peter Norman. Solo los reflectores del Estadio Olímpico iluminaban el centro de la pista. Era una noche oscura y silenciosa. La bandera norteamericana ondeaba en lo más alto. 

Empezó a sonar el himno de Estados Unidos pero Smith y Carlos permanecieron en silencio. A la luz de las cámaras que televisaban el momento, se inclinaron ligeramente hacia adelante y bajaron sus cabezas en señal de respeto. Seguidamente, sus brazos se alzaron en el aire, formando un puño cerrado y enguantado de negro.

El gesto estaba alineado con lo que sucedía en la década del 1960 en Estados Unidos. Miles de personas, cansadas de la injusticia y la opresión, levantaban sus voces para exigir por los derechos civiles de la población negra. Fue en ese contexto que surgió el Black Power, un movimiento político y social que apuntaba más allá de la integración racial. Buscaba la afirmación del orgullo y la identidad negra, así como la autonomía en las decisiones políticas y sociales. 

Durante la premiación, llamó especialmente la atención que ambos atletas estaban descalzos y junto con Peter Norman llevaban distintivos del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos. Smith tenía una bufanda negra sobre el cuello. Carlos, por su parte, llevaba un collar en memoria de todos los linchados y asesinados. Más tarde se supo que este se había olvidado sus guantes negros y que fue el australiano quien sugirió que lo compartiera con su compatriota. Por eso Smith levantó su puño derecho y Carlos el izquierdo.

El puño negro es un símbolo que fue diseñado y dibujado a mediados de aquella década por Frank Cieciorka, activista pro-derechos humanos. En un principio fue creado como parte de un cartel de protesta para el Comité Coordinador Estudiantil No Violento. Con el paso del tiempo, se convirtió en el emblema del Black Power para representar la autodefensa y la autodeterminación de los afroamericanos. Desde entonces apareció en diversas manifestaciones por la justicia social y racial en todo el mundo. Una de las más recientes en 2015, para pedir justicia por la muerte de George Floyd, un hombre afroamericano víctima de la policía, luego de una brutal represión. 

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El Estadio Olímpico permaneció en un completo silencio por unos segundos, pero los abucheos del público no tardaron en llegar. Smith y Carlos habían cumplido su objetivo. La imagen rápidamente recorrió el mundo entero. Todos los periódicos se hicieron eco de la situación. Las imágenes televisivas convulsionaron la pantalla chica. Los medios de comunicación debieron hablar del Black Power. Resultaba imposible esconder la lucha del movimiento negro por sus derechos y su dignidad. 

“Si gano, soy americano, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos negros y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos”, declaró Smith minutos después de abandonar el campo. Es que los afroamericanos eran aceptados sólo cuando representaban algo positivo para la imagen nacional, pero eran desvalorizados cuando actuaban fuera de los márgenes impuestos por una sociedad que los discriminaba. Al mismo tiempo que se beneficiaba de su talento, les negaba igualdad de derechos y respeto. 

Por ejemplo, hasta que se sancionó la ley de derecho a voto en 1965 que prohibía prácticas discriminatorias en este ámbito, muchos estados norteamericanos buscaban restringir este derecho a la población negra mediante la imposición de pruebas de alfabetización o el pago de impuestos.

Durante aquellos Juegos Olímpicos de México 1968, el gesto de los estadounidenses inspiró a otros atletas negros a alzar la voz. Lee Evans, Larry James y Ronald Freeman realizaron el mismo saludo en el podio en la carrera de 400 metros, utilizando boinas negras. Bob Beamon, luego de saltar 8,90 metros, y Ralph Boston, también mostraron su apoyo y subieron descalzos con medias negras. 

Pese a la inspiración generada a otros atletas, el gesto no fue gratis para Smith y Carlos. El Comité Olímpico Internacional (COI) era liderado en ese entonces por Avery Brundage, declarado admirador del nazismo y profundamente racista. Luego de la premiación el titular del COI declaró que el gesto era “una violación deliberada y violenta de los principios fundamentales del espíritu olímpico” y ordenó que se expulsara a los atletas de los Juegos. 

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La década del sesenta en Estados Unidos fue especialmente dura para la lucha por los derechos civiles porque dos de sus máximos referentes fueron asesinados con tan solo tres años de diferencia. El 21 de febrero de 1965, el activista afroamericano Malcom X fue muerto en el barrio de Harlem por tres miembros de Nation of Islam, grupo que él mismo había liderado hasta que decidió abandonarlo. El hecho ocurrió minutos antes de pronunciar un discurso.

Tres años más tarde fue el turno de Martin Luther King, reconocido líder que luchó por la igualdad de derechos civiles para la población afroamericana. A diferencia de Malcom X, Luther King se caracterizó por luchar de manera pacífica lo que lo llevó a conseguir el Premio Nobel de la Paz. El 4 de abril de 1968 (seis meses antes de los Juegos Olímpicos de México), fue asesinado en una terraza de la ciudad de Tennessee donde estaba apoyando una huelga de trabajadores de sanidad.

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A partir del gesto, ambos atletas fueron repudiados en su propio país. Sufrieron actos discriminatorios a tal punto que ellos y sus familiares fueron amenazados de muerte. La esposa de Carlos se terminó suicidando. Sus carreras en el atletismo fueron breves. Smith jugó al fútbol americano para los Bengalíes de Cincinnati y su compañero para las Águilas de Filadelfia. 

Con el paso de los años y luego del retiro, empezaron a recibir el reconocimiento que merecían y se convirtieron en leyendas. En 2005, la Universidad de San José (California), donde ambos estudiaron, construyó una estatua conmemorativa del podio de México. En 2019, el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos les otorgó el máximo honor a los atletas que ingresaron al Salón de la Fama. Actualmente Tommie Smith viaja por todo el mundo defendiendo la igualdad y los derechos humanos. Por su parte, John Carlos trabaja como entrenador de atletismo. 

Pasó más de medio siglo de aquel podio olímpico que quedó inmortalizado en una imagen que recorrió el mundo. El mensaje trascendió las fronteras del deporte y resonó en una sociedad que aún hoy enfrenta los ecos de aquellas injusticias. Aunque ambos atletas fueron castigados en su momento, con el tiempo, la historia se encargó de reivindicar sus acciones.

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